Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Marlene Quintanilla
Nuestra especie, el Homo sapiens, logró utilizar el fuego hace más de 600.000 años. Gracias a éste, la calidad de vida de nuestros ancestros mejoró sustancialmente, al permitirles consumir alimentos cocidos, que les brindaban más calorías. Además, las fogatas les ayudaban a combatir el frío y a sus predadores. En esa época, el hombre parecía estar más conectado con su entorno. Temía al fuego, comprendía su potencial y estaba consciente de su voraz poder destructivo.
En la era de la industrialización, el fuego posibilitó el uso de maquinarias a vapor (fábricas, ferrocarril, embarcaciones, etc.). Y si bien su uso impulsó la economía de los países, también produjo catástrofes como las de Chicago en 1871 (300 muertos y 17.000 edificios destruidos); o la de Biobío en Chile en 2012 (32.000 hectáreas incendiadas). Actualmente el fuego se utiliza para agilizar tareas como la eliminación de la basura o eliminar las malezas en los campos agrícolas; práctica que “olvida” que el fuego elimina todo, incluso la fertilidad de los suelos más productivos. 2017 fue catalogado como el peor año de incendios a nivel mundial, debido a la falta de lluvias y el incremento de las temperaturas. Este año parece que vamos por el mismo camino. La imprudencia del hombre, sumada al cambio climático, está calcinando millones de hectáreas de bosque y otros ecosistemas, donde mueren millones de animales y se impacta gravemente zonas de recarga de agua. En Bolivia, la población de Tarija no pudo evitar la quema de más de 10.000 hectáreas. Se perdieron vidas, cientos de familias fueron damnificadas y se dañó la zona generadora de agua. En Santa Cruz, al igual que en otras regiones del país, recurrentemente los chaqueos ponen a las autoridades en emergencia. El fuego se populariza una vez iniciada la época seca, quizás porque es la herramienta más barata para habilitar tierras para la siembra. Pero cada año las pérdidas económicas son incalculables, por causa de los incendios forestales y los focos de calor.Si cada incendio es una lección, no aprendemos de ello. Actualmente Suecia no logra controlar un incendio que está arrasando miles de hectáreas pese a la ayuda internacional. El fin de semana, en Tarija y en Santa Cruz se desataron muchos incendios por la quema de basura. Ya son varios eventos de este tipo registrados en lo que va del año.
Resulta paradójico que el Homo sapiens de hoy, con mayor inteligencia y capacidad para medir el peligro, subestima el poder del fuego. Hemos olvidado que “quien juega con fuego se quema”. El fuego nos ha ayudado a persistir como especie; sin embargo, hoy su uso descontrolado e irresponsable ha modifica nuestro medio ambiente y nos está conduciendo a la agonía del cambio climático.
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