Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Lourdes Montero
El
jueves pasado se cumplió el día límite impuesto por un juez federal de Estados
Unidos para la reunificación de todas las familias separadas en la frontera.
Sin embargo, la crisis continúa, debido a que de los 2.500 menores separados
solo 1.800 han logrado la reunificación. Esto significa que al menos 700
menores no han sido devueltos a sus padres porque éstos no cumplen con los
requisitos para una entrega (por ejemplo, pruebas de ADN que prueben sus
vínculos parentales), o porque directamente sus familias no pudieron ser
contactadas, luego de haber sido deportadas separadas de sus hijos.
Esta
crisis se desata en abril de este año cuando el fiscal general estadounidense,
Jeff Sessions, anunció la política de “tolerancia cero” de la Casa Blanca
contra la inmigración ilegal. La idea surgió de la mente del general John
Kelly, jefe de Gabinete de Trump, e implica que la Justicia considere a los
adultos que intentan penetrar en territorio estadounidense como delincuentes
que deben ser juzgados. Esto significa que pierden automáticamente la custodia
de sus hijos. Antes de esta decisión, cruzar la frontera se consideraba una
infracción administrativa, y por ello no se procedía con la rigurosidad actual.
Esta
medida ha puesto en contra de la Administración Trump prácticamente a toda la
opinión pública de Estados Unidos, con voces de indignación de las iglesias,
defensores de derechos humanos, políticos de ambos partidos y hasta de la
mismísima primera dama. Expresando ese sentimiento generalizado, el popular
periódico neoyorquino Daily News publicó en una de sus portadas la foto de una
niña de dos años que lloraba desconsoladamente mientras su madre era detenida.
Acompañaba la imagen el titular: “Cruel. Desalmado. Cobarde. Trump”.
Esto
no ha conmovido al Presidente de Estados Unidos, quien, como hace siempre, se
mueve discursivamente entre ambas posiciones. Primero declaró que no iba “a
ignorar la ley”, pero luego manifestó que “detesta” ver niños separados de sus
padres. En junio pasado, presionado por las protestas, Trump firmó una orden
ejecutiva para frenar las separaciones.
Los
analistas sostienen que la criticada medida fue pensada para forzar a la
oposición demócrata a suscribir con los republicanos una nueva legislación en
materia migratoria que incluya la financiación del vergonzoso muro con México.
Para otros, solo fue un globo de ensayo de Donald Trump para ver hasta dónde
puede avanzar en su política radical contra la inmigración, incluso violando
los derechos humanos. Esta medida, a pesar de las voces de protesta, no parece
molestar a toda su base votante; una encuesta de opinión nacional mostró que
casi uno de cada tres adultos estadounidenses apoya la política.
Este
contexto nos vuelve a la constatación de que el problema no es Trump y sus
ideas, sino su base votante. El racismo y la xenofobia estadounidense no se
extinguirían sin Trump, de la misma manera que no nacieron con él. Si sus ideas
lograron ganar las elecciones es porque encontraron resonancia en una parte del
pueblo estadounidense que, siendo de esencia migrante, cree que el mejor camino
del desarrollo de un país es la uniformidad racial.
El
triunfo de Trump expresa que los valores de la tolerancia, la diversidad como
una ventaja y la integración social, que consideramos pilares básicos de
nuestra convivencia social contemporánea, pueden ser puestos en crisis y en
cuestionamiento en nuevos tiempos de nacionalismos conservadores. La crisis de
los niños separados de sus padres en EEUU es solo la punta del enorme glaciar
que implica el problema de la crisis humanitaria provocada por la inmigración.
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