Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
“El desafio fundamental para Bolivia, Venezuela y Ecuador es definir la transición bajo un nuevo paradigma poscapitalista”
Entrevista a
Francois Houtart por Katu Arkonada
François Houtart (Bélgica, 1925) sacerdote de la
diócesis de Bruselas, estudió sociología de la religión, haciendo su doctorado
sobre sociología del budismo en Sri Lanka. Ayudó en la creación del Instituto
de Sociología de Vietnam, trabajó en numerosos países de Asia y África, además
de fundar el Centro Tricontinental (CETRI) en la Universidad de Lovaina. Es
profesor emérito de la Universidad de Lovaina y profesor honorario del
Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) del Ecuador. Fuertemente ligado a
la Teología de la Liberación, es secretario ejecutivo del Foro Mundial de las
Alternativas que preside Samir Amin, encontrándose ambos fuertemente ligados al
nacimiento del Foro Social Mundial.
-Katu Arkonada (KA): ¿François, como caracterizas el
actual momento histórico y la coyuntura política de América Latina?
-François Houtart (FH): En primer lugar debemos decir que es el único continente en el mundo donde
existen esfuerzos por salir del neoliberalismo. Eso no lo encontramos en ningún
otro continente y por eso el papel de América Latina hoy en día es central.
Cuando digo esfuerzos por salir del neoliberalismo, o lo que Samir Amin llama
avances revolucionarios, significa que son procesos con sus contradicciones,
quizás no necesariamente poscapitalistas, pero si procesos con políticas
posneoliberales.
-KA: ¿En qué momento se encuentran estos procesos?
¿Cómo ha afectado la muerte del Comandante Chávez a la construcción de ese
escenario posneoliberal?
-FH: La muerte de
Chávez ha sido un fenómeno extremamente grave porque él fue uno de los que
iniciaron este proceso y ha tenido evidentemente un liderazgo regional muy
importante, pensemos en el ALBA y otras iniciativas como la CELAC. En este
sentido tanto para Venezuela como para el continente en general es un golpe. Lo
importante ahora es como seguir los procesos de integración de Nuestra América
como decía Martí y no de la integración con el Norte como algunos proyectos
actuales. También debemos de ver quién puede realmente tomar un liderazgo, como
continuar la herencia que nos ha dejado Chávez, especialmente a nivel regional.
El continente tiene que institucionalizar los procesos puestos en marcha. ALBA,
CELAC, UNASUR, Mercosur, etc., deben institucionalizarse para crear realmente
una fuerza, un polo regional importante.
-KA: Pero si pareciera, no sé si es casualidad, una
vez que muere Chávez, por un lado el imperialismo se rearma en el continente
mediante una herramienta dirigida a frenar los procesos de integración, la
Alianza del Pacifico, y al mismo tiempo pareciera que los procesos de cambio en
el continente comienzan a presentar algunos límites. ¿Crees que existan estos
límites? ¿Cómo los caracterizarías?
-FH: Si yo pienso
que evidentemente hay límites en dos planos, límites que viene del exterior,
del sistema mundial, y límites que provienen del proyecto interno.
Cuando vemos los países latinoamericanos, dejando de lado los que se ubican
claramente en una integración de tipo neoliberal con el Norte, encontramos
varios modelos de reorganización, por ejemplo, tenemos a Brasil, Argentina o
Uruguay en una dirección que podemos llamar socialdemócrata, que aceptan de
manera casi oficial el capitalismo como modelo de crecimiento tratando a la vez
de tener una política social de redistribución del excedente del país. Eso ha
dado resultados, no podemos negar los logros, en Brasil, por ejemplo, donde
cuarenta millones de personas han salido de la pobreza extrema, pero no se ha
dado un cambio de las estructuras sino una cierta adaptación del modelo
capitalista, que además no tiene en cuenta lo que podemos llamar en economía
las externalidades, es decir lo que no entra en el cálculo del mercado, como
los daños ecológicos y los daños sociales.
