Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julieta Paredes
a frase “Aqui no se rinde nadie” enunciada por el comandante Hugo Chávez es visionaria, dicha a propósito de la entrega de títulos de bachiller en la Misión Ribas, donde de 957.689 graduados el 72% son mujeres, llamadas “vencedoras”. “Acá no se rinde nadie” nos resuena hoy en el corazón, al ver los resultados de las elecciones legislativas venezolanas, que muestran la inclinación del voto del pueblo hacia la derecha.
El
contexto de esta votación es una guerra económica que prácticamente ha matado
de hambre al pueblo venezolano, un asedio permanente por parte de la derecha
desde diferentes flancos. Es mentira que la democracia es para el pueblo, pues
cuando el pueblo la usa para proyectar sus sueños de país, la derecha jode, y
jode para no dejar un día de tranquilidad. ¡A tomar en cuenta cómo es esto de
la llamada democracia! Cuando el pueblo se insurrecciona, se llama “poner en
riesgo la gobernabilidad”, se llama “caos y anarquía”, se llama “quiebre de la
institucionalidad”.
La
guerra de los precios del petróleo, que cayeron y siguen cayendo como para
decirnos: “¿tienen recursos naturales?, pues de nada les va a servir si quieren
organizar otra sociedad por fuera del capitalismo”, es sobre todo la
demostración del poder de Estados Unidos y de su aliado Arabia Saudita. Se
trata de una guerra mediática principalmente internacional, que ha taladrado
los oídos de la población latinoamericana todos los días; y para yapa, grupos
de paramilitares han generado las llamadas warimbas con el propósito de crear
una impresión de guerra civil.
Pero
no seríamos revolucionarias si no analizamos las responsabilidades propias, si
no autocriticamos como revolucionarias y revolucionarios. Gravísimo error
depender de los petrodólares, no generar una autonomía productiva coordinada
con una crítica del capitalismo y los “valores” de la explotación, la
acumulación y el dinero fácil. No basta ser anticoloniales, tenemos que
descolonizar nuestros cuerpos y nuestras vidas. Reconducimos los procesos con
base en la autocrítica, y en ese camino es necesario entender cómo el machismo
es el caldo de cultivo para las acciones prepotentes, soberbias, y se
desarrolla al margen de decisiones y procesos que hacen a los pueblos.
No
es un detalle menor nuestra insistencia como feministas comunitarias de
denominar a este sistema de dominaciones como “patriarcado”; este sistema de
muerte se recicla y recicla el sistema, y su particularidad es que lo hace
sobre los cuerpos de las mujeres. Nuestros hermanos hombres también están
jodidos en el “patriarcado”, pero tienen privilegios en ese sistema, y esos
privilegios consisten en sentirse más y mejor que las mujeres que les rodean.
Es este el mecanismo a través del cual el sistema se recicla cada día y
finalmente no cambia, y así no podemos construir el mundo que soñamos.
Más
que nunca Venezuela, hermana, estamos contigo, más que nunca Argentina, hermana,
estamos contigo. Todo lo dicho, todas las reflexiones planteadas aquí son
también para Bolivia; en donde nuestro proceso de cambio y nuestros sueños de
país peligran, porque los errores son diferentes, pero muy parecidos.
Es feminista comunitaria
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