Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Juan Agulló y
Rafel Rico Ríos
Hace 17 años, el 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez,
ganó las elecciones presidenciales en Venezuela por abrumadora mayoría
(56.20%). El país sudamericano enterró el bipartidismo y clausuró un ciclo de
pesadilla en el que la sucesión de crisis y ajustes estructurales pareció no
tener fin.
Ayer, justo 17 años después, Nicolás Maduro, sucesor
de Chávez en la Presidencia, perdió el control del poder legislativo que pasará
a manos de la oposición. Tras 18 victorias en diversas contiendas, ésta ha sido
la primera derrota de cargos electos. A partir de ahora, pase lo que pase, es
posible que estemos ante otro cierre de ciclo. Pero, ¿estará el chavismo ante
su canto del cisne?
En primer lugar, recordemos que se trata de unas
elecciones legislativas, no presidenciales y, por tanto, el ejecutivo continúa
gobernando hasta 2019.
Sin embargo, la abultada victoria de la oposición, con
más de 100 diputados, le da lo que se llama “mayoría calificada” que le
permitirá, entre otras cosas, aprobar o rechazar cualquier ley, dar voto de
censura al vice-presidente y ministros, hacer reformas constitucionales, entre
otras atribuciones legislativas.
Por otra parte, con la fuerza que ha exhibido la
oposición se plantea la posibilidad de convocar un referéndum revocatorio al
Presidente de la República, pero estarían obligados a recoger las firmas del
veinte por ciento de los electores inscritos y superar en el referéndum los
resultados que alcanzó Nicolás Maduro en 2013.
La oposición aún no tiene el gobierno pero esta
victoria deja al actual gobierno debilitado ante un escenario de fuerte crisis
económica, política y social.
La gran pregunta es por qué después de tantas
victorias, esta vez sí ha perdido el chavismo. Para responder a esta cuestión
es necesario plantearse qué ha sido y qué es el chavismo.
En sus orígenes, el chavismo pivotó
sobre dos grandes columnas:
1. Una reacción al recetario neoliberal y a la crisis
de legitimidad bipartidista que no solucionaba los problemas de las grandes
desigualdades dentro de una sociedad venezolana profundamente fracturada.
2. Un proyecto político que, desde que Chávez entró en
la escena política en 1992, estuvo orientado a superar la dependencia petrolera
y el pésimo reparto de su renta.
¿Y qué ha ocurrido en estos 17 años? veamos algunas
claves de un primer análisis del día después de una derrota.
Primera clave, enfrentamiento con EEUU
El plantear el reparto y control de la renta petrolera
fue para Venezuela firmar una declaración de guerra contra EEUU que considera
casi cualquier reserva energética del mundo (y más aún, las del Hemisferio
Occidental) como una cuestión de Seguridad Nacional. Este
enfrentamiento se tradujo en un rosario de intervenciones, mediáticas,
económicas, políticas, directas e indirectas, del gigante del Norte contra
Venezuela, incluyendo el Golpe de Estado de abril de 2002. 17 años después,
aunque Venezuela ha diversificado compradores, ha seguido dependiendo de
Washington.
Segunda clave, dependencia petrolera
El chavismo ha sido incapaz de
reducir su dependencia rentista del petróleo durante estos 17 años. No ha
logrado generar tejido industrial, ni recuperar la producción agrícola, ni
establecer una economía de servicios medianamente competitiva. Aunque logró
retener un porcentaje mucho mayor de la renta petrolera en el país, suficiente
para enfurecer a diversos lobbies multinacionales, no consiguió superar la
dependencia petrolera y mantuvo las consecuencias de una economía rentista.
Mientras los precios del petróleo fueron altos, el
chavismo mantuvo el reparto de la renta con una fuerte apuesta social basada en
programas sociales que mejoraron ostensiblemente las condiciones de los
sectores más desfavorecidos, redujeron espectacularmente niveles alarmantes de
pobreza y proporcionó salud y educación gratuitas a todos los sectores
sociales.
Sin embargo, en los últimos años, Estados Unidos, que
sigue siendo adicto a las energías fósiles, apostó por el fracking y
los países productores de crudo no quisieron disminuir su producción, lo que
provocó la fuerte caída de los precios petroleros que impactaron dramáticamente
en la economía venezolana y en la sostenibilidad de su modelo social. Fue ahí
cuando la escasez de productos de primera necesidad, la ineficiencia, el
clientelismo, la corrupción y una política social desestructurada y
desorganizada, comenzaron a desgastar los logros del chavismo.