Sin embargo, es diferente en países como Venezuela, Ecuador o Bolivia que
tienen un discurso anticapitalista mucho más claro, además también de medidas
de soberanía frente al imperio mucho más precisas. Incluso en Ecuador y en
Bolivia tenemos el discurso sobre el Buen Vivir o Vivir Bien que parece colocar
en el debate y en la agenda propuestas nuevas. Pero en estos procesos también
encontramos límites tanto internos como externos.
Internamente me parece que el límite es la concepción del modelo de desarrollo,
muy similar a la concepción que el capitalismo ha desarrollado. Veo eso en todo
el mundo, no solamente aquí, lo veo en China lo veo en Vietnam, Angola o
Mozambique, en movimientos que eran radicales, incluso comunistas. Finalmente
al momento de la puesta en marcha de un desarrollo humano regresan a las mismas
lógicas. Eso lo notamos, por ejemplo, en Ecuador, donde se habla de una nueva
matriz productiva, pero cuando se trata de definir lo que esto significa, vemos
que se traduce en desarrollar la minería, el petróleo, la extensión de los
monocultivos para agrocombustibles, transgénicos, etc. No se ven muchas
diferencias con las bases de un desarrollo de tipo capitalista excepto quizás
en el vocabulario. Es un modelo que podríamos llamar neodesarrollista. Es un
hecho que me parece que cada vez entra más en contradicción con los grandes
principios del Buen Vivir.
Entonces nos encontramos con un límite interno, porque no existe otra
concepción del desarrollo, no hay otro modelo, se debe inventar y es muy difícil
inventar dentro del sistema.
Pero también tenemos límites que vienen del exterior del sistema-mundo como
dice Immanuel Wallerstein, y que pone su lógica en la organización global de la
economía.
Otro elemento importante es que estos procesos tienen un alto apoyo popular
por lo que deberíamos preguntarnos si la opinión pública, si el pueblo está
listo para entrar en un nuevo modelo de desarrollo.
Por lo tanto nos encontramos con tres elementos que se combinan, la
formación de los lideres actuales es una formación critica del capitalismo, o
del neoliberalismo, pero tienen muchas dificultades para encontrar nuevos
modelos para cambiar realmente las cosas; en segundo lugar la fuerza del
sistema mundial; y en tercer lugar una opinión pública que apoya las nuevas
iniciativas porque una parte importante de la población recibe beneficios en
forma de bonos y políticas públicas. Pero sabemos, y esto incluso Rafael Correa
lo reconoce, que una buena parte de las políticas siguen siendo asistenciales.
Me parece que para el futuro no se trata de negar que hubo avances en las
nuevas políticas sino de ver que estamos frente a un modelo que lleva a la
destrucción de la naturaleza y a desastres humanos y que debemos tener una
visión global y holística a la hora de buscar soluciones realmente
alternativas.
-KA: Recientemente el Banco Mundial anunciaba que un
millón de personas en Bolivia se han incorporado a la clase media. Tu eres muy
crítico con la socialdemocracia europea, pero sin embargo en América Latina nunca
se conformó una verdadera socialdemocracia, debido precisamente a la
inexistencia de una clase media fuerte y amplia. En la medida en que los
procesos de redistribución avanzan y más personas en los procesos de cambio se
incorporan a la clase media, ¿esta clase media, y la posibilidad de que se vaya
creando una socialdemocracia que la acompañe ideológicamente, puede suponer un
freno al avance de los procesos de cambio?
-FH: Si, estoy de
acuerdo totalmente contigo. De verdad el concepto de clase media es muy ambiguo
desde un punto de vista sociológico, porque está más basado en la capacidad de
consumo que en su lugar en el sistema de producción. Pero es un fenómeno
interesante, hay una capacidad de consumo nueva, pero el problema es que el
tipo de consumo es de productos producidos en el exterior. Por lo tanto al
mismo tiempo que el continente latinoamericano se reprimariza, exportando commodities,
una parte de lo que se gana se dedica al consumo de la clase media y no a
impulsar el desarrollo interno, generando un problema estructural.
