Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Antonio Peredo Leigue
Abril de 2012
Este 9 de abril se cumplen 60
años de un capítulo importante de nuestra historia: la Revolución Nacional.
Duró lo que tenía que durar en la discordancia entre un pueblo que marchaba
hacia el socialismo y un gobierno que se esforzaba por construir un estado
capitalista moderno. Ni una ni otra cosa fueron posibles, cuando el gobernante
Paz Estenssoro cedió ante las pretensiones arribistas de un general: René
Barrientos Ortuño, abiertamente apoyado por el Departamento de Estado y el
Pentágono norteamericanos.
Seis años y algo más tiene el
proceso de cambio que encabeza el presidente Evo Morales. Un pueblo que impulsa
la revolución democrática y cultural y un gobierno que busca encontrar el
equilibrio entre las fuerzas que se afincan en el pasado y la tumultuosa
corriente que quiere avanzar a paso redoblado.
Seis años después del 9 de abril,
en 1958, gobernaba el presidente Hernán Siles Zuazo quien, al comenzar su
mandato en 1956, había impuesto la estabilización monetaria que frenó la
hiperinflación arrastrada desde los primeros días de la revolución. Para los
trabajadores, tal política fue conocida como “Plan Eder”, debido al nombre del
bufete norteamericano que redactó los lineamientos del decreto con que se
manejó esa coyuntura.
Hay diferencias, sustanciales
diferencias. La inflación de entonces era un fenómeno local, provocado por una
manipulación de Washington contra la Revolución Nacional. El gobierno del MNR
se doblegó y no volvió a sentirse el aire renovador de la Revolución de Abril.
La situación económica que vivimos ahora, con una inflación minimizada ante la
tremenda crisis que sufren los países europeos y Estados Unidos, es resultado
de una visión distinta: los países de Nuestra América, hermanados en ALBA y
UNASUR, están enfrentando las políticas del Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial que, curiosamente, dictan las normas que deben seguir los países
europeos en crisis.
Pero si hay tales diferencias y,
debe repetirse, sustanciales por cierto, hay similitudes a tomar en cuenta. La
demanda de los sectores populares es la misma de entonces: avanzar a paso
redoblado. El gobierno se maneja en busca de un equilibrio tomando en cuenta al
gobierno de Estados Unidos. Este es un manejo bastante delicado, pues hace ya
más casi cuatro años que no hay embajadores en las misiones diplomáticas de
ambos países. El gobierno del presidente Evo Morales expulsó al señor Philip
Goldberg por abiertas intromisiones en la política nacional; Washington
respondió con la misma moneda. Hoy, cuando se anuncia el reinicio de relaciones
plenas, la detección de un vehículo con placa de esa embajada, manejada por
oficiales de la policía boliviana, portando armas, crea un conflicto que
posterga tal reinicio. En este caso, a Estados Unidos le interesa sentar el
precedente de que no habrá relaciones entre iguales o bien, a Washington no le
preocupa la designación de embajadores. Es más factible esta alternativa,
porque al gobierno de Bolivia, sí le interesa normalizar sus relaciones
internacionales.
Para 1958, seis años después del
9 de abril, el empuje popular que había tomado las armas de los cuarteles y
formado milicias obreras y campesinas, había cedido ante la embajada
norteamericana que instaló, en Bolivia, una misión militar que se encargó de
reorganizar a las Fuerzas Armadas. A partir de ese momento, los uniformados
tuvieron un papel importante en el gobierno. Cada vez más importante, hasta que
se produjo el golpe de Barrientos, el 4 de noviembre de 1964.
El presidente Evo Morales ha
trabajado arduamente para que los militares asuman el proceso de cambio como
suyo. No sólo se trata de lemas y emblemas. La participación militar en la
entrega de los bonos en lugares alejados de los centros urbanos, crea un
relacionamiento estrecho con la población. Al menos, esa es la idea que maneja
el gobierno actualmente. No pasa desapercibido, sin embargo, que tal adhesión
no es uniforme ni mucho menos.
En 1958, seis años después de la
Revolución Nacional, la Central Obrera Boliviana (COB) había roto con el
gobierno y luchaba contra la aplicación de las medidas dictadas por el Plan
Eder. La COB, organizada pocas semanas después del 9 de abril, estaba dirigida,
en su totalidad, por hombres del MNR encabezados por Juan Lechín. Durante el
primer periodo de Paz Estenssoro (1952-1956) la COB ejerció un co gobierno, que
le permitía designar –no proponer, sino designar- a tres ministros: de Minas y
Petróleo, de Obras Públicas y del Trabajo. En tales circunstancias, la
confrontación de la COB con el gobierno, fue al menos sorprendente. A partir de
entonces, el MNR no tuvo relaciones con el movimiento popular; su base de
sustentación fue el movimiento campesino.
A seis años de iniciado el
proceso de cambio, la base esencial en que se asienta el MAS que encabeza Evo
Morales, tiene serias dificultades con las organizaciones campesinas que le
dieron la posibilidad de alcanzar votaciones sólo comparables a las que obtenía
el MNR en los primeros años. Se trata del TIPNIS, de la distribución de
regalías petroleras, de los límites departamentales, provinciales, municipales
y hasta cantonales. Es muy probable que, los periodos sean los mismos, porque
los sectores menos favorecidos de la sociedad esperan soluciones prontas, como
lo prometió el gobierno. Pero esa explicación no ayuda a recobrar la confianza
de las organizaciones sociales que esperaban más, mucho más y no entiende
razones, cuando éstas llegan después de que ocurren los conflictos. La historia
nos enseña que hay que actuar antes. Un viejo refrán español dice: es imposible
frenar al caballo desbocado; hay que calmarlo antes y eso se logra únicamente
trasmitiendo confianza y autoridad basada en el respeto, no en el látigo.
Sesenta años de la Revolución de
Abril. Buen momento para la reflexión.
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