Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Ana Lizárraga
Unas imágenes impactantes que aparecieron primero en redes sociales, luego en la televisión. Mostraban cómo una mujer de pollera tortura a un perro, colgándolo y luego matándolo a pedradas. Había una cámara en el momento indicado y en el lugar correcto para filmar semejante aberración.
La reacción fue inmediata, todos y todas condenamos esa violencia contra un animalito. Y las mismas redes sociales en las que se vieron esas escenas de violencia, inmediatamente se llenaron de expresiones racistas, contrarias “a los indios e indias que hacen esas cosas, que no respetan a nada ni a nadie”. Parecía que habíamos retrocedido diez años, a esos tiempos en que insultar a los cholos e indios eran moneda corriente.
Con rapidez se convocaron marchas de repudio a la violencia contra los animales en varias ciudades de Bolivia. En La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Trinidad, se vieron esas movilizaciones mayoritariamente de jóvenes.
Dejando en claro que estoy cien por ciento a favor de una ley que condene la violencia contra los animales, de la misma forma condeno las múltiples expresiones de racismo y discriminación con las que se pretende manipular la indignación de la gente, para orientarla al rechazo hacia los indígenas, mostrándolos como las expresiones personificadas de la barbarie.
No hay que perder de vista que en otros países se hicieron este tipo de instrumentalizaciones. Hace años, en Argentina, poco después de un impasse entre el entonces presidente Néstor Kirchner y la cúpula eclesiástica de ese país, apareció un párroco asesinado en su templo en lo que se dijo que fue un asalto. La población se movilizó en defensa de los sacerdotes y, por supuesto, se aprovecharon esas expresiones de protesta para desgastar al gobierno. En Colombia, cuando las negociaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno de Andrés Pastrana, en la ciudad de Medellín aparecieron cadáveres descuartizados de mujeres y los identikits de los supuestos asesinos, a los que por cierto nunca se logró atrapar, mostraban rostros de gente barbuda muy parecida… a los guerrilleros.
A esto se llama “operaciones psicológicas”. ¿Será eso lo que hemos vivido en las últimas horas?
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