Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Titulación es equivalente a hábitat digno y saludable? ¿Tenencia segura equivale a propiedad individual?
Preguntas urgentes en torno a la ley de regularización urbana
Por:
Escarley Torrico
Desde
hace dos años se discute sobre una ley que permita, una vez más, la
regularización de la propiedad urbana. Las voces que se han escuchado en torno
a este problema son, más que todo, expresiones de ciertos sectores atemorizados
de que esta ley ponga en peligro la propiedad privada. En otros casos se ha
instrumentalizado estos miedos para generar un clima de incertidumbre en torno
a que se pretendería afectar a quienes poseen más de un bien inmueble en zonas
urbanas.
Nada está más lejos de la realidad y
ningún bien se hace en debatir este tema como arma política sea para ganar
votos o quitarle apoyo a tal o cual partido. Plantearemos algunos temas,
preguntas y preocupaciones necesarias para darle a este debate la importancia
que merece.
No es un asunto nuevo
La propuesta de regularización de la
propiedad urbana no es un asunto nuevo en Bolivia y América Latina. Quizás
deberíamos saber que, tiene sus orígenes en el problema de la urbanización
llamada informal, acelerada en grandes proporciones durante la etapa
neoliberal.
Como resultado de múltiples factores,
pero principalmente del libre arbitrio del mercado en el tema de vivienda y
suelo urbano, , los y las pobres tienen pocas posibilidades de adquirir una
vivienda o terreno, en lugares donde se les garantice condiciones dignas de
hábitat, lo que supone también acceso a servicios y la seguridad de vivir sin
peligro de desalojo. Así que la opción para este fin, es adquirir lotes cuyo
costo es reducido porque no cumple con las condiciones de “legalidad” requerido
y por lo mismo no cuentan con servicios básicos o incluso vías de acceso,
además deben sufrir las consecuencias inherentes a la segregación espacial,
exclusión social y mayores costos sociales y económicos en la reproducción de
su vida.
En otros tiempos, el Estado actuó para
disminuir los efectos de esta situación, aunque se ha reconocido que los
programas de vivienda y acceso al suelo urbano, provistos por el Estado hasta
los 80’s tuvieron serias limitaciones en este cometido. Pero es innegable que lo
que vino después fue más grave, durante el neoliberalismo, el Estado dejo de
actuar casi por completo en esta área y se limitó a dejar que el mercado,
formal o informal, se apoderara del asunto. Esto ha empeorado la situación de
las familias pobres, ni duda cabe, pues al mismo tiempo que el Estado dejaba de
actuar en el tema de vivienda, dejaba también la responsabilidad de provisión
de servicios y todo lo que tiene que ver con la regulación de los precios que
afectan principalmente al habitante urbano.
El neoliberalismo ante la informalidad
de la vivienda urbana
Pero como este contexto no es exclusivo
de Bolivia, en los años 90, tanto el Banco Mundial como el BID, y digamos
genéricamente los organismos internacionales, se interesaron en el problema,
que ya se había tomado amplias proporciones. La llamada vivienda informal, en
muchas ciudades de América Latina, no era algo episódico, en muchos casos
afectaba a más del 50% de las ciudades. No es raro que los urbanistas
latinoamericanos, tuvieran que discutir, si era o no válido hablar de división
entre lo formal /informal, si era evidente que la mayor parte de las ciudades
estaban fuera de lo que se consideraba “formal”. Se preguntaban si ¿se podía
acaso hablar de ciudades informales?
Los pobres urbanos, debido a su
condición “extralegal”, quedaban también fuera sistema financiero “formal” y
los organismos internacionales encontraron que la forma de apoyarlos era
incorporarlos al mismo. Se decía que así podrían acceder al crédito bancario,
hipotecario, y ello dinamizaría la economía al margen de redundar en una mejora
de las viviendas. La parte que le tocaba al Estado era crear programas para
facilitar los procesos de titulación de las viviendas. Por supuesto que muchos
se han preguntado si con esto ganaba alguien más que los bancos.