Tercera clave, fracaso con los problemas endémicos
Si preguntan en la calle por qué ha perdido el chavismo estas
elecciones, la respuesta es muy clara: escasez de productos, subida de precios,
desabastecimiento e inseguridad. Sin embargo, estos problemas, que han generado
un creciente malestar en la población, se vienen incubando desde hace años, son
producto de unas inercias estructurales que el chavismo creyó
poder conjurar con solo evocarlas pero que ha sido incapaz de superar. El
gobierno se ha defendido argumentando que son inducidos por factores con
intereses contrarios al proceso pero este argumento, en esta ocasión, no ha
sido suficiente para convencer a las mayorías.
Cuarta clave, falta de institucionalidad
El chavismo fue incapaz de generar
una institucionalización que asentara conquistas sociales y el diseño de un
nuevo modelo de Estado que mantuviera de forma sostenible y eficiente un
sistema político y económico orientado a la igualdad y a la justicia social.
Quinta clave, radicalización de la oposición
La oposición no solo es heterogénea sino que está
profundamente dividida. La violencia callejera promovida a principios de 2014
por Leopoldo López y María Corina Machado, minaron el liderazgo de Henrique
Capriles Radonski que pretendía un acercamiento al chavismo y
trataba de alcanzar unos acuerdos de mínimos en temas claves como la
inseguridad. Esta división de la oposición ha permitido que durante estos 17
años los sectores radicales de extrema derecha tomaran la iniciativa política
impidiendo cualquier acuerdo de Estado entre gobierno y oposición y generando
un clima de ingobernabilidad constante que ha obstaculizado el desarrollo de
las políticas del gobierno.
Sexta clave, heterogeneidad del chavismo
El chavismo tampoco es homogéneo. El
malestar social endémico que dio origen al chavismo aglutinó
en un mismo proceso distintas sensibilidades políticas, distintos sectores
sociales, visiones de país, civiles y militares. Esta heterogeneidad
ideológica, que ha sido fortaleza en la unidad y como bloque contra las
embestidas de la derecha, sin embargo, ha impedido el diseño de políticas
claras y coherentes. El chavismo se ha convertido más en un
sentimiento político de unidad de sectores políticos y sociales heterogéneos
frente a una clase dominante que en una doctrina política claramente definida.
Esta derrota es un toque de atención no solo al chavismo sino
a la izquierda en general cuando tiene que pasar de las intenciones, del
discurso por la igualdad y la denuncia de las injusticias sociales, a gobernar
con políticas viables que den solución a las necesidades concretas de los
ciudadanos.
Conclusión
Los resultados de la elección de ayer pueden ser
engañosos. En 1972, en un librito titulado “Venezuela contemporánea, ¿un país
colonial?”, el historiador Federico Brito Figueroa sostenía que su país, en
buena medida como consecuencia de la producción/dependencia petrolera, era un
excelente ejemplo del colonialismo posterior a la descolonización. Es
verdad que hasta cierto punto Chávez acabó con la tutela extranjera pero no con
la dependencia petrolera y sus nefastas consecuencias sociopolíticas. ¿Lo hará
la oposición?
Aunque suene a tópico, lo cierto es que ante la fuerte
polarización que vive y padece la sociedad venezolana, la oposición debe asumir
su victoria con responsabilidad ante el reto que le han concedido los
ciudadanos, algo de lo que hasta ahora no ha hecho gala. Su victoria se debe
más al fracaso del gobierno en afrontar los problemas que azotan el país que a
sus méritos propios como opción política que ilusione a las mayorías.
El voto a la oposición, como su nombre indica, es un
voto de oposición más que un voto de construcción y no se debe olvidar que las
políticas de la llamada Cuarta República, con su viejos dirigentes que siguen
activos, tampoco pudieron solucionar los problemas endémicos irresueltos,
dependencia petrolera, el reparto de la riqueza, las desigualdades, la
marginalidad, o la inseguridad.
Mientras tanto, el chavismo, que no es
solo este gobierno, ha dejado una profunda conciencia política en el pueblo
venezolano que ha marcado un antes y un después en la historia de este país y
con capacidad y fuerza suficiente como para renovarse y generar nuevos actores
y movimientos políticos que entren en la escena política venezolana y
latinoamericana. Que nadie lo dé por vencido.
Publicado en la página de Rebelión
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