Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Joaquín Estefanía
El domingo se cumplió el primer cuarto de
siglo del día (9 de noviembre de 1989) en que acabó el siglo XX con la caída
del muro de Berlín. Hasta entonces la mayor parte de los politólogos había
analizado las transiciones del capitalismo hacia el socialismo; ninguno, la
transición del socialismo al capitalismo. Y sin embargo, ello es lo que
ocurrió. El historiador británico Eric Hobsbawm puso en circulación el concepto
de "siglo corto" para referirse al XX: comenzó con la Gran Guerra de
1914 y habría terminado con el final del socialismo real. Poco antes de morir
(2012), Hobsbawm ya había insinuado una especie de rectificación, cuando
declaró que la Gran Recesión significaba un colapso, "una suerte de
equivalente de derechas de la caída del muro de Berlín".
Ello significaba, en su versión, que el
Muro había caído hacia los dos lados; primero en 1989 y luego en 2008, con las
dramáticas consecuencias de la quiebra de Lehman Brothers. Este último año
iniciaba una de las crisis mayores del capitalismo, junto a las dos guerras
mundiales y a la Gran Depresión. Para sobrevivir, la economía de mercado tuvo
que poner en marcha la más masiva circulación de dinero público de su historia,
lo que sacudió los cimientos de su orden interno y puso patas arriba las
creencias neoliberales de las élites planetarias. Sólo así se salvó de la
quiebra: echando por tierra la ortodoxia del libre mercado que había sido
hegemónica desde los años ochenta y que había definido la ortodoxia de una
generación.
La crisis económica, que arrancó en el
corazón del sistema (Wall Street) apenas dos décadas después de la caída del
Muro, corrigió una vez más la matraca del fin de la historia. Cuenta el
periodista Seumas Milne (La
venganza de la historia, Capital Swing editorial) que desde el
punto de vista de la autoestima occidental, 1989 fue el año perfecto: una
fábula en la que triunfa la libertad individual y el rival ideológico era
derrotado, retransmitida esa derrota en directo por televisión en medio de la
destrucción ritual del símbolo del odiado enemigo en el corazón de Europa: el
muro de Berlín. 200 años después de la toma de la Bastilla y de la Revolución
Francesa, 1989, al acabar con su principal rival ideológico, abrió la puerta a
un modelo de capitalismo sin frenos (su aplicación al antiguo glacis del
socialismo real, Rusia y Europa del Este tuvo unos efectos comparables a la
Gran Depresión de los treinta en EE UU), que ha conducido a la gigantesca
crisis económica con sus efectos permanentes en materia de empobrecimiento,
desigualdad y, sobre todo, desafección ciudadana ante la escasa calidad de la
democracia realmente existente. La crisis económica, con la imposición de una
austeridad destructiva y, sobre todo, mal repartida, ha convertido lo que era
déficit democrático en una crisis de la democracia.
Desde que cayó el Muro se ha instalado
una serie de cambios estructurales en el mundo, sobre los que comienza a
existir la distancia suficiente para su análisis definitivo. No sólo en
Alemania, convertida en el país más poderoso del continente europeo (compárense
las transformaciones germanas en los estupendos libros del entonces
corresponsal de EL PAÍS, José María Martí Font, El día que acabó el siglo XX, Anagrama, 1999, y Después del Muro, Galaxia
Gutemberg, 2014), sino en el planeta entero: los atentados terroristas del 11
de septiembre de 2001, con la dialéctica permanente entre seguridad y libertad;
la Gran Recesión, que ha triturado el liberalismo económico y consagrado la
intervención pública para el salvamento del sistema; el papel de China, que ha
mostrado el importante papel que pueden jugar las empresas y los bancos de
propiedad pública a la hora de dirigir el crecimiento y sacar a centenares de
millones de personas de la pobreza; o la ola de cambios progresistas en muchos
países de América Latina.
Veinticinco años son una nimiedad
histórica, pero han desmentido a los liquidadores de la historia y han sido
testigos de una gigantesca transferencia de la riqueza y del poder del trabajo
al capital, que ya estaba teniendo lugar en los años anteriores a la crisis
pero que se ha acentuado con ésta. Continúa...
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