Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Alex
Anfruns
Como
si fuera un signo premonitorio, la actual ola de protestas en Nicaragua fue
precedida por un gran incendio: a principios de abril, la reserva natural de
Indio Maíz en el sur del país había perdido 5.000 hectáreas. Este
acontecimiento ya fue instrumentalizado para hacer creer ¡que el gobierno de
Daniel Ortega tenía interés en aprovechar este drama medioambiental!
En
el origen de esas sospechas estaba el rechazo de la ayuda propuesta por uno de
los países vecinos, Costa Rica, mientras que el gobierno había preferido, por
razones técnicas, aceptar la ayuda de México. Y así fue como se desencadenó la
primera fase de la diabolización del presidente Daniel Ortega. Luego, tras una
protesta contra la reforma de las pensiones, se lanzó la espiral de propaganda
masiva.
Poco
importa lo que diga o haga, el gobierno nicaragüense ha sido condenado de
antemano. Hay un aire de déjà vu: de acuerdo con el discurso eurocéntrico de
nuestros medios, un líder del Sur sería incapaz de gobernar de acuerdo con los
valores de nuestras queridas “democracias”. Pero ¿por qué siempre se
dispararían en el pie, dando un pretexto ideal a sus oponentes?
Siempre
que los medios privados hablan de Evo, Lula, Correa, Maduro u Ortega, le toca
al acusado proporcionar pruebas de su inocencia. Y, sin embargo, nunca sucede
lo mismo para los dirigentes del Norte, que disfrutan de un trato especial.
Cuando Bush decidió invadir Iraq, fue suficiente pedirle a su vocero que
hiciera una pequeña escena en las Naciones Unidas. A los millones de pacifistas
reunidos en todo el mundo les hubiera gustado ver a los medios pronunciarse
unánimemente y declarar ilegal esa guerra. Depende de nosotros el permanecer
vigilantes para evitar la siguiente.
En
cuanto a los sectores de la oposición insurreccional en Nicaragua, las
generaciones más jóvenes no deben engañarse. Llamarse a sí mismo “la
resistencia”, crear simulacros de “guerrilla urbana”, y gritar que “el fin de
la tiranía se acerca” puede ser estimulante y romántico para unos jóvenes
ansiosos por escribir una página de la historia de su país, pero eso no es
suficiente para hacerse legítimo de cara al pueblo. El gobierno del FSLN fue
elegido democráticamente en tres ocasiones. El camino recorrido desde las horas
oscuras de las dictaduras latinoamericanas de los años sesenta y setenta no
debe tomarse a la ligera. Los lemas a favor de la democracia bajo una forma
abstracta y en contra de la “dictadura” revelan una matriz ideológica de la
cual podemos seguir perfectamente las huellas. ¡Sigan el dinero!
La
historia latinoamericana contemporánea ha estado marcada por cambios de régimen
que se han basado en el apoyo inestimable de las administraciones
estadounidenses como parte de una “doctrina de seguridad interna” surgida
durante la Guerra Fría. Cuando la administración Trump condena a un país latino
y lo castiga con sus sanciones, nunca se trata de la justicia social, la lucha
contra la corrupción o la defensa de la democracia y la libertad. Tampoco del
derecho al desarrollo o la calidad de los servicios públicos. Este discurso
humanitario es solo el escaparate de una intervención abierta o encubierta a
favor de los intereses de sus propias multinacionales, y esto para evitar el
surgimiento de un mundo multipolar.
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