Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Córdova
La muerte de Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, ha desatado una ola de nostalgia entre quienes —como yo— aprendimos a ver televisión con sus personajes. En ese entonces, cuando Canal 7 comenzaba a emitir a las 17.00, un grupo de actores adultos disfrazados de niños, con un estilo de actuación, vestuario y maquillaje circense y repitiendo en cada programa los mismos dichos y frases, era la natural manera de ver una televisión recién aprendiendo a hacerse.
Siempre me he preguntado cómo es posible que treinta y tantos años después el Chavo del Ocho o el Chapulín Colorado sigan viéndose, con una audiencia que no solo ha crecido viendo televisión nacional sino cine, cable, piratería e internet y, por tanto, está más que preparada para entender esos programas como lo que son: pobrísimas representaciones de teatro pobremente filmadas, con personajes arquetípicos totalmente maniqueos, que no crecen, evolucionan, ni cambian; historias de un conventillo de clase pobre en un pobre barrio del Distrito Federal mexicano, donde los personajes viven y mueren sin cuestionarse por qué unos son chusma y otros no, por qué hay quienes no pueden pagar la renta, por qué nadie aprende nada en la escuela y por qué un niño puede vivir en un turril sin que eso se cuestione de ninguna manera. Episodios en los que cada problema o malentendido se resuelve a través de la violencia, no por estilizada menos evidente.

En términos de representación, la comedia no es menos peligrosa que el drama, pues la televisión y el cine construyen imágenes que poco a poco terminan definiendo para el espectador los rasgos identitarios, propios y ajenos. Puede que por cada película y programa de televisión en el que el ladrón es joven y negro no habrá en Estados Unidos un muchacho abatido a tiros por caminar por la calle, pero no se puede negar que existe una relación entre la manera en que un grupo es construido en la ficción y la manera en que el espectador promedio trata a ese grupo en la vida cotidiana.
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