Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Daniel Araújo Valença
América Latina vive un momento
histórico. Así como los períodos de luchas de liberación, las revoluciones
nacionales, las dictaduras cívico-militares, el neoliberalismo, de nuevo el
continente experimenta una nueva coyuntura común a la mayoría de los países.
Para algunos es el fin del ciclo de gobiernos progresistas. Las recientes victorias
de la derecha en Argentina y Venezuela aparentan apoyar esa posición.
En Brasil, la reelección de
Dilma Rousseff en 2014 pasó bajo una fuerte polarización[1].
Poco después, el gobierno hizo un gesto hacia los sectores elitistas, conformando
un ministerio en su mayoría conservador y bajo la dirección de una política
económica financierista. Como consecuencia, la base social que había sido
reaglutinada alrededor del proyecto de transformación, se diluye. Durante 2015,
su popularidad cayó en picada. La política económica neoliberal, el aumento del
desempleo, las acusaciones de corrupción contra funcionarios del gobierno, todo
estaba en contra el gobierno.
La oposición desde el
principio no aceptó la cuarta derrota consecutiva. Pidió recuento y persistió desacreditando
el gobierno electo. Con la caída de la popularidad de Dilma, la derecha ha
invertido en acciones de calle. En verdad, desde 2013, durante el proceso
llamado "Jornadas de Junio[2]",
experimentaba las calles. Bajo el lema de "acto de la familia" y
" en contra la corrupción", ha organizado actos con cientos de miles
de participantes. En paralelo, ha articulado la huelga de los conductores de
camiones, una campaña mediática permanente contra el gobierno, vinculándola a
la corrupción y todos los métodos para llevar su popularidad hasta el nivel más
bajo posible. Uno de ellos fue la elección de Eduardo Cunha a la presidencia de
la Cámara de Diputados. Su función sería la de promover una agenda conservadora
en el Parlamento - la retirada de los derechos laborales, etc. - y perturbar
tanto como sea posible el gobierno.
Entonces, finalmente, sobre la
base de un informe del Tribunal de Cuentas[3]
los partidos de la oposición han entrado en el último mes con el juicio
político. Eduardo Cunha, acusado de detener cuentas secretas en Suiza,
chantajeó al Partido dos Trabalhadores, de la presidenta Dilma, para votar en
su favor para que no continúe el proceso de juicio político en su contra. El
PT, rescatando su historia, después de tiempos de somnolencia debido a
concesiones a la "gobernabilidad", negó el acuerdo. Cunha luego hizo
todo tipo de maniobras legislativas para aprobar el juicio político contra
Dilma.
En este contexto, no sólo la
base social del PT, también muchos sectores se levantaron contra el golpe a la
democracia. Mientras Cunha hizo avanzar el proceso de juicio político mediante
una serie de irregularidades, la sociedad civil compactada en un bloque en
defensa de la democracia, de la pérdida de su mandato y en contra del juicio
político. A la cabeza del movimiento Brasil Frente Popular, frente que reúne a los
partidos de izquierda, movimientos sociales y sindicales, creado después de la
reelección de Dilma a buscar la unidad en torno a un proyecto
democrático-popular para el país.
Mientras que la oposición
intentaba derrocar al gobierno provechándose de su baja popularidad, el método de
conducción del juicio político le quitó la credibilidad. Al responder la
presidenta contra el juicio político ante un comité donde un tercio de sus miembros
responden criminalmente en el Tribunal Supremo y cuyo líder es Eduardo Cunha,
la sociedad brasileña ha se polarizado entre, por un lado, el "fuera Cuña"
y el mantenimiento del orden democrático y, por otro, el apoyo al juicio
político con olor de golpe.
La coyuntura que caminaba hacia
el final del ciclo progresivo en Brasil fue por ultimo sorprendida por los
hechos de esta semana. Las actos de la derecha finalmente se presentaron como manifestaciones
conservadoras: no defendían sólo el lema general "contra la
corrupción", pero si la salida inmediata de Dilma, así como sus verdaderos
líderes aparecieron –los partidos de oposición y sus líderes oligarcas, así
como partidarios del regreso de la dictadura militar . Como resultado, ha sido
un fracaso rotundo en todo el país las movilizaciones de este Domingo, 12. Por
otra parte, los actos de respuesta por parte de la izquierda, en este 16,
movilizaron grandes masas de la clase obrera y estaban muy por encima de los de
la derecha, hecho que incluso los medios de comunicación empresariales han
reconocido. Por último, el jueves 17, el Tribunal Supremo del país ha considerado
los procedimientos legislativos de Cunha para acelerar el proceso de juicio
político como inconstitucionales.
En conclusión, tanto en la
sociedad civil como en la sociedad política, el intento de derrocar a la
presidenta fracasó. Con él, se abre la posibilidad de un giro a la izquierda
del gobierno. Al reconstruir su base social, reactivar su fuerza y las más creativas energías, así como enlazar la oposición
al golpe de Estado y la ruptura del orden democrático, el gobierno gana borde
de tomar una postura más agresiva en torno más intensos procesos de
democratización. De hecho, Dilma ya indica algo en ese sentido mediante la
reducción de la tasa de superávit primario - que garantice únicamente al bolsa-familia[4]
10 millones de reales - y se reunió con 65 representantes del Frente Brasil
Popular el jueves para agradecer el apoyo y la movilización popular.
El 2016 se inaugura con la
oportunidad histórica de renovar la esperanza en un proyecto de país unido,
soberano y justo y construir una hegemonía alrededor de él. Sin duda, el ciclo
y la historia no terminan.
Profesor de derecho en la
Universidade Federal Rural do Semiárido, estudiante de doctorado en derechos
humanos con el tema de la Constitución de 2009 y el Proceso de Cambio en Bolivia.
[1] Hizo
una análisis de coyuntura sobre los gobiernos de Lula y Dilma en: America
Latina y la lucha de clases – reflexiones sobre el presente de Brasil
[2] Hizo uma análisis em
Analisei esse fenômeno no artigo: < https://sites.google.com/a/criticadodireito.com.br/revista-critica-do-direito/todas-as-edicoes/numero-4---volume-60/daniel>
[3] Se trata
de un corte que asesora al Congreso Nacional en el control de las cuentas
públicas, es decir, sus informes no deben tener fuerza de decisiones,
compitiendo al Congreso aprobar o no sus notas.
[4] El mas grande programa de transferencia
de efectivo, similar a los bonos de Bolivia, pero todas las propuestas de
transferencias de efectivo se consolidan en él.
y Twitter: @escuelanfp
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