Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
La Revolución Cubana: el pasado… ¿y el porvenir?
Por: Javier Larraín Parada
“El personal médico que marcha a
cualquier punto para salvar vidas,
aun a riesgo de perder la suya,
es el mayor ejemplo de
solidaridad que puede ofrecer el ser humano,
sobre todo cuando no está movido
por interés material alguno”.
Fidel Castro Ruz, “La hora del deber”,
18 de octubre de 2014.
En el marco de su reciente visita a La Paz, la intelectual chilena Marta Harnecker, dedicó unas cuantas horas para dialogar/debatir con estudiantes y trabajadores, militantes y académicos, en torno a los desafíos que se nos presentan a la hora de entender y construir el “socialismo del siglo XXI”.
Pero, como dijera José Martí: “radical es quien ve las raíces”, y lamentablemente, la Sra. Harnecker demostró, una vez más, no verlas. Siguiendo la línea que han asumido algunos intelectuales de nuestra América, no sólo dio sendos recetarios para guiarnos en cómo debemos hacer las cosas por estas latitudes, sino que, además, procuró advertirnos de algo que hasta ahora nos negábamos a aceptar: “la Revolución Cubana es del siglo XX”. ¿Con eso debemos pensar que no es del siglo XXI, que no contiene la esencia del futuro?
A volver el debate a su lugar
En sus ácidas polémicas con la dirigencia
soviética (y yugoeslava), nuestro querido Che Guevara, pasmado ante quienes
vociferaban que el socialismo sólo se trataba de un mero desarrollo de las
fuerzas productivas –y del mejoramiento continuo de las condiciones materiales
de la población–, les dijo con voz grave y mirada profunda: “nosotros [los cubanos] empezaremos a
construir el comunismo desde el primer día, aunque tardemos toda la vida en llegar
al socialismo.”
Insistió que la emancipación humana
no era cuestión de distintos caminos que nos pudieran conducir a Roma; se
trataba de Romas distintas. El argentino–cubano fue radical, vio la raíz, puso
el debate en su lugar, o como nos sugirió el viejo Marx: “[lo invirtió] para descubrir el núcleo racional en la cáscara mística.”
De esta forma, no se cansó de repetirle a
la juventud cubana que el socialismo económico sin moral comunista no servía de
nada. Los citó a trabajos voluntarios y sentó las bases del “hombre nuevo”, el del futuro, el
constructor ¡aquí y ahora! de la sociedad comunista.
Afortunadamente para nosotros, encontró
oído receptores en ese pueblo y, a décadas de su fallecimiento, son decenas de
miles los cubanos y cubanas que han entregado lo mejor de sí por tender una
mano a los “condenados de la Tierra”.
Aquel amistoso pueblo, junto a su
dirección histórica, comprendió tempranamente el valor de la ética y la moral
en el trabajo revolucionario, condiciones indispensables para humanizar al
hombre alienado. Por esta razón, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que
la Revolución Cubana no sólo es del siglo XX sino que será de TODOS LOS SIGLOS
(aporte que al parecer no ha percibido nuestra ilustre visitante).
Pero, más allá de esas miradas
estrechas, en estos días, como hace más de cinco décadas, esa pequeña gran Isla
sorprende al mundo con su desprendida ayuda a los pueblos del África occidental
en su lucha contra el Ébola, virus que se ha cobrado más de cinco mil vidas de
seres humanos.
En las palabras de despedida a los colabores médicos cubanos que partían a tierras africanas, Raúl Castro, fue más cristalino aún: “Como parte del crisol de las culturas latinoamericanas y caribeñas, por las venas de «Nuestra América» corre sangre africana, aportada por quienes lucharon por la independencia y contribuyeron a crear la riqueza de muchos de nuestros países y de otros, incluyendo los Estados Unidos.”
Ese virus llamado Ébola
El Ébola es un virus que causa la
enfermedad del Ébola. Desde su aparición
(1976), en la República Democrática del Congo –para entonces llamada Zaire–,
se han sucedido otros 22 brotes que han costado la vida de 1.581 personas.
Con una tasa de letalidad que llega
hasta el 90%, sin embargo, sólo el brote actual ha costado la vida de casi
5.000 africanos, pasando a convertirse en una emergencia de salud pública
internacional, con riesgos reales a expandirse con toda su fuerza por otros
continentes.
Hasta ahora el Ébola se había
presentado en zonas rurales, preferentemente boscosas, siendo trasmitido a
través de la exposición a sangre infectada por el virus, perteneciente a
distintos animales cazados y comidos por los aldeanos, por ejemplo, la
apetecida carne de mono; aunque se está llegando al consenso científico de que
es el murciélago el principal trasmisor de la enfermedad, mal que no le afecta
a consecuencia, según algunos estudios, de su capacidad de volar. Pero, fíjese
bien, el presente brote, por vez primera, ha atacado a las poblaciones urbanas,
de ahí su agresividad.
La sintomatología consiste en
enfermos que padecen de una súbita fiebre, asociada de dolores musculares, de
garganta, vómitos, diarreas, disfunción renal, hemorragias internas y externas,
en un proceso bastante doloroso para un paciente que, en la mitad de los casos,
muere.
Los aquejados por el Ébola requieren
de cuidados intensivos y completa aislación ya que al más mínimo contacto con
otra persona, por ejemplo, el simple sudor u otras secreciones, el virus se
propaga.