Titulación no garantiza acceso a crédito
Así que durante la década del 90 la
mayoría de los gobiernos del Tercer Mundo realizaron programas, la mayoría de
la las veces con créditos de los organismos internacionales para implementar programas
de regularización del derecho propietario. Los resultados de estos programas,
varían de país a país, pero en general no son del todo alentadores. Si bien es
cierto que un porcentaje pequeño de la población ha obtenido título de
propiedad, en realidad ha habido muchas otras barreras para que los pobres
puedan acceder al crédito. La consecución de este título no está vinculada con
ningún beneficio adicional.
Lo más preocupante, es que en realidad
ni siquiera se pudo demostrar que hubo una relación directa entre titulación y
acceso al crédito bancario, puesto que el titulo como garantía de pago, como
bien se sabe, no es la única barrera que tienen los pobres para acceder a
préstamos. De todas maneras los ingresos de las familias (informales como sus viviendas)
continúan siendo inestables yeso solo trae riesgos para el sector financiero.
De hecho, las familias consideraban tan riesgoso este mecanismo que la mayoría
se abstuvo de acudir a este recurso.
Alza del costo de vivienda, mayor
inaccesibilidad
Pero también hay otros efectos, digamos
negativos, que emergieron de este proceso. Por ejemplo, el hecho de que el
suelo donde se hacía la intervención subía de costo y de esta manera aunque los
que tenían papeles obtenían el beneficio de la valorización de su propiedad,
este encarecimiento del suelo hacía prohibitivos el acceso a la vivienda para
otras familias pobres. Como resultado existen en relación a este proceso
fundados reparos, así lo expresan dos investigadores del tema:
“…está demostrado que aunque el
reconocimiento de títulos individuales de propiedad absoluta puede promover la
seguridad individual de la tenencia (principalmente en su sentido legal), no
garantiza la integración socio-espacial. A menos que el proceso de otorgamiento
de títulos se haga dentro del contexto de una serie de políticas públicas que
consideren las condiciones urbanas, político-institucionales y socioeconómicas,
corre el riesgo de que los programas de legalización más bien agraven los
procesos de exclusión y segregación. Como resultado, es posible que los
beneficiarios originales de los programas no puedan permanecer en el suelo
legalizado, aunque esto justamente debería ser el objetivo final de los
programas de regularización” (Costa y Hernández: 2010)
En Bolivia, el 2002 fue implementado el
programa Acuerdo de Responsabilidad Compartida, ARCO, bajo los auspicios del
BID, en el gobierno de Sánchez de Lozada. En un inicio se dijo que el programa
alcanzaría a más o menos 62 asentamientos en el eje (Santa Cruz, El Alto,
Cochabamba) de los cuales no se atendieron ni a 20.
Una ley de regularización urbana sin
evaluación previa de los antecedentes
Ahora el gobierno de Evo Morales se ha
planteado la formulación de una ley de regularización urbana, que ya está en la
cámara de diputados, pero lo que extraña de sobremanera es que el mencionado
proyecto o los proyectistas no tengan como punto de referencia una obligada
evaluación de los resultados (positivos y negativos) que tuvo el anterior
programa. Esto debería ser un punto de referencia por lo menos para que quede
claro qué diferencias tiene este procedimiento con relación al anterior y qué
se prevé en el referido proyecto para subsanar los errores de su antecesor.
Pero lo que llama aún más la atención es
que no se cuestione en lo más mínimo la visión mercantilista y pro capital que
es inherente a este tipo de intervención. Por el contrario en eventos de
socialización, los funcionarios se ocupan de repetir la cantaleta de que los
títulos de propiedad son necesarios para que la gente acceda al crédito.
Creemos que esta idea debiera resultar inaceptable a los ojos de quienes están
formulando políticas públicas en un gobierno que se reclama “popular”,
comunitario, etc.
Es posible que debido al pragmatismo
característico de nuestros políticos, los proyectistas de la nueva
regularización no estuvieran interesados en discutir este tema, puesto que ello
llevaría a discutir otros temas más profundos. Como, ¿cuál es la política de
vivienda en este momento? ¿Cuál la de suelo urbano?
