Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: W. Abraham Pérez Alandia
La relación entre el salario y el empleo es un elemento que debe tomarse en cuenta a la hora de definir el rumbo que se le quiere dar a la economía de un país. Durante el modelo anterior, señalizado por las visiones ortodoxas de la economía, se afirmaba que la relación entre el salario y el empleo era inversa, es decir que: a menos salario le corresponde un incremento en la tasa de empleo, que la creación del empleo se debe a disminuciones permanentes de la capacidad adquisitiva del salario, disminución del coste laboral para las empresas. Muchos estudios, teóricos y empíricos, han dado cuenta de que esta conclusión no es cierta. Por ejemplo, dos economistas europeos, Card y Krueger, en 1994, contradicen abiertamente las predicciones ortodoxas en el sentido de que los aumentos salariales provocan incrementos de la tasa de desocupación o paro.
Los enfoques poskeynesianos, que se dedicaron a analizar el tema, salarios-empleo, relacionados al crecimiento económico en distintos países, concluyen que la variable crecimiento está fuertemente impulsada por un incremento de los salarios y no por incrementos unilaterales en los beneficios. Dicho enfoque resulta ser interesante para tomar en cuenta la política económica que debe implementarse en las economías que pretenden resolver la crisis con medidas ortodoxas, influidas por las recomendaciones de organismos internacionales como el FMI.
Las recomendaciones de corte neoliberal impuestas por el pensamiento ortodoxo del FMI, el Banco Central de la Eurozona y la Unión Europea, denominada la Troika, a los países de la periferia de la eurozona, insisten en congelar o disminuir el poder de compra de los trabajadores. Los resultados no están logrando recuperaciones del crecimiento y desarrollo esperados por este pensamiento de la ortodoxia económica. Según estos enfoques conservadores, un incremento de los salarios afecta inmediatamente al incremento de los precios, es decir la inflación. En el caso boliviano, queda demostrado que tal afirmación no es cierta en absoluto. Si recordamos el incremento de los ingresos laborales por el segundo aguinaldo en el 2013, no trajo como resultado inmediato la inflación, como los monaguillos de la ortodoxia neoliberal afirmaron en su momento, con la ridícula frase de: “la inflación se va a disparar”. La relación inflación e incremento salarial, en la política económica boliviana muestra que tal premisa ha perdido vigencia o nunca existió y, que la hipótesis neoliberal ortodoxa solo es un argumento en favor de la ganancia o la concentración del ingreso en élites minoritarias.
Si comparamos con las aplicaciones de otro estilo de atención de las políticas económicas, dirigidas a la dinamización del mercado interno, veremos que en estos países, no solo se recuperó un ritmo de crecimiento importante y sostenido, también se logaron disminuir los índices de pobreza, en todos sus niveles y bajas en las tasas de desempleo de manera significativa.
Estas medidas desvinculadas de la ortodoxia neoliberal están dando resultados interesantes, en la medida en la que plantean la posibilidad práctica y teórica de que la redistribución del ingreso afecte de manera positiva al crecimiento económico, la disminución de la pobreza y la tasa de desempleo. Uno de las vetas a ser analizadas, en este sentido, es el de la economía boliviana, cuyo crecimiento de los últimos diez años está justificada, básicamente por el aporte de los actores internos: la inversión pública, la demanda interna y una política salarial basada en tres aspectos fundamentales: cuidar el poder adquisitivo del salario, incrementar la capacidad real de este y lograr incrementos de mayor porcentaje al salario mínimo nacional.
Si la relación salarios, empleo y crecimiento, van en el mismo sentido, estaríamos frente a un aporte significativo y profundamente crítico a los planteamientos de la ortodoxia de los organismos internacionales como la troika europea. Además de que, se podría considerar estas políticas, no ortodoxas, como posibles salidas a la crisis en los países que han basado su esperanza de crecimiento en la falsa máxima: “exportar o morir”.
A nueve años de la medida más importante de las últimas décadas, la nacionalización de los recursos hidrocarburíferos, el crecimiento sostenido de la economía y una política salarial heterodoxa, creemos que es el mejor homenaje a la clase trabajadora y el compromiso de esta a seguir coadyuvando en los objetivos hacia la soberanía económica y la consolidación y profundización de un proceso que, definitivamente, debe ser vanguardizado por ellos y sus organizaciones matrices. “Sin el poder popular de las clases trabajadoras es imposible pensar profundizaciones de procesos de transformación”
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