Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Fernando Mayorga
Un rasgo novedoso del proceso de cambio es la configuración
de un complejo escenario político debido a la combinación de dos lógicas de
distribución de los recursos institucionales de poder que inciden en el proceso
decisional, o sea, en “el arte de gobernar”. A la convencional distribución
horizontal que define las relaciones entre el Ejecutivo y el Parlamento se sumó
—desde 2005— una distribución vertical del poder que define el nexo entre el
presidente y las autoridades departamentales. Antes la distribución del poder
se limitaba al ámbito parlamentario y se definía bajo el fantasma de la
ingobernabilidad, incentivando la formación de coaliciones mayoritarias
(“democracia pactada”) en respaldo del presidente. La elección de prefectos
mediante voto popular sentó las bases de una división vertical de poderes que,
con la implementación de las autonomías departamentales, se institucionalizó
como un rasgo del Estado Plurinacional.
Utilizo esa distinción para evaluar los resultados de marzo,
no obstante la elección de un tercio de gobernadores se definirá en segunda
vuelta. Por ahora, cuatro gobernadores son oficialistas y dos opositores.
Excepto en Santa Cruz, el MAS tendría mayoría en las asambleas departamentales,
y es probable que la mayoría de los gobernadores sean de la oposición, aunque
ese vocablo solo sirve para designar a los rivales del MAS, no caracteriza a un
actor específico, menos una coalición.
Es suficiente contraponer a Rubén Costas y a Félix Patzi
para distinguir posiciones opuestas (liberalismo y comunitarismo) en la crítica
al masismo. Algo similar ocurre con Adrián Oliva en Tarija y Damián Condori en
Chuquisaca. En fin, la oposición será motivo de análisis en otra ocasión, por
ahora me interesa destacar la nueva configuración del campo político comparando
la distribución horizontal y vertical del poder en las tres gestiones de Evo
Morales. Desecho el inútil ejercicio de comparar los resultados de marzo y de
octubre, porque no sirve para debatir acerca de la hegemonía del MAS; vale como
distracción en los mass media y las redes sociales.
La primera gestión del MAS se caracterizó por una intensa
polarización política que se expresó institucionalmente en la coexistencia de
dos figuras complejas: gobierno dividido y pugna vertical de poderes, porque el
Senado era controlado por la oposición y se formó una coalición de prefectos
hostiles al presidente. Esa pugna concluyó con el referéndum revocatorio. En
cambio, entre 2009 y 2014, el MAS tuvo mayoría calificada en la Asamblea
Legislativa y el control de siete gobernaciones. Fue la fase de despliegue de
la capacidad hegemónica del MAS bajo un gobierno que concentró los recursos de
poder institucionales. Se fortaleció el decisionismo presidencial porque se
debilitaron los controles de tipo multipartidario (carencia de pluralismo en el
Legislativo) y de tipo contramayoritario (subordinación de otros órganos del
Estado al Ejecutivo). También se acrecentó el centralismo por la precariedad de
los gobiernos departamentales y el lento avance en la elaboración de estatutos
autonómicos.
La tercera gestión del MAS presenta una combinación inédita,
porque en octubre de 2014 se reprodujo la mayoría oficialista en la Asamblea
Legislativa, y en marzo de 2105 se forjó una interesante división vertical de
poderes. Es decir, no se repetirá la polarización conflictiva de la primera
gestión (aunque en algunas regiones, como La Paz, habrá “gobierno dividido”);
tampoco se reiterará la supremacía oficialista de la segunda gestión (pese a
que el MAS ganó casi dos tercios de alcaldías). Los resultados de los comicios
subnacionales configuraron escenarios políticos pluralistas más proclives a la
interacción política y a la colaboración intergubernamental. Además, la Agenda
Patriótica 2025 puede incentivar acuerdos entre Gobierno central y gobernadores
opositores, incluyendo a los alcaldes ajenos al MAS que vencieron en la mayoría
de las ciudades capitales. Si se añade la realización de referéndums para
aprobar cinco estatutos departamentales, es dable suponer que el proceso de cambio
ingresará en una nueva fase en la construcción del Estado Plurinacional,
siempre y cuando las políticas prevalezcan sobre la política y la calidad de la
gestión se imponga a la racionalidad instrumental en los manejos
gubernamentales.
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