Y por otra parte el día que esta capacidad de consumo disminuya por efecto
de la crisis mundial (Estados unidos y Europa están en crisis, China compra
menos) eso va afectar el consumo de la clase media y crear un problema
político. Ya hemos visto lo que pasó en Brasil los últimos meses: no fue una
revuelta de los más pobres, ni de los campesinos, ni de los obreros, sino de la
clase media urbana que reclamaba más calidad de vida.
-KA: Algo similar a lo sucedido con los indignados en
Europa, una clase media que protesta ante la pérdida de los privilegios que
consideraban tener o merecer…
-FH: Sí, eso
mismo.
-KA: ¿Y crees que esta nueva clase media
latinoamericana, podría suponer un freno ideológico para los procesos de cambio
en la medida en que se pierde la radicalidad y el empuje de las clases
subalternas?
-FH: Pienso que
sí.
-KA: Además de conocer bien los llamados procesos
de cambio, también conoces Honduras, pues fuiste parte de la Comisión de la
Verdad tras el golpe de Estado contra Zelaya. Honduras puede de alguna manera
incorporarse a estos procesos en el continente si gana las elecciones
presidenciales la candidata de Libre Xiomara Castro, mirando más hacia el ALBA que
hacia la Alianza del Pacifico. ¿Como ves la situación actual de Honduras? ¿Qué
tan importante para la región y el continente es la victoria de Libre el 24 de
noviembre?
-FH: Las elecciones
de Honduras son cruciales para el futuro del país. Si gana la derecha, no
solamente significara la pertenencia al grupo neoliberal de los países
integrados en el Norte, sino la continuación de políticas internas en favor del
capital agrario y de la pequeña oligarquía que domina el país. Si gana la Sra.
de Zelaya, el país puede cambiar de orientación, con más justicia social,
reconocimiento de los pueblos indígenas y apoyo a los servicios públicos. No
debemos esperar cambios revolucionarios, pero por lo menos una política liberal
social menos desastrosa que lo que existe hoy con su acumulación de
violencia.
La victoria de Libre sería un paso importante para la integración
latinoamericana, porque puede significar más fuerza para el proyecto
emancipatorio que se desarrolla vía CELAC y eventualmente el ALBA y una brecha
en el frente de la Alianza del Pacifico, que representa el proyecto neo-liberal
vinculado con el Norte (Estados Unidos y Canadá).
-KA: Pasando de la situación en América Latina a
Bolivia, donde acabas de participar en la Vicepresidencia de un seminario sobre
agricultura campesina y soberanía alimentaria, ¿como ves la situación en este
país y de este proceso?
-FH: Me impresiona
la transformación, el efecto positivo que han tenido las políticas
gubernamentales en el aspecto social, los programas que cambian la vida de la
gente mediante los bonos que se pagan con las ganancias del gas y del
petróleo.
Un segundo aspecto es la presencia cultural, la transformación de la
presencia del mundo indígena, el reconocimiento del valor del mundo indígena,
de su dignidad. Hoy en día en Bolivia hay un orgullo de ser indígena.
Pero mis dudas son sobre todo con el tipo de modelo de desarrollo que me
parece más y más afirmado como un proyecto desarrollista o neo-desarrollista
que finalmente sigue las lógicas fundamentales del modelo capitalista a pesar
de un vocabulario muy anticapitalista y que tiene como consecuencia fundamental
la ignorancia de las externalidades. Se pueden justificar evidentemente estas
políticas por los logros inmediatos pues se necesita este dinero para financiar
los programas sociales, pero no podemos dejar de examinar cuales son las
consecuencias a más largo plazo de la expansión de la explotación petrolera o
minera, así como de ciertos modos de desarrollo rural o agrícola.
Me pregunto si es posible desarrollar un socialismo del siglo veintiuno con
los métodos del capitalismo del siglo diecinueve. Definir la transición, este
es precisamente el desafío fundamental para países como Ecuador, Bolivia o
Venezuela. Debemos pensar si queremos un nuevo paradigma que sea poscapitalista
y no solamente posneoliberal, y como plasmar esto en políticas publicas
concretas. Tenemos la disyuntiva de desarrollar medidas que solamente adapten
el sistema capitalista existente a nuevas demandas ecológicas o sociales o la
posibilidad de crear un nuevo paradigma poscapitalista.