Políticas de control del suelo urbano,
de acceso a la vivienda y planificación territorial
Si aceptamos que el tema de la vivienda
urbana y el acceso de los pobres a ella, va más allá de los títulos de
propiedad, se debe en primer término establecer políticas de control del suelo
urbano para frenar la especulación, lo que supone debatir si debería o no el
Estado expropiar las tierras urbanas ociosas, tarea que exige evidenciar la
existencia de terratenientes urbanos a quienes se debe limitar su poder.
Tendríamos por supuesto que elaborar o clarificar cómo se enmarca esta política
de acceso al suelo urbano y vivienda en el Plan Nacional de Desarrollo y por
supuesto que generar herramientas de la nunca acabada Planificación
territorial, pues es urgente crear mecanismos para evitar que una urbanización
salvaje y la ampliación descontrolada de la mancha urbana ponga en riesgo, por
ejemplo, la seguridad alimentaria.
Pero, a despecho de quienes creemos que
esas son las tareas urgentes, digamos que estas razones no son suficientes para
alertar al gobierno en la aprobación acelerada de la ley de regularización
urbana, solicitada por los “movimientos sociales”.
Si este fuera el panorama y la única
razón válida para aprobar la ley fuera el hecho de que la gente no tiene
papeles que acrediten su propiedad, lo mínimamente serio sería que el gobierno
se preocupe de clarificar algunas cuestiones debido a que no es suficiente que
algunos datos nos muestren que el 50% de la gente de áreas urbanas no tiene
título de propiedad, puesto que aún si solo queremos solucionar este problema,
que no es más que el síntoma de una enfermedad mucho más compleja, es necesario
entender que el problema de la propiedad no está ligado únicamente a que las
manchas urbanas no estén “correctamente delimitadas” como lo anuncia la
exposición de motivos de la propuesta de ley .
En primer término creemos que hay
suficientes evidencias como para entender que este problema es bastante
heterogéneo como para pretender que la ley propuesta pueda siquiera paliarlo.
Por una lado están quienes tienen problemas por haber adquirido un lote fuera
de la mancha urbana, pero también hay quienes aún estando dentro de la misma no
tienen papeles en regla. Están aquellos que han ocupado terrenos de privados,
también quienes ocupan predios públicos (sean del Estado nacional o
municipales). O aquellos que no tienen papeles por que el trámite resulta
costoso y finalmente quienes no consideran las viviendas ni los predios como un
bien transable y no le dan importancia ninguna a adquirir papeles. Nos
preguntamos si los proyectistas de la ley cuentan con datos fiables sobre este
abanico de problemas.
En la exposición de motivos de la
versión consensuada del proyecto de ley se dice que 50% de la población urbana
no tiene papeles, pero no nos dice a qué porcentaje de ellos va dirigida la
medida y menos qué cantidad se espera que acceda al“beneficio”. Sí queda claro
que una primera delimitación es que aquellos que hayan ocupado terrenos
privados, aunque en muchos casos sea lo más legítimo, quedarán fuera de la
medida. Claro está que solo atenderá a quienes hayan afectado terrenos
públicos, de manera pacífica y continua. Parece que nadie quiere meterse con la
“propiedad privada” aunque no cumpla función social alguna.
¿Tenencia segura equivale a propiedad
individual?
Por otro lado, los formuladores de la
ley presuponen que la única solución aceptable es la propiedad privada
individual, desconociendo que el concepto de tenencia segura de la vivienda es
mucho más amplio que eso, así fue reconocido en la II Conferencia del Habitat,
1996donde se definió éste término de la siguiente manera:
“…puede decirse que una persona tiene o
la familia goza de una tenencia segura cuando están protegidos del desalojo
involuntario de su tierra o de su residencia. Sin embargo, muy a menudo se cree
que la seguridad en la tenencia entraña la propiedad individual absoluta
(propiedad privada), que no es sino una de las muchas formas que puede adoptar
la seguridad”.
Y en función de esto y de innumerables
experiencias latinoamericanas, nos peguntamos ¿por qué la propuesta de ley se
centra en la propiedad privada y no considera otras formas de tenencia segura?
¿No sería deseable potenciar alternativas que no fortalezcan los mecanismos de
libre mercado?
