Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Gerardo F. Clavijo Cárdenas
La denominada Guerra del Gas en octubre de 2003, dividió la historia de nuestro país en un antes y un después. Antes se acumularon muchas contradicciones que generaron este importante salto cualitativo en nuestra historia. El hartazgo por las medidas de ajuste y privatización del gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que se transformó en la rebelión de todo un pueblo rechazando contundentemente la pretensión de exportar gas a precio de gallina muerta a Estados Unidos vía Chile, país que sería beneficiado por las instalaciones y los beneficios colaterales que traería la eventual exportación de gas.
El mismo país que nos invadió, instigado por el capital británico para apoderarse del salitre y territorios bolivianos que derivaron en la pérdida de nuestra salida al mar y definitivo enclaustramiento, el mismo actuar de la clase dominante que en tiempos de la Guerra del Acre contra el Brasil (1899-1903) o en la del Chaco (1932-1935) favorecieron los intereses de las trasnacionales.
Hastiados con esa clase dominante que consideraba nuestra tierra como su feudo, abanderamos la rebelión de nuestros mártires Tupak Katari, Bartolina Sisa y Zárate Wilka, como asimismo la de nuestros intelectuales como Marcelo Quiroga Santa Cruz o Luis Espinal Camps, para ponernos al frente de las intenciones de una clase que llegaba a su fin en sus mezquinos intereses.
La rebelión en marcha
Los primeros días de septiembre del 2003 Evo Morales desahució el denominado Reencuentro Nacional de los Bolivianos que la Iglesia venía proponiendo desde hace algunos meses atrás. La razón fue que el gobierno de Sánchez de Lozada no aceptaba discutir el tema del gas y el aumento de los impuestos petroleros del 18% al 50%.
Desde Caracollo y Huarina partieron dos marchas de campesinos de las provincias a la ciudad de La Paz, una de ellas con la participación activa de la COR de El Alto. Las dos con un sólo objetivo: reclamar el destino del gas que se pretendía vender a los Estados Unidos vía Chile; ambas marchas arribarían a La Paz el 9 de septiembre. La COR de El Alto adhiere una demanda local: resistir a la recastratación, que moviliza a todos los vecinos en forma unitaria y participativa.
Los marchistas que ya se encontraban en la ciudad de El Alto se declararon en huelga de hambre, en Villa Adela, mientras que el Gobierno continuaba con su proyecto de exportaciones previsto para el 2004.
El apoyo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial no se dejó esperar, el primero con 10 millones y el segundo con 63 millones de dólares, para una agresiva campaña de persuasión a la población sobre los supuestos beneficios que traería esa exportación masiva de nuestro recurso natural.
El Ministro Sánchez Berzain preparó la represión militar, asentando a los efectivos militares en distintos lugares de las carreteras del altiplano, provistos de todos los insumos necesarios para resistir a los campesinos que preparaban su arribo a la ciudad de La Paz.
La masificación de las movilizaciones y bloqueos en los caminos se efectivizan, como también el paro indefinido en la ciudad de El Alto, los bloqueos en Uni y los Yungas, en un acto de resistencia si precedentes.
Se inició el pedido de renuncia de Sánchez de Lozada en el centro minero de Siglo XX, resultado de una concentración popular que califica la propuesta como traición a la patria.
Mediante un operativo de rescate a viajeros que estuvieron bloqueados en Sorata, Sánchez Berzain inicia la masacre, en ese operativo mueren seis personas. La resistencia se generaliza en otros centros poblados de la región como Ilabaya y Warisata. En esos centros mueren otros indígenas que piden la inmediata renuncia del ministro de la muerte; a su vez, los campesinos eludieron los controles militares y se fueron acercando a la ciudad de La Paz.
La Central Obrera Boliviana, luego de celebrar un Ampliado Nacional resolvió declarar la huelga general indefinida con bloqueo de caminos a partir del 29 de septiembre. Las demandas centrales eran: la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada y de Sánchez Berzain, sin embargo, esta convocatoria fracasó por haber sido precipitada, los campesinos de los Yungas esperaban la convocatoria de la CSUTCB; la Coordinadora del Gas tampoco apoyó la medida.
Sin embargo, progresivamente se va ampliando el descontento popular y el pedido de la renuncia del presidente se multiplica, las seis Federaciones del Trópico anunciaron el inicio del bloqueo de caminos para el 10 de octubre, de la misma manera la CSUTCB se aprestó para hacerlo el 6 del mismo mes.
Del 8 al 17 de octubre se desarrolló el levantamiento popular que daría fin al gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada, los hechos marcaron la vida de bolivianos y bolivianas que viven en la ciudad de El Alto y de La Paz, escenario de la movilización de miles de pobladores en defensa de los recursos naturales.
El 12 de octubre, Sánchez de Lozada dio la orden de liberar el paso de los convoy de cisternas de gasolina custodiados por cientos de militares; durante su trayectoria murieron 37 hombres y mujeres asesinados por los custodios militares.
El presidente, criado desde los cuatro años en los Estados Unidos, ordenó liberar el aislamiento de La Paz. En cinco días de resistencia heroica en las calles de El Alto, 70 compañeros dejaron su sangre en las calles de esa ciudad heroica. Hicieron caer al gobierno y Sánchez de Lozada huyó en un helicóptero, gozando hoy de los privilegios de refugiado en la nación en la que se crió.
Las demandas sociales de octubre
La principal demanda de la Guerra del Gas fue la no venta a los Estados Unidos, vía Chile, del gas natural. Posteriormente se incorporaron otras demandas producto de la presión social en lucha: la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la recuperación de las empresas del Estado que fueron privatizadas y se encontraban en manos de trasnacionales.
Con la llegada al gobierno, con casi el 54% de los votos, Evo Morales Ayma, como primer presidente indígena de la historia de Bolivia, se comprometió a cumplir aquellas demandas.
Se nacionalizaron los recursos naturales y los hidrocarburos pasaron a constituir la fuente principal de los ingresos del Estado, esta vez en manos de los bolivianos, quedando como resultado el 87% para el Estado boliviano y el 13% para las trasnacionales.
La historia de Bolivia dio un giro de 180º, este pueblo sojuzgado durante de 500 años comenzó a despojarse de las brutales cadenas coloniales y republicanas. La nueva Constitución Política del Estado fue aprobada con el 61.43% de los votos, entrando en vigencia el Estado Plurinacional de Bolivia.
Las empresas estatales en manos de trasnacionales retornaron a manos de los bolivianos.
En las jornadas conocidas como “Octubre Negro o Guerra del Gas” se parió la nueva nación boliviana. Nació una Bolivia donde los pueblos que estuvieron invisibilizados asumieron el poder. Hoy la Asamblea Plurinacional refleja la participación de todas las naciones reconocidas en la Constitución y el país despega al horizonte del Vivir Bien bajo una economía social comunitaria.
El autor fue dirigente del PS-1
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