-KA: Y dentro de ese planteamiento de crear un nuevo
paradigma poscapitalista, tenemos el Vivir Bien o Buen Vivir, ya consagrado en
las constituciones de Bolivia y Ecuador, o el concepto que has venido
trabajando de Bien Común de la Humanidad. Estos conceptos o construcciones que
comienzan siendo teóricas, simbólicas, ¿cómo los transformamos en proyecto
político para la transición?
-Pienso que necesitamos de estos conceptos, que pueden significar una meta,
una utopía. Pero utopía en el buen sentido de la palabra. Las necesitamos
porque el capitalismo destruye toda utopía, se considera el fin de historia. Si
no hay utopía no hay alternativas, como decía la señora Thatcher. Necesitamos
pensar cual es el tipo de mundo que queremos, el tipo de vida de la humanidad
sobre la Madre Tierra pero sin quedarnos en una abstracción. Una parte de la
literatura sobre este tema es un poco romántica, una especie de regreso al
pasado que puede aparecer como una idea muy bella pero no concreta.
Por eso he tratado de desarrollar este concepto de Bien Común de la
Humanidad como una meta. El BCH es la vida, como construir la vida, como
reproducir la vida, como mejorar la vida tanto de la Madre Tierra como de la
Humanidad.
EL Bien Común de la Humanidad se puede traducir en cuatro ejes prácticos
fundamentales, que toda sociedad debe resolver. El primer eje es la relación
con la naturaleza: pasar de la explotación al respecto como fuente de toda
vida. Esto tiene aplicaciones muy concretas, no se puede aceptar más, por
ejemplo, la propiedad privada de los recursos naturales, ni la mercantilización
de lo que es esencial para la vida como el agua, las semillas, etc.
En segundo lugar es importante pensar en la producción de la base material
de la vida. Sin base material no hay vida y por eso frente al paradigma
capitalista necesitamos reconstruir otro paradigma basado en primer lugar en el
valor de uso frente al valor de cambio, el único valor para el capitalismo. Y
si aceptamos esto, no se pueden permitir los paraísos fiscales que crean una
riqueza artificial y una economía casino, no se puede aceptar más un secreto
bancario ni otros aspectos de la construcción actual de la economía, debemos transformarla,
incluyendo las formas de propiedad de los medios de producción.
El tercer aspecto es generalizar los procesos democráticos en todos los
ámbitos, no solamente políticos sino también económicos, sociales, culturales,
religiosos; y en todas las relaciones humanas sociales, también en las
relaciones hombre-mujer.
Finalmente, el otro eje del Bien Común de la Humanidad es la
interculturalidad. El capitalismo es fruto de una cierta visión de la
modernidad que impone la cultura occidental como el único modelo y que excluye,
destruye y folcloriza el resto de culturas. Debemos aprovechar para el BCH el
aporte de todas las culturas, de todos los saberes, también tradicionales, de
todas las filosofías, de todas las espiritualidades, para la lectura de la
realidad y para construir una ética necesaria.
En este sentido pienso que estamos aterrizando en cosas muy concretas y no
solamente quedándonos en lo abstracto. Cuando vemos los Foros sociales
mundiales, por ejemplo, escuchamos que en cada campo de estos cuatros ejes
existen millares de iniciativas en todo el mundo, para transformar la relación
con la naturaleza, para introducir la interculturalidad, para democratizar los
sistemas económicos y construir una economía social y no capitalista, etc. Todo
eso existe, el problema es aglutinar todos estos esfuerzos dispersos y por lo
tanto, fácilmente controlables por el sistema. Debemos llegar a una cierta
convergencia de los movimientos e iniciativas para construir unas nuevas
relaciones de fuerzas entre el capital y los pueblos y los trabajadores.
