Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Rocha
Iniciada ya la precampaña hacia el anunciado Referendo por Reforma Constitucional las preguntas que seguramente se han instalado en los "cuartos de guerra” de sectores de oposición y oficialismo han estado referidas a los mensajes y estrategias a librar en la campaña que ya se avecina. En ese marco, no es descabellada la hipótesis de que quienes ocasionalmente votaron o votarían al presidente Morales, pudieran votar que No a la propuesta de Reforma Constitucional. Así, desde ambas veredas, se han empezado a vislumbrar las estrategias con las cuales se planea arribar a este encuentro discursivo, político y mediático.
Tras varios sucesos transcurridos en la última semana, queda medianamente claro que las oposiciones ven favorable una estrategia que permita aglutinarlas en su diversidad bajo la bandera del No, idealmente con sello ciudadano y sin liderazgo político visible; la idea en sí misma suena coherente y, probablemente, efectiva. En ese orden, el verdadero escollo que las oposiciones deben superar es su trayectoria y desempeño en estos últimos años, siempre enfrentando la imposibilidad de generar unidad. Más si en la última semana son ya un par de líderes de las mismas quienes salen a dar señales de cuán difícil es dejar de lado el anhelo de liderazgo en desmedro del fin común. Ahí está Rubén Costas señalando que hará campaña por el No y tendrá delegados de mesa (las oposiciones deberán ponerse de acuerdo para estas delegaciones por simples razones técnicas electorales) a tiempo de que Samuel Doria Medina estrena programa de radio, como espacio solicitado, y difunde en periódicos una encuesta que favorece su liderazgo y que, extraña –o casualmente-, no toma en cuenta a Tuto Quiroga.
Para el oficialismo la situación no anda necesariamente mejor, pues si bien pareciera que su campaña busca seguir la línea sostenida de estos últimos nueve años (la gestión pública) no dejan de pesarle los errores ya cometidos: gasolinazo, TIPNIS, elecciones judiciales, Fondo Indígena, que han generado un obstinado sentido común de resistencia en gran parte de la ciudadanía urbana. Ello sumado a un escenario global en el que hay que remar por mantener a flote la buenaventura del país adoptando medidas que hieren, con facilidad, el ideal político romántico con el cual el MAS accede al poder (relaciones EEUU, créditos para carretera TIPNIS, líderes sociales envueltos en casos de corrupción). Aún con todo el poder y legitimidad de la que goza el Presidente y el gobierno, un escenario electoral en el que se juegan discursos, imágenes e imaginarios es un mal momento para una crisis identitaria (real o simbólica).
Se sabe que en una campaña electoral son las apariencias las que deben superar las cualidades y que, en el fondo, lo que se hace en la misma es construir un relato político que goce de inteligencia, creatividad y legitimidad suficiente como para convencer al electorado. Todo esto, en un país de vocación electoral caudillista al frente de una pugna electoral en la que no se votará por una persona, sino por una idea.
Parece ser que tanto oposición como oficialismo pueden acceder a estrategias de campaña casi dictadas por el sentido común. El desafío real, para poder aplicarlas, será pues superar sus propias historias, lógicas, acciones y frentes internos que restan más en periodo electoral. Es decir, superarse un poco a sí mismas. Probablemente quien pueda con ello genere alguna ventaja a favor de su opción en los meses venideros.
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