Se ha descubierto que los
sobrevivientes a la enfermedad pueden establecer contacto con los enfermos sin
peligro de recaer. Por este motivo, los médicos cubanos instruyen a la
población local que se ha recuperado en tareas de enfermería para colaborar en
el tratamiento de los convalecientes.
La Brigada Médica Cubana
Cuando el Secretario General de las Naciones
Unidas (ONU), Ban Ki-moon, hizo un llamado a la comunidad internacional para
aunar esfuerzos en la lucha contra el letal virus, países como Brasil
ofrecieron ayuda en alimentos por un valor de 5 millones de dólares, misma suma
ofrecida por los gobiernos de Venezuela y China.
Sin embargo, una Isla del Caribe con
apenas 11 millones de habitantes y casi 6.051 USD per cápita –vale decir que
sin grandes recursos económicos tampoco–, de manera inmediata puso a
disposición de la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS), un
contingente de colaboradores de la salud que ascendía a casi 500 profesionales:
165 destinados a Sierra Leona, 83 a Liberia, 200 a Guinea Conakry, y el resto
repartido entre Nigeria, Mali y otros países africanos.
El llamado del gobierno revolucionario
a combatir el Ébola en el continente negro fue contestado por 15 mil
profesionales de los cuales medio millar fueron seleccionados y hasta hoy laboran
en los mentados países, atendiendo a casi 13 mil enfermos que padecen un virus
que en este nuevo brote ha alcanzado cifras de letalidad que llegan hasta el
50% y 60% en algunas regiones.
Hasta esos parajes Cuba ha enviado
epidemiólogos, cirujanos, anestesiólogos, pediatras y enfermeros, con el fin de
atender de manera integral las demandas de la población nativa. Y sepa Ud. que
este esfuerzo ha sido desafiando toda barrera cultural en regiones donde la
población anglo parlante no supera el 20%, es decir, donde las personas no
hablan otras lenguas que sus propios dialectos.
En la actualidad, los
internacionalistas cubanos ascienden a casi 50 mil, de los cuales 23.158 son
médicos, atendiendo en más de 40 países y 66 naciones de los cinco continentes.
Sólo en los últimos años le han devuelto la visión a más de 3 millones de
personas de 35 naciones, entre ellas, a 36 mil africanos. Asimismo, en quince
años han graduado a 23.944 médicos de todo el tercer mundo en sus distintas
facultades de Ciencias Médicas. Nuestro país bien sabe de eso.
Esta nueva cruzada ya se cobró la
vida de un voluntario cubano, Jorge Juan Guerra Rodríguez (60 años), jefe económico
de la brigada en Guinea Conakry, quien, a causa del paludismo –que le provocó
un fallo multiorgánico–, perdió la vida lejos de su familia, la tarde del 26 de
octubre.
Pero, lejos de decaer sus ánimos, los
miembros del “ejército de batas blancas”
–como denominan a sus médicos internacionalistas el pueblo cubano– se
engrandecen, y esta semana, en la propia ciudad de La Habana han compartido sus
experiencias con expertos de 19 países latinoamericanos en el “Primer Curso Internacional para la
Prevención y Enfrentamiento al Ébola”. Allí hablaron sobre la vigilancia
epidemiológica en centros especializados, el fortalecimiento de relaciones
intersectoriales con organismos fronterizos, sistematizaron el intercambio de
experiencias y solicitaron estandarizar equipos de protección personal para
adquirirlos a precios preferenciales y crear una reserva regional para
distribución inmediata. Además, impartieron cursos prácticos de tratamientos
contra el Ébola en el “Instituto de
Medicina Tropical Pedro Kourí” (IPK),
de dicha capital.
Igualmente, desde el 6 de noviembre
han puesto en funcionamiento al recientemente
creado “Centro de Tratamiento del Ébola”, en Kerry Town, al sur de
Freetown, capital de Sierra Leona, y que cuenta con 92 camas altamente
aisladas.
Con la misión cumplida
Estimado
lector, no sé si me sobran o faltan las palabras para referirme a la inmensa
labor de los internacionalistas cubanos, aunque sí me alberga la convicción de
que son ellos los hombres y mujeres nuevas, y que sólo imitando su capacidad de
entrega e infinita dosis de amor por los que sufren podremos construir una
sociedad mejor, que son esos cubanos los del siglo XX, XXI y XXII, aunque esto
no cuadre con los esquemas marxistas de algunos o algunas.
Para
terminar, quisiera compartir con ustedes un extracto de la carta que el Dr.
José Eduardo Díaz Gómez, miembro de la Brigada Médica Cubana en Guinea Conakry,
le dirigiera a su familia y a toda Cuba: “Desde
el África pidieron al mundo la colaboración para detener a un enemigo
invisible: era el Ébola que sin piedad, ni importarle sexo, edad o raza, cegaba
la vida a todo el que encontrara a su paso. Muchos se asustaron y otros callaron,
conocimos a algunos que como dijera Martí, esperan hoy todavía que pase la
tormenta con los brazos en cruz, los millonarios se desentendieron…
Nuestro Pueblo, Familia y
Revolución cuando pasen los meses entenderán que esta será nuestro Moncada,
nuestra Sierra y nuestro Girón. A ellos, a nuestro Comandante en Jefe Fidel
Castro Ruz, a Raúl, les pedimos nos esperen al pie de la escalerilla del avión,
pues esta brigada de titanes solo regresará a la Patria con la misión
cumplida.”
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