Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Eduardo Galeano
En el año 2000, un caso único en el mundo: una pueblada desprivatizó el
agua. La llamada "guerra del agua" ocurrió en Cochabamba. Los
campesinos marcharon desde los valles y bloquearon la ciudad, y también la
ciudad se alzó. Les contestaron con balas y gases, el gobierno decretó el
estado de sitio. Pero la rebelión colectiva continuó, imparable, hasta que en
la embestida final el agua fue arrancada de manos de la empresa Bechtel y la
gente recuperó el riego de sus cuerpos y de sus sembradíos. (La empresa Bechtel,
con sede en California, recibe ahora el consuelo del presidente Bush, que le
regala contratos millonarios en Irak.)
Hace unos meses, otra explosión popular, en toda Bolivia, venció nada
menos que al Fondo Monetario Internacional. El Fondo vendió cara su derrota,
cobró más de treinta vidas asesinadas por las llamadas fuerzas del orden, pero
el pueblo cumplió su hazaña. El gobierno no tuvo más remedio que anular el
impuesto a los salarios, que el Fondo había mandado aplicar.
Ahora, es la guerra del gas. Bolivia contiene enormes reservas de gas
natural. Sánchez de Lozada había llamado capitalización a su privatización mal
disimulada, pero el país que quiere existir acaba de demostrar que no tiene
mala memoria. ¿Otra vez la vieja historia de la riqueza que se evapora en manos
ajenas? "El gas es nuestro derecho", proclamaban las pancartas en las
manifestaciones. La gente exigía y seguirá exigiendo que el gas se ponga al
servicio de Bolivia, en lugar de que Bolivia se someta, una vez más, a la dictadura
de su subsuelo. El derecho a la autodeterminación, que tanto se invoca y tan
poco se respeta, empieza por ahí.
La desobediencia popular ha hecho perder un jugoso negocio a la
corporación Pacific LNG, integrada por Repsol, British Gas y Panamerican Gas,
que supo ser socia de la empresa Enron, famosa por sus virtuosas costumbres.
Todo indica que la corporación se quedará con las ganas de ganar, como
esperaba, diez dólares por cada dólar de inversión.
Por su parte, el fugitivo Sánchez de Lozada ha perdido la presidencia.
Seguramente no ha perdido el sueño. Sobre su conciencia pesa el crimen de más
de ochenta manifestantes, pero ésta no ha sido su primera carnicería y este
abanderado de la modernización no se atormenta por nada que no sea rentable. Al
fin y al cabo, él piensa y habla en inglés, pero no es el inglés de
Shakespeare: es el de Bush.
y Twitter: @escuelanfp
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