Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
¿Es posible que un acto de corrupción, en este caso en el Fondo Indígena, pueda detener la historia? En los
comentarios de una emisora caracterizada por ser agorera del fracaso, su
Director Ejecutivo afirmó con la solemnidad de un Cardenal: “Este es el fin de
los movimientos sociales”;esta frase me recuerda al título de un libro
apocalíptico del destino de la humanidad, como fue el libro: “El Fin de la
Historia”.
No es casualidad, es simplemente la claridad ideológica que tiene tanto el
autor del libro como el Director Ejecutivo, que ofició de comentarista, de nada
sirvió la cautela sugerida por otro invitado al programa radial en esa
oportunidad.
Las palabras siempre son ese espejo que refleja nuestros pensamientos al
desnudo, en algún momento, pese a dominar la técnica del camuflaje, nuestro
subconsciente nos traiciona, y decimos lo que pensamos, a veces como un lapsus,
a veces como una categórica declaración.
Disculpamos el poco conocimiento que tiene el citado comentador, acerca de
los movimientos sociales, después de todo, un Director Ejecutivo no está
obligado a tener el mínimo conocimiento del tema a tratar, como lo debe tener
un aspirante a periodista.
Los movimientos sociales son la historia, desde las antiguas rebeliones de
esclavos, hasta la resistencia de las mujeres kurdas de hoy. Decir que los
movimientos sociales han muerto es decir que la historia ha muerto.
Este pensamiento está de moda, en América Latina, es el discurso del
neoliberalismo imperial, que no quiere otra experiencia boliviana, basada
justamente en la recuperación de la historia por los movimientos sociales.
Estos largos procesos que constituyen la consolidación de movimientos sociales
son el motor de la historia y son inmortales por ser inherentes a la vida
misma.
Este desprecio por la “plebe en acción” desde hace 8 años, ha tenido en
algunos medios de comunicación un vocero implacable, estos medios se han
convertido en Policías, Fiscales y Jueces, escudados en la “libertad de
prensa”.
Estos medios exhuman el pensamiento colonial y reflejan, como señalamos
antes la ideología racista, que es como señala Van Dijk “un sistema de poder”,
se constituyen así en defensores de viejo sistema de poder.
Por las particularidades del proceso boliviano, convivimos con los viejos
mecanismos burocráticos liberales, caracterizados por las jerarquías y la
ausencia de mecanismos de control y consulta, por otra parte, existen
experiencias de gestión que ponen en práctica el control social y la consulta,
uno de esos ejemplos son los municipios del Chapare, donde la rendición de
cuentas es una costumbre.
Esta compulsa entre estas dos formas de gestión burocrática, es un reflejo
de las contradicciones que tiene todo proceso de cambio, es en ésta dinámica
que se conjugan las ideologías, los hechos facticos, las apariencias y las
limitaciones humanas.
Los pueblos originarios, con su milenaria resistencia, no han sido ajenas a
la ideología individualista y de rápido enriquecimiento, esta es una batalla
personal entre la honestidad y el beneficio indigno. No debemos olvidar que es
el sistema capitalista que nos ha convertido en esclavos del dinero, del
supuesto prestigio que concede.
Queda demostrado que las viejas prácticas de una burocracia política
neoliberal ha penetrado y corroído el sistema comunitario de poder, algunos
dirigentes se han coteado puestos en la administración pública, se han servido
de ella y lo que resta es que el peso de la Ley tanto de la comunidad como del
Estado jurídico caiga sobre ellos.
El flagelo mundial de la corrupción, debe ser derrotada, desde adentro,
desde esos pequeños dispositivos de poder proclives a la corrupción.
El sindicar a dirigentes o a líderes de movimientos sociales de cometer hechos
ilícitos no necesariamente nos debe llevar a definir que es el propio
movimiento u organización social, que haya cerrado su ciclo y,
consecuentemente, su misión, su tarea política y organizativa en su
trayectoria, tras haber apostado con plena convicción a las grandes causas
históricas.
El deseo del fin de la historia, del fin de los movimientos sociales
proclamado por un confeso enemigo de este proceso, no solamente es un lapsus de
su ideología, sino una afirmación de su compromiso con el pensamiento único,
deslegitimando alguna pose neutral, al momento de oficiar de periodista.
El autor es escritor e historiador potosino
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