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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Luces y sombras del impuesto a la divisa extranjera



Por H. Ernesto Sheriff B.
El proyecto de introducir un impuesto a la compra y venta de divisas extranjera es el tema más discutido en la semana que finaliza en el campo económico. En el presente artículo se trata de comentar sobre el contexto bajo el cual se ha diseñado este impuesto.
En el contexto externo, vinculo la medida más con la crisis argentina (visita de Cristina Fernández incluida) que con la crisis global que sacude al sistema capitalista. Argentina está experimentando una aguda crisis macroeconómica cuyo iceberg cambiario solamente muestra el lado visible de la debacle casi inminente de dicha economía. En este momento el tipo de cambio oficial se encuentra en 4.46 pesos argentinos por dólar en tanto que el tipo de cambio blue(paralelo) se halla en 6.40 $/$us. Un aumento en la demanda por dólares de Argentina puede fácilmente afectar a una economía casi 5 veces más pequeña como la boliviana. Por lo tanto, limitando las transacciones en dólares en Bolivia, evitamos (minimizamos) que la pesadilla macroeconómica del sur se contagie a nuestra frágil economía.
El contexto fiscal no ofrece nada nuevo. Un porcentaje ampliamente mayoritario de la Población Económicamente Activa (PEA) solamente paga impuestos indirectos (cuando compra algo con factura) o a la tenencia de bienes. Con una base tan pequeña, y con una masa de no contribuyentes agresiva y poderosa, el fisco debe redoblar esfuerzos sobre todo en imaginación para elevar sus recaudaciones sin enfurecerlos. Una forma es gravar indirectamente su bonanza a través del impuesto proyectado. Probablemente no sea intención del fisco afectar a la banca sino a esos no contribuyentes prósperos por actividades no necesariamente lícitas (contrabando y narcotráfico). A ello hay que sumar que los planes no salieron tan bien como se esperaba especialmente en el campo de las empresas públicas donde su superávit agregado es declinante y con cada vez más puntos negros deficitarios que naturalmente afectan el flujo de caja del fisco. Finalmente, el Ministerio de Economía y Finanzas, probablemente el garante de la actual estabilidad macroeconómica, es también el principal defensor del sistema tributario vigente, diseñado como el proyecto estrella de la Nueva Política Económica de 1985. En ese sentido, sus grados de libertad son escasos: no puede tocar el IVA, ya tocó el IUE a la banca, ya tocó los impuestos específicos, no puede tocar transacciones y sólo le resta crear tributos transitorios y discrecionales en tanto, algún día, se rediseñe el sistema tributario hacia uno más compatible con una economía planificada. Si tocase IVA o IT, la avalancha de pedidos de tratamientos “especiales” sería incontenible.
El contexto del sistema financiero debe ser mencionado con cuidado. Investigaciones muy anteriores a este gobierno, desde el mismo año 1987 hasta el 2003, demostraron que el sistema financiero boliviano es oligopólico. Con economías de escala, economías de ámbito y economías de agencia, su poder no sólo se traduce en tener el más alto spread de todos los países de los cuales tengo datos (más de 80) sino también este poder se ha reflejado en que la institución que debiera fiscalizar la banca (la Autoridad del Sistema Financiero - ASFI) es la única institución pro empresa que todavía se sostiene a pesar de los cambios sufridos. Todas las reglamentaciones de la ASFI son para proteger a los bancos. Recordemos que lo poco que logró, por ejemplo la posibilidad de efectuar prepagos sin multas, fue vía decretos y no vía disposiciones de la ASFI. Las pautas establecidas en Basilea (2 y 3) no fueron diseñadas para proteger al ahorrista sino para proteger a los bancos en un contexto global. En síntesis, la estructura del mercado financiero boliviano no cambió jamás y la acción de este gobierno fue neutra en ese sentido al punto que la banca atraviesa su mayor periodo de prosperidad sólo comparable con los años posteriores al golpe de 1971 en cuya planificación participaron algunos notables banqueros. Alterar con una sobretasa al Impuesto a las Utilidades y un nuevo tributo a la compra/venta de divisas no afectará en nada esta estructura y con una ASFI cuya burocracia no cambió ni siquiera en su cuarto nivel, no será difícil para los bancos trasladar el impuesto a sus clientes. Las casas de cambio tampoco tienen argumentos muy sólidos para pedir un tratamiento especial. Muchas de ellas pertenecen a un grupo empresarial que tiene banco y aseguradora incluidos, en cambio otras, que no pertenecen a este tipo de grupos financieros (no conozco ninguna) no tendrían economías de escala, ámbito ni agencia y por lo tanto, podrían quedar muy comprometidas en su propia existencia por el proyectado tributo.
Finalmente veamos el campo monetario. La preferencia por moneda nacional es una de las variables que mejor se movió en estos últimos 10 años y su tendencia refleja tanto confianza en la moneda como confianza en las señales de precios relativos que lanza el gobierno. Esta preferencia por la moneda nacional indica que el ahorrista promedio va olvidando la hiperinflación de a poco (mis cálculos indican que el 2050 estará totalmente olvidada si no aparece una nueva hiperinflación) y por lo tanto su evolución es un premio a la política macroeconómica vigente. Argentina comenzó así a fines del 2011 y actualmente hay que pedir permiso para comprar dólares, en el extranjero un argentino no puede sacar dinero en los cajeros automáticos, las empresas deben pagar coimas para conseguir un permiso de compra de divisas, etc. Lo más probable es que la confianza en la macroeconomía boliviana sea sólida y el impuesto no afecte dicha confianza y por tanto si alguien necesita comprar dólares tendrá que aceptar pagar 5 centavos más por cada dólar y nada más. Sin embargo, si la medida nos hace pensar que hay algo malo en nuestra economía (fiscal, monetario o externo) una menor confianza tendrá efectos amplificados en todos los campos de la economía.
Tal como aprecia el lector, el impuesto puede tener un positivo efecto recaudador, cosa que probablemente sea la única variable que estuvo detrás de todo. Al ser un impuesto a la acción de compra o venta, es un impuesto distorsivo y ello disminuirá evidentemente el monto total transado de dólares en la economía formal. Con la macroeconomía de Excel que se acostumbra trabajar (reemplazar una celda con otro número y ver qué pasa) hablar de montos potenciales recaudados es sólo especular y con un sistema regulatorio tan pro bancos que tenemos, debemos ir presupuestando 5 centavos de boliviano más cada dólar que queramos comprar ya que los bancos, las casas de cambio y hasta los informales por lo que veo, trasladarán el impuesto sin ningún pudor al simple ciudadano.
El autor es investigador, docente y consultor en economía.

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