En cualquier caso, se puede llamar Bien Común de la Humanidad, pero también
se puede llamar Sumaq Kawsay o Socialismo del Siglo XXI, no importa el nombre,
lo que importa es el contenido.
-KA: Ya para ir cerrando esta entrevista François, tu
eres un gran conocedor del mundo árabe, acabas de regresar de participar de un
encuentro Sur Sur en Argelia junto a Samir Amin y otros compañeros. ¿Qué nos
puedes decir de la situación actual de esa parte del mundo y de las llamadas revoluciones
árabes?
-FH: Lo que se ha
venido a llamar primavera árabe es algo que se preparaba desde hace tiempo. Por
un lado es una reacción contra el neoliberalismo que había provocado grandes
desigualdades en las sociedades árabes, y por otro lado es una reacción contra
los regímenes autoritarios que existían en prácticamente casi todos esos
países. La convergencia de estos dos factores provocó este tipo de explosiones,
que en cualquier caso no son realmente revolucionarias, pues en ninguno de estos
países se ha construido ningún tipo de proyecto posneoliberal.
Hay minorías en Egipto o Túnez tratando de profundizar estos procesos, pero
han sido tomados en gran parte por los movimientos islamistas, especialmente
los Hermanos Musulmanes, movimiento creado a finales de los años veinte, y
durante los años treinta muy cercanos a los movimientos fascistas europeos. De
hecho en Egipto o Túnez estos movimientos tomaron el poder, pero realizaron una
política tan desastrosa que hubo una nueva reacción popular.
-KA: También estuviste el año pasado en Siria,
conflicto que ha provocado numerosas contradicciones en la izquierda
internacional. ¿Qué nos puedes decir de la situación en Siria?
-FH: En junio de
2012 pude reunirme, junto a un pequeño grupo de personas que buscábamos un
proceso de paz, con Bassar al Assad en Damasco, y el propio Presidente sirio
nos reconoció que las protestas en su etapa inicial, antes de ser tomadas por
los movimientos islamistas, eran legítimas. Pero los movimientos islamistas,
aun los más radicales, siempre fueron utilizados por los poderes de Occidente
para luchar contra el nacionalismo árabe que era para ellos el verdadero
peligro, especialmente por los grandes yacimientos de petróleo y gas que
existen en la región. Lo que sucede en Siria y en el mundo árabe en general no
es simplemente un problema interno de esas sociedades, sino también una lucha
neo-colonial por parte del occidente para garantizar sus fuentes de
energía.
En Siria hubo una reacción desmedida y brutal del gobierno en el año 2011,
reprimiendo las protestas sin diferenciar entre islamistas y otros movimientos
más legítimos. Pero como dice el gobierno sirio, desde el principio hubo otra
agenda, la agenda islamista que busca restablecer en toda la región el régimen
islamista de la sharia, el emirato desde un punto de vista político, y todo
ello financiado y ayudado por Arabia Saudita, Qatar y en menor medida por
Turquía y Jordania. Este ataque de los movimientos islamistas se da porque es
un régimen laico y se realiza bajo un trasfondo religioso e ideológico.
-KA: ¿Más allá de la oposición terrorista islamista,
existe algún tipo de oposición de izquierda al régimen sirio?
-FH: Hay una cierta
izquierda en la oposición tanto interna como externa, pero es una oposición sin
muchas bases populares, una izquierda de intelectuales, de una parte de la
pequeña burguesía, pero sin bases profundas entre el pueblo.
En cualquier caso Bassar Al Asad ha salido reforzado entre su propio pueblo
con la agresión imperialista. Considero que cuenta con el apoyo una parte
importante del pueblo sirio y por eso ha propuesto la liberalización del campo
político, la posibilidad de contar con una oposición interna y está de acuerdo
con convocar elecciones verificadas por la comunidad internacional, pues
considera que las va a ganar.
Pienso que debemos promover una solución política y no militar. El
imperialismo, junto con el islamismo radical, está actuando para impedir una
evolución interna del régimen sirio. Ojala que una solución negociada venga
pronto, porque el sufrimiento del pueblo sirio es indescriptible.
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