Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Raúl
Zibechi
“La prisión de opositores es preocupante”, dijo el canciller uruguayo
Rodolfo Nin Novoa. “Es enormemente preocupante. Sobre todo para un país que
vivió las mismas condiciones que están viviendo parte de los venezolanos ahora,
hace más de 30 años, y tuvimos que salir al mundo a pedir ayuda. Porque los
derechos humanos es la única materia en la cual el argumento de la no
injerencia en asuntos internos de un país no es válida” (El Observador, 7 de
abril de 2015).
Las declaraciones del canciller uruguayo se producen horas antes de la
Cumbre de las Américas en Panamá y confirman el hondo viraje de la política
externa del gobierno de Tabaré Vázquez que asumió el cargo hace apenas un mes.
Peor: de algún modo compara la situación en Venezuela con la dictadura militar
uruguaya.
Llama la atención que el gobierno uruguayo enfoque sus críticas hacia
Venezuela y pase por alto las miles de violaciones de los derechos humanos que
se producen en México, incluyendo asesinatos y desapariciones. Sorprende que
esas afirmaciones del canciller se produzcan cuando Estados Unidos emprende una
fuerte campaña contra Venezuela y no se dice nada al respecto.
Pero fue bastante más lejos en un intercambio con Hugo Chávez, cuando
Vázquez quería firmar un TLC con Washington. Según el propio presidente
uruguayo, le dijo a Chávez que Uruguay estaba dispuesto a declararle la guerra
a Estados Unidos si Venezuela dejaba de venderle petróleo a ese país. Vázquez
recordó que Chávez le dijo “Tabaré, vas a firmar un tratado de libre comercio
con el imperio...”. “Sí, si es favorable para Uruguay, sí. ¿Tú no le vendés
petróleo a Estados Unidos? Si vos no le vendés más petróleo, yo le declaro la
guerra a Estados Unidos”, afirmó ante las risas de la platea. “Le quiero vender
carne, lana, tierra, arena... lo que pueda porque es trabajo para nuestra
gente”, señaló Vázquez.
La conversación refleja un modo de ver el mundo que se ha vuelto
hegemónico en buena parte del mundo. Una lógica que dice que todo lo que genere
empleo es necesario para el bienestar de la población. Pero esa lógica no sólo
es engañosa sino que puede llevar a situaciones en las que el único proyecto
del país sea vender, ganar dinero, tener ingresos. Deja de haber proyectos de
largo plazo, como la integración regional.
La actitud del gobierno uruguayo es doblemente problemática. En primer
lugar, ignora que vivimos una transición hacia un mundo unipolar, en la cual
habrá aún más conflictos que ahora, y cada quién deberá tomar partido. Es
posible que, por puro pragmatismo, este gobierno ya haya elegido que su lugar
en el mundo es junto a los Estados Unidos. Sería bueno saberlo.
En segundo lugar, pueden y deben formularse críticas a Venezuela. Pero
cuando un país que vive un proceso complejo de cambios, es agredido por la principal
potencia del mundo, es obligatorio ponerse del lado del agredido. Gobiernos
conservadores como el de Juan Manuel Santos no han dudado en hacerlo. Por eso
lo que está haciendo el canciller Nin Novoa, con indudable apoyo del presidente
Vázquez, suena a ignominia.
La peor hipótesis sería que Uruguay haya optado por volver a jugar el
papel de “Estado tapón” que le asignó la corona británica cuando apoyó la
independencia, con el objetivo declarado de “poner un algodón entre dos
cristales”, como dijera Lord John Ponsonby cuando gestionó el nacimiento del
país en 1830 evitando la continuación de las guerras entre Brasil y Argentina.
Pero detrás de la creación de un nuevo país, estaba el interés de la nueva
potencia hegemónica, Inglaterra, de asegurar la navegación de los ríos para
facilitar el comercio, la principal arma en su expansión imperial.
Sería penoso que casi dos siglos después, el país juegue a dividir a la
región, a ser usado como punta de lanza contra el Mercosur y, muy en
particular, contra Argentina y Brasil.
Síguenos en Facebook https://www.facebook.com/escuelanacionaldeformacionpolitica
y Twitter @escuelanfp
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios