Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
"Las amenazas transnacionales, desatadas por el capital global, deben ser enfrentadas con luchas tanto locales como globales"
Entrevista al
economista Alberto Acosta, expresidente de la Asamblea Constituyente
MonteCristi,y ex Ministro de Energía y Minas
Por:
Fernanda Sánchez Jaramillo
FSJ: ¿Cómo surgieron los derechos de la
naturaleza, en cuya formulación usted participó?
AA:
Los Derechos de la Naturaleza surgieron en una coyuntura específica. Desde el
mundo indígena apareció con creciente fuerza una alternativa al desarrollo, el
buen vivir o Sumak Kawsay. Esta es la columna vertebral de la propuesta de los
Derechos de la Naturaleza, en tanto en el mundo indígena los seres humanos
entienden perfectamente que forman parte de la Naturaleza y que ésta no está
allí para ser privatizada, apropiada y menos destruida.
Pero
definitivamente los Derechos de la Naturaleza son producto de décadas de luchas
y debates en el Ecuador de diversos grupos de la sociedad que han defendido
permanentemente la Naturaleza y también los Derechos Humanos.
También
nos nutrimos de algunas ideas del exterior; del abogado constitucionalista
colombiano Ciro Angarita Barón quien habló, hace años, de la necesidad de otra
relación frente a los atropellos que sufría la naturaleza basado en los
contenidos fundamentales de los Derechos Humanos como el derecho al goce de un
ambiente sano y los derechos colectivos.
FSJ:
¿Participaron directamente las comunidades, afro, indígenas, y los campesinos,
que pueden ser también afro e indígenas?
AA:
El movimiento indígena fue clave, aunque no estaba suficientemente representado
en la Asamblea Constituyente, ellos proponen otro tipo de relación con la
Naturaleza y su valor de uso y no de cambio. Los otros grupos mencionados
también incidieron en este debate constituyente.
FSJ:
¿El irrespeto a esos derechos de la naturaleza, por cuenta de la minería,
constituye un irrespeto a los Estados pluriculturales y multiétnicos
consagrados en diferentes constituciones en América Latina?
AA:
Todos los extractivismos, no solo la minería (petróleo, agrocombustibles,
transgénicos…), son procesos verticales, que desplazan, que uniforman, que
dominan y que colonizan, en esas visiones no existen los colectivos o las
plurinacionalidades, justamente por eso, lo primero que hacen es romper con las
comunidades que les pueden generar resistencias. No hay que olvidar que con la
explotación del ITT en el Yasuní, en Ecuador, se pone en riesgo la vida de dos
pueblos libres en aislamiento voluntario, los Tagaeri y los Taromenane; esta
situación es inaudita.
FSJ:
¿Qué esperanzas hay para Colombia si en nuestra constitución existen los
derechos de la naturaleza y en cambio, el gobierno privilegia la extracción
minera y la califica como motor para el desarrollo?
AA:
En Colombia, con un gobierno neoliberal, tanto como en Ecuador, con un gobierno
considerado “progresista”, el problema es complejo. En ambos casos se
profundiza el extractivismo de raíces coloniales. Debe quedar claro que lo que
se vive en Ecuador, Bolivia y Venezuela no es el socialismo del siglo XXI, sino
el extractivismo del siglo XXI. El único camino es resistir, que la sociedad
civil demande nuevas formas de hacer política, una que apele a su
fortalecimiento y no a su destrucción.
FSJ:
¿Qué probabilidades hay de que un referendo acabe con los planes del Yasuní
ITT, logrará solo aplazarlos?
AA:
Si se consiguen las firmas y se triunfa en la consulta popular no habrá poder
alguno que frené la voluntad del pueblo ecuatoriano. El presidente de Ecuador
no dio la talla para cristalizar una propuesta tan revolucionaria como la
Iniciativa Yasuní-ITT.
El
Gobierno ecuatoriano ha hecho de la propaganda el primer aparato represor,
denigra, descalifica, anula al que se opone a su pensamiento. Pero justamente
el fracaso del Gobierno frente a la Iniciativa Yasuní ITT lo pone en jaque.
Éste era el proyecto emblemático de la supuesta revolución ciudadana, y ahora
resulta que no es tan mala la explotación. La gente se sintió burlada y eso va
a ser muy difícil de revertir.
FSJ:
¿Por qué esa aparante división entre indígenas pro extractivismo y contra
extractivismo?
AA:
La division es real. Desde la conquista, hace más de 500 años, sabemos que el
poder divide y corrompe. Esa división no es nueva. Sin el apoyo de los
“felipillos”, ayer como hoy, los conquistadores-colonizadores no tendrían
éxito. Desde tiempo atrás ha existido un proceso sistemático de debilitamiento
del movimiento indígena y hoy se capitalizó con la dádiva de privilegios,
embajadas, puestos en la Asamblea, puestos en la función pública. Es doloroso
lo que está sucediendo: grupos indígenas a favor del extractivismo, mujeres indígenas
que protestan son acalladas, incluso intelectuales de izquierda que votan por
leyes represivas.
FSJ:
¿Cree que los suelos también lloran?
AA:
Ya lo dijo Eduardo Galeano, en un artículo publicado en abril de 2008, cuando
saludó con entusiasmo la aprobación de los Derechos de la Naturaleza en
Ecuador: la Naturaleza no es muda! Y como tal, protesta cuando es agredida,
algo que lo hace cada vez con más fuerza en la medida que se van superando los
límites ambientales. Por ejemplo, por efecto del calentamiento global provocado
por el capitalismo globalizado.
FSJ:
¿Cómo pueden Colombia, Ecuador y Guatemala enfrentar la codicia de las clases
empresariales locales y las extranjeras provenientes de Canadá, Estados Unidos
y China, por mencionar algunas?
AA:
Para empezar necesitamos informarnos y concienciarnos. Hay que superar los
viejos discursos del progreso y el desarrollo. Luego hay que fortalecer la
organización popular para dar paso a la protesta y a la propuesta. Resistir es
tan importante como construir alternativas.
Las
amenazas transnacionales, desatadas por el capital global, deben ser
enfrentadas con luchas tanto locales como globales. Un ejemplo, es la
Iniciativa Yasuní ITT, en Ecuador, que debía ser un esfuerzo local y global, y
sin embargo, por lo pronto, fracasó en ambos lados.
Para
superar esta realidad, de orígenes coloniales, hay que dar paso a luchas
emancipatorias anticoloniales, antioligárquicas, antineoliberales y superar el
capitalismo. Y por cierto hay que transitar de visiones antropocéntricas a
visiones socio-biocéntricas. Eso implica propuestas de transiciones múltiples,
desde prácticas participativas y comunitarias, en un esfuerzo sostenido por
profundizar la democracia en todos los niveles, empezando por los hogares.
FSJ:
¿Qué alternativa puede presentarse a la minería a cielo abierto como generadora
de riqueza y que permita dejar los recursos en tierra, sin explotar todavía?
AA:
Habrá que analizar en cada caso y también si realmente la minería a gran escala
es una fuente de ingresos, existen estudios probados que los pasivos
ambientales son mucho más costosos que lo que genera esa actividad, sino que no
se contabiliza; por principio, no se puede generar riqueza empobreciendo
territorios y culturas.
De
todas maneras, es importante entender la necesidad de una redistribución del
ingreso y la riqueza. Eso pasa por tener esquemas tributarios que graben más al
que más gana y más tiene. Eso implica una profunda reforma agraria y una
redistribución equitativa del agua. También hay que pensar en otros patrones de
producción y de consumo.
Fernanda
Sánchez Jaramillo, periodista colombiana y magíster en relaciones
internacionales. Sindicalista.
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Twitter @escuelanfp
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