Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Nueve exmiembros del Ejército de Chile fueron condenados a penas de prisión como autores de la violenta muerte del cantautor Víctor Jara y del entonces director de prisiones del presidente mártir Salvador Allende, Littré Quiroga Carvajal, el 16 de septiembre de 1973; y por el delito de secuestro simple de ambas víctimas.
Según el fallo del juez Miguel Vázquez, los militares en retiro Hugo Sánchez, Raúl Jofré, Edwin Dimteri, Nelson Haase, Ernesto Bethke, Juan Jara, Hernán Chacón y Patricio Vásquez, autores de ambos crímenes, deberán purgar 15 años y un día de prisión; en tanto que el exoficial Rolando Melo fue sentenciado a cinco años y un día de presidio como encubridor de los homicidios, y a 61 días como cómplice de los secuestros.
Además, el Estado chileno deberá indemnizar con 2,1 millones de dólares a los familiares de las víctimas.
Ahora bien, profesor, director de teatro, cantautor, luchador social y militante comunista, Jara es un símbolo de los miles de chilenos que fueron detenidos, torturados, desaparecidos y asesinados durante la dictadura de Augusto Pinochet, instaurada a sangre y fuego el 11 de septiembre de 1973.
A Jara, a quien los militares le trituraron sus dedos con el golpe de las culatas de sus fusiles en las sesiones de tortura a las que le sometieron en el estadio Nacional, le dispararon 44 veces, mientras que Quiroga recibió 23 impactos de bala.
El testimonio de Mario Aguilera, sobreviviente de los centros de tortura, revela la crueldad de la dictadura. “La noche era lo peor, en medio del silencio se escuchaba mucho más de lo que uno quería saber. La tortura a otros era peor que lo que uno podía soportar. Cuando te lo hacen a ti logras morder la rabia y el dolor, pero al escuchar a los demás tu indignación sólo te permite llorar en silencio”.
La dictadura pinochetista acabó con el sueño de muchos chilenos: hacer cambios sin violencia y mejorar las condiciones de vida de los más pobres. Y si este fue el ‘pecado’ del presidente Allende, el hecho de que nueve represores hayan sido condenados —después de 45 años de impunidad— es un enorme paso en el largo camino de buscar justicia para los mártires que entregaron su lucha y su vida en defensa de la soberanía y la democracia en los países de América Latina.
Publicado en la editorial del periódico Cambio el 5 de julio de 2018
Publicado en la editorial del periódico Cambio el 5 de julio de 2018
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