Peligrosa ampliación de la mancha urbana
“por decreto”
La cifra mágica de que más del 50% de
las viviendas urbanas carece de título de propiedad, es lo suficientemente
poderosa para justificar la necesidad (¿política?) de la medida. Es
comprensible, pero no lo es que automáticamente se deduzca que este hecho está
ligado a una mala delimitación de áreas urbanas. Ya se dijo que esto no
necesariamente es así, pero siguiendo ese razonamiento, la propuesta de ley
prevé que a fin de facilitar el proceso de titulación, los gobiernos
municipales tendrán un plazo (determinado en un posterior Decreto Supremo) para
delimitar su área o radio urbano a ser homologados por el Ministerio de
Planificación del Desarrollo.
Desde nuestra perspectiva, hay varios
riesgos en esta previsión, pero el mayor es pretender que con la finalidad de
entregar títulos de propiedad a quienes no tienen, el Estado debe forzar la
delimitación de áreas urbanas en los municipios. Creemos que no es necesario
mencionar que estos procesos son sumamente sensibles, puesto que desatan las
expectativas de los especuladores de suelo, con lo cual los precios de los
terrenos se podrían disparar a niveles insospechados. Eso sin hablar de las
presiones legales e ilegales que irán dirigidas a los administradores
municipales, en especial en las regiones metropolitanas y áreas con presiones
urbanísticas para aprovechar el momento para ampliar las machas urbanas o
delimitarlas siguiendo los preceptos de los intereses inmobiliarios, por encima
de cualquier criterio técnico.
Además en un contexto de debilidad institucional
y técnica de la mayoría de los municipios ¿qué podría resultar de esta urgencia
de delimitar áreas urbanas? Actualmente incluso los municipios llamados grandes
del eje, tienen varios problemas para aprobar sus Planes de Ordenamiento
territorial.
Y luego de desatadas estas expectativas,
donde la población “afectada” será probablemente utilizada por los loteadores
para protagonizar marchas y bloqueos, ¿será capaz alguna instancia de gobierno
de frenar estos conflictos?
Los municipios intermedios actualmente
se encuentran fuertemente presionados por los intereses de loteadores para
“urbanizar” terrenos hasta ahora agrícolas, una media como esta, si no está
acompañada de otras salvaguardas, solo acelerará el abandono de tierras
agrícolas y su conversión en tierra urbana. ¿Así garantizamos la seguridad
alimentaria?
No está por demás mencionar otro tipo de
riesgos en relación a que esta medida, se desconoce acaso que los problemas de
límites entre municipios se agudizarían. ¿Desconocen las autoridades que los
loteadores son un agente importante en este tipo de conflictos?
Desde el punto de vista de los efectos
no deseados, de esta apresurada aprobación y redefinición de “Manchas urbanas”,
¿cuál sería el saldo? Mucha gente tendrá títulos de propiedad, ¿y cuánta gente
se quedaría sin la posibilidad de adquirir terrenos o vivienda en el futuro?
Titulación no es equivalente a hábitat
digno y saludable
Por último hay que preguntarse también
si este proceso, más allá de otorgar títulos de propiedad, garantiza el derecho
a un hábitat digno y saludable. Tener papeles no es lo mismo que tener vías de
acceso, áreas de equipamiento, áreas verdes, servicios, etc.
La situación nos muestra las tremendas
debilidades que hoy existen en los gobiernos municipales para hacer frente al
problema del acceso a servicios básicos. Todo indica que estos problemas, se
quedarán y podrían agravarse debido a la expansión y mayor dispersión de las
áreas urbanas lo que dificultará y encarecerá mucho más la provisión de
servicios como agua potable y alcantarillado. Hoy por hoy, ni siquiera los
municipios del eje han dado solución a estos problemas, verdaderas bombas de
tiempo ambiental, que las autoridades fingen desconocer. ¿Es cierto o no que
los municipios utilizan los ríos para deshacerse de las aguas servidas?
Como se observa muchas preguntas en el
tintero y muchos temas para aclarar. Demasiados como para correr locamente a
aprobar la ley de regularización urbana. Ojalá suficientes para promover la
búsqueda de respuestas y la profundidad del debate sobre este tema.
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