Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Kiara Gemio
Comenzaré afirmando que es positivo y destacable que el presidente Evo Morales haya pedido disculpas a la ministra de salud, Ariana Campero, por su desafortunado comentario (“no quisiera pensar que es lesbiana”) que hizo en la ciudad de Trinidad cuando entregaba ambulancias, en un acto en el que la mencionada ministra estaba presente.
Hablamos de una ministra que es la más joven del gabinete y, creo, la mujer más joven en la historia democrática del país en ocupar un cargo ministerial; una ministra médica graduada en Cuba que se ha enfrentado a sus colegas más veteranos, que desde sus bastiones denominados “Colegios Médicos” no se cansan de llamarla “chiquilla”, por el compromiso que ha demostrado Ariana para transformar el sistema de salud, afán en el que inevitablemente chocará con intereses gremiales de médicos que ven en la salud un negocio. En estas circunstancias es incomprensible que el presidente arremeta contra su colaboradora, apenas unos días después que el vicepresidente García Linera diera a la misma ministra un consejo conservador y tradicionalista –por decir lo menos- sobre la maternidad y el matrimonio.
No me voy a prestar a los ataques que realizan algunas feministas de derecha, que ahora se rasgan las vestiduras ante los comentarios de Morales y García Linera. Aunque no por ello me voy a callar ante los chistecitos machistas, ante las poses lesbofóbicas o ante la humillación pública a personas que, como Ariana Campero, merecen mi mayor respeto porque es una gran mujer, una gran profesional y una gran revolucionaria a la que alguna vez conocí en las reuniones del Comité de Solidaridad con Cuba.
Evo pidió disculpas a Ariana y está muy bien, pero hay que ir más allá, a lo que es la erradicación de estas actitudes y estas frases que indican que el patriarcado está vivito entre nosotros y entre nosotras. Cuando Evo dijo: “el capitalismo es machista” le aplaudí porque estaba abriendo las puertas al debate sobre la despatriarcalización como parte sustancial e indivisible de la lucha revolucionaria. Ahora es el momento de decirle a Evo: “el patriarcado es homofóbico y lesbofóbico”. La homofobia es la aversión hacia las mujeres u hombres homosexuales, en tanto la lesbofobia es un término que se acuñó recientemente para designar la aversión hacia las mujeres lesbianas.
Una persona debe aprender de los errores. La lección que debemos sacar de estos episodios para no reducirlos a simples anécdotas es que se debe incorporar en la formación teórica, práctica, ideológica y ética de los revolucionarios (especialmente de los jóvenes) conceptos tales como patriarcado y despatriarcalización.
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