Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Silvia Federici
Silvia
Federici es actualmente profesora en la Hofstra University de Nueva York y una
veterana activista feminista ya desde los años 60. Su obra trata desde la
filosofía y teoría feminista, pasando por la historia de las mujeres o más
recientemente el impacto de las políticas del FMI y el Banco Mundial en África,
las cuales pudo estudiar de cerca después de una larga estancia en Nigeria.
Pero sobre todo Federici es conocida por su detallado estudio sobre los
procesos de expropiación dirigidos a los cuerpos y los saberes, la caza de
brujas y la reproducción de las mujeres. Todo esto lo explica en Calibán y la
bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, un libro que ya tuvo más de
3.200 descargas por la red. Algunas personas dicen que es la parte no escrita
de El Capital de Marx, ella lo niega diciendo que si fuera así sólo estaría
añadiendo cosas cuando lo que se trata es de repensar haciéndolo de forma conjunta.
Federici
ha descrito el proceso que explica en su libro sobre la caza de brujas llevada
a cabo en los siglos XVI y XVII como "una persecución sin
precedentes" en la historia de la humanidad porque fue la primera vez en
la que toda una población de mujeres fueron acusadas de ser "los seres más
abominables del mundo".
En aquellos tiempos comienza en Europa una legislación que penaliza el aborto y
es así como las mujeres que hacen uso del mismo son condenadas en muchos países
a muerte a través de la decapitación. "Al mismo tiempo se introduce toda
un red de policías de vigilancia que controlan a las mujeres embarazadas para
forzarlas a declarar su embarazo, para impedirles cometer algo contra el feto",
cuenta la escritora sobre estas políticas con las que se puede comprender la
primera fase del desarrollo del capitalismo, cuando se descubre la importancia
de la fuerza de trabajo.
Precisamente
así es cómo el capitalismo crea una teoría de la población entre "los que son nacidos y la producción
de la riqueza". "Si tienes muchos trabajadores, muchos cuerpos,
tienes muchas riquezas", dice Federici en referencia a la concepción de un
marco capitalista de la producción de la riqueza que mira la fuerza de trabajo
como "una sustancia que ya es esencial". Según la profesora, esta
conexión permite entender por qué en toda su historia el capitalismo ha
controlado siempre el cuerpo y la sexualidad de la mujer. "El cuerpo de la
mujer empieza a ser visto como una máquina para la producción de fuerza de
trabajo. El útero es mirado literalmente como una fábrica de
trabajadores", declara. "Toda la reglamentación que el capitalismo ha
introducido se puede comprender así", asegura la autora.
La procreación como cuestión política
En
relación a ello, Federici argumenta que el control del cuerpo de las mujeres no
solo es una cuestión económica, sino también política. "Yo siempre digo que el cuerpo de la mujer
es la última frontera del capitalismo. Quieren conquistar el cuerpo de la mujer
porque el capitalismo depende de él", afirma la militante
feminista mientras que expone la siguiente disyuntiva: "Imagínate si las mujeres se ponen
en huelga y no producen niños, el capitalismo se para. Si no está el control
sobre el cuerpo de la mujer, no hay control de la fuerza de trabajo",
explica. Por eso, "la cuestión del aborto es la cuestión de la procreación
que se ha tratado en todos los movimientos sociales", señala.
Frente
a la tendencia determinante del capitalismo, la escritora italiana hace
hincapié en las "alternativas". "Tenemos una sociedad
capitalista que después del fin oficial del socialismo idealizado ha mostrado
su verdadera cara y ya no intenta disimular más con su cara democrática",
dice Federici. Ahora asistimos a un capitalismo "muy real" que
continúa el proceso de acumulación pasando por encima de los derechos sociales
de la población. "Yo no veo posibilidades de cambio sin pensar en una
lucha masiva que no solamente ponga una límite a esto, sino que establezca y
empiece a construir una sociedad alternativa más allá de él", recalca.
"En pocas palabras", resume Federici, "pienso que el capitalismo hoy no traerá más que
empobrecimiento, más miseria, más huelga y la privatización de los todos los
afectos de nuestras vidas".
Para
hacer frente a los estragos provocados por el sistema actual, la profesora de
la universidad Hofstra de Nueva York habla de la creación de "comunes".
"Muchas personas a nivel mundial intentan crear comunidades para
sobrevivir a las políticas de austeridad y recortes", cuenta la escritora
sobre "el deseo del común" que va más allá de la supervivencia y
trata de reconstruir el tejido social que "ha sido destruido por la
desestructuración económica de la globalización que nos ha empobrecido",
detalla. En este sentido, la dispersión de las comunidades que fueron el
resultado de muchos años de lucha es un factor que hoy es parte de nuestra vida
política. "Los comunes
son una forma de construir, de crear nuevas formas de cooperación a todos los
niveles de contenido social.
Se
trata de construir comunidades en base a la resistencia a través de la cual
podemos enfrentar al Estado con un poder suficientemente grande como para
reclamar la riqueza que producimos", explica. De esta forma, "el
común no debe ser un comportamiento ante la pobreza, sino la construcción de
una comunidad que tenga la capacidad de reclamar la riqueza social que nosotros
y nuestros parientes han producido", señala.
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