Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Patricia Grogg
Cuesta imaginarla vestida de guerrillera,
cargando una mochila de 25
kilogramos, repeliendo a tiros el ataque enemigo o
buscando refugio para evadir los bombardeos aéreos. Se la conoce como Sandra
Ramírez y dejó el escenario de guerra colombiano para viajar a la capital
cubana a hablar de paz.
Hasta ahora es la única mujer, conocida públicamente, envuelta en las conversaciones exploratorias entre delegados de las insurgentes
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)
y del gobierno de ese país, encabezado por Juan Manuel Santos, para iniciar un diálogo
destinado a “la construcción de una paz estable y duradera”.
Cuando se la vio llegar al primer encuentro con la prensa ofrecido en
agosto en La Habana
por representantes de las FARC, no todos los periodistas sabían quién era.
Pronto el dato recorría el salón: entre los negociadores iniciales figura la
compañera de “Manuel Marulanda”, nombre de guerra de Pedro Antonio Marín,
fundador y líder de la guerrilla más longeva de América Latina.
Una de las interpretaciones de su presencia en estas pláticas es que se
reafirma la continuidad de un proceso iniciado por Marulanda, muerto de un paro
cardiaco en marzo de 2008.
“Es su legado el que está presente. Durante sus 60 años de lucha estuvo
buscando una salida política al conflicto, y esa ha sido siempre nuestra
vocación”, afirmó Ramírez en una entrevista exclusiva con
IPS.
“Al lado del comandante Marulanda aprendí el amor a esta causa que
llevamos, lo cual definitivamente implica un compromiso mucho mayor. Trabajamos
juntos muchos años, compartimos muchísimas cosas”, agregó en un momento de la
conversación en que las emociones pusieron en riesgo su hablar pausado y
sosegado.
Ramírez es hija de una familia campesina numerosa -”fuimos 15 hermanos,
las opciones de vida eran escasas, sobre todo para nosotras”, las mujeres- y se
unió a la guerrilla con 17 años. En mayo cumplió 48 y aún no se arrepiente del
camino escogido. En la montaña aprendió enfermería y comunicaciones e integró
el cuerpo de guardia de los “camaradas” de la dirección nacional de las FARC.
Al parecer, así fue como se acercó sentimentalmente a Marulanda, a quien
acompañó y cuidó en los últimos años de su vida.
La prensa colombiana recuerda haberla visto junto a él, 10 años atrás,
en las conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana
(1998-2002), en el municipio sureño de San Vicente del Caguán.
IPS: Aquellos diálogos fracasaron. ¿Cuál es su
expectativa con este que comenzará en Oslo el 8 de octubre y que se prevé continúe
en La Habana?
Sandra Ramírez: Estamos iniciando este nuevo proceso de
conversaciones, a ver si con el esfuerzo de todos, de la guerrilla, el gobierno
y el pueblo colombianos, logramos una solución política al conflicto.
Las posibilidades de éxito (en este empeño) siempre han estado
presentes, el problema es que la oligarquía colombiana siempre se ha negado a
ceder un milímetro de su estatus de poder, desde el cual elimina a tiros al
opositor.
IPS: ¿Cree posible conversar de paz sin cese de
hostilidades?
SR: El gobierno de Álvaro
Uribe (2002-2010) se
caracterizó por ejercer la violencia extrema, no abrió las puertas a la paz. Ahora la correlación de fuerzas es diferente, tanto
dentro del país como en el entorno latinoamericano de Colombia, con gobiernos
democráticos como los de Venezuela, Bolivia o Ecuador.
Los pueblos están adquiriendo otras formas de lucha y eso incide en el
pueblo colombiano. La
decisión es sentarse a conversar, pero la lógica y el mismo escenario nos dirán
si hay o no cese del fuego que, de darse en algún momento, tiene que ser
bilateral.
IPS: A comienzos de los años 90, el líder cubano Fidel Castro, quien comandó la insurrección
armada que lo condujo al poder en 1959, comenzó a desaconsejar ese camino e
insistió en las posibilidades de la lucha de masas, especialmente del “pueblo
unido, el pueblo coordinado, el pueblo luchando en una misma dirección”. ¿Qué
le pareció a usted esa declaración?
SR: Las condiciones en Colombia son muy diferentes.
No hay libertades para la participación política. Aferrada al poder, la
ultraderecha elimina (físicamente) a sus opositores; ha cerrado todas las vías
y no nos dejó otra opción que el uso de las armas para que nos escuchen. Porque
se trata de eso, usamos las armas para que nos escuchen.
IPS: Se dice que las FARC
quieren negociar porque están debilitadas.
SR: Las FARC buscan la paz
desde que se fundaron y esta es una nueva oportunidad. Claro, como organización que
enfrenta toda la tecnología de punta suministrada por Estados Unidos, no
podemos negar que hemos sido golpeados y perdido cuadros valiosos. Pero eso no
significa debilidad.
IPS: ¿Usted considera que hay condiciones para que el
pueblo colombiano acompañe este proceso?
SR: Claro que sí, este diálogo responde al deseo de
indígenas, afrodescendientes, de todos los movimientos y sectores sociales del
país. No es un capricho del gobierno de Santos ni de las FARC.
IPS: En los acuerdos que ustedes consideran hoja de
ruta de las pláticas de paz no se menciona la situación de la mujer. ¿A qué se
debe?
SR: La situación de la mujer en Colombia es tan
difícil como la de todo el pueblo colombiano, por eso no se menciona
específicamente.
IPS: Alrededor de 40 por ciento de la tropa de las
FARC son mujeres; sin embargo ellas no están en el Secretariado de la
organización…
SR: Nosotros calculamos que en este momento somos más
de 40 por ciento. No hay mujeres en la dirección nacional, pero sí en el Estado
Mayor Central y en escalones intermedios. A nivel de compañías, las hay
integrando los comandos de dirección.
IPS: También en Colombia las mujeres sufren violencia
doméstica y el machismo que las discrimina. ¿Existen esos problemas en la
guerrilla?
SR: Nuestra organización brotó de las entrañas de la
sociedad colombiana y no está ajena a esas realidades. Pero en su seno se
contribuye a la preparación de las combatientes para que se expresen, participen,
tomen decisiones y hagan valer sus derechos. Tenemos normas disciplinarias y no
se permiten riñas y menos violencia contra la mujer.
IPS: ¿Es verdad que hay niños en la guerrilla?
SR: Ha habido casos excepcionales, con hijos o hijas
de guerrilleras o guerrilleros muertos en combate. A veces sus abuelitos no
pueden cuidarlos y son muy vigilados y perseguidos por la policía o el
ejército. No queda más remedio que llevarlos con nosotros. Les damos una
educación, se designa a algún combatiente para que los atienda, tratamos de
darles la mejor atención.
IPS: ¿Qué pasa si ese niño o niña quiere marcharse?
SR: Se analiza la situación. Generalmente optan por
quedarse por un problema de seguridad. Ha habido muchos casos de niños que hoy
son excelentes combatientes y hasta comandantes.
IPS: ¿Hay presión o coacción sobre los jóvenes para
que ingresen a la guerrilla?
SR: De ninguna manera. El ingreso es por voluntad
propia de cada persona, sea hombre o mujer. La edad mínima para integrarse a
las FARC es 15 años.
Publicado en CubaDebate
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