Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Antonio Gramsci
“Para
la filosofía de la praxis, el ser no se puede separar del pensar, el hombre de
la naturaleza, la actividad de la materia, el sujeto del objeto; si se hace esa
separación se cae en una de tantas formas de religión, o en la abstracción sin
sentido”
“Paso
del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del sentir al comprender, al
saber. El elemento popular “siente”, pero no siempre comprende o sabe; el
elemento intelectual “sabe”, pero no siempre comprende y, sobre todo, no
siempre “siente”. Los dos extremos son, pues, la pedantería y el filisteísmo,
por un lado, y la pasión ciega y el sectarismo por otro. No es que el pedante
no pueda ser apasionado, al contrario; la pedantería apasionada es tan ridícula
y peligrosa como el sectarismo y la demagogia más desenfrenados. El error del
intelectual consiste en creer que se puede saber sin comprender y,
especialmente, sin sentir y estar apasionado (no sólo por el saber en sí sino
también por el objeto del saber), es decir, que el intelectual sólo puede llegar
a intelectual (no a puro pedante) si se diferencia y se separa del
pueblo-nación, o sea, sin sentir las pasiones elementales del pueblo,
comprendiéndolas, explicándolas y justificándolas en la determinada situación
histórica, y relacionándolas dialécticamente con las leyes de la historia, con
una concepción superior del mundo, científica y coherentemente elaborada, el
“saber”; no se hace política-historia sin esta pasión, es decir, sin esta
conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo-nación."
"Al
faltar este nexo, las relaciones del intelectual con el pueblo-nación son
relaciones de orden puramente burocrático, formal o se reducen a ellas; los
intelectuales se convierten en una casta o en un sacerdocio (llamado
centralismo orgánico)."
"Sólo
si la relación entre los intelectuales y el pueblo-nación, entre los dirigentes
y los dirigidos –entre los gobernantes y los gobernados– viene dada por una
adhesión orgánica en la cual el sentimiento-pasión se convierte en comprensión
y, por tanto, en saber (no mecánicamente sino de modo vivo), sólo en este caso,
decimos, la relación es de representación y se produce el intercambio de
elementos individuales entre gobernados y gobernantes, entre dirigidos y
dirigentes, es decir, se realiza la sola vida de conjunto que es fuerza social;
se crea el bloque histórico".
y Twitter: @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios