Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rafael Puente
A partir de esta gestión el Gobierno ha decidido otorgar un incentivo de mil bolivianos para los y las estudiantes mejor calificadas de sexto de secundaria de cada unidad educativa, ya sea fiscal, privada o de convenio. Es indudable que la intención es positiva -incentivar el estudio y la auto-superación-, y también es indudable que, como viene ocurriendo con los demás bonos, son un buen montón de millones de bolivianos que entran a circular por la economía nacional, lo que resulta ciertamente saludable. Pero me atrevo a proponer un análisis más amplio y, digamos, estratégico.
La primera duda sobre la pertinencia de esta medida viene del hecho de que no se trata de un incentivo para que cada estudiante se supere a sí mismo/a, sin necesidad de entrar en competencia con nadie (como es el caso del Juancito Pinto). En este caso la competencia es un elemento central del incentivo: no se trata simplemente de estudiar más y de superarse, se trata de hacerlo mejor que los o las demás; se trata de un incentivo a competir. Claro que esto no es novedad, en casi todos nuestros colegios y escuelas se practica esa competencia y se reconoce al primero o primera de la clase; pero ahora se añade un reconocimiento económico (por lo demás nada despreciable). Y tenemos que preguntarnos: ¿Realmente es ése el modelo de nueva sociedad que queremos construir?, ¿queremos una sociedad de triunfadores y perdedores, lo más parecida posible a la sociedad norteamericana?, ¿somos conscientes de que para estimular a los triunfadores -dos estudiantes de cada curso- estamos provocando la sensación de fracaso en los perdedores y perdedoras, que vienen a ser todos los y las demás?
Tal vez sea yo el único despistado que le sigue dando importancia a ese horizonte del Vivir Bien, en el que no se trata de competir ni de ganar, sino que se busca la armonía, el equilibrio y la complementariedad; pero no deja de ser el horizonte definido por nuestra nueva Constitución, y por tanto no deja de ser un criterio esencial para analizar lo que hacemos tanto gobernantes como gobernados/as. Y es a partir de ahí que me pregunto si este incentivo responde al horizonte del "Vivir Bien”, o más bien al típico horizonte del "Desarrollo” en el que predomina la lucha por la acumulación de ventajas individuales…
Pero además ese incentivo está premiando un único factor de la vida estudiantil, que es el del rendimiento intelectual (que además, en los hechos, se reduce con demasiada frecuencia a un rendimiento intelectual formalista, concentrado en la capacidad de memorizar). No se premia -salvo en el caso de algunas unidades educativas excepcionales- la creatividad, ni la solidaridad, ni el espíritu crítico, ni las dotes de liderazgo ni la capacidad de trabajar en equipo; se premia el rendimiento individual, aunque sea meramente repetitivo, individualista y sumiso. ¿Es realmente ése el perfil de nuevas generaciones estudiantiles que queremos promover? Repito, no dudo de que la intención es buena, pero me preocupa el que también pueda estar equivocada.
Pero además no hace falta ser malicioso para prever las posibilidades de fraude que se abren para sucesivas gestiones (en ésta probablemente no, ya que nos agarró a todos de sorpresa). ¿No será previsible que el "incentivo” conlleve la disposición a hacer trampas, a perjudicar al posible rival, a mejorar la tecnología del chanchullo? ¿No se imaginan ustedes a tal o cual maestro que, ante el previsible empate técnico de dos estudiantes (que digamos sólo llevan dos décimas de diferencia), le propone a uno de ellos, o de ellas, subirle un poquito la nota a cambio de 200 bolivianos (el 20% del premio)? Puede que me pase de malpensado, pero nadie puede negar que existe la posibilidad, y que en todo caso este incentivo se inscribe en otro modelo de sociedad -que desgraciadamente es el que de hecho tenemos- y no en el modelo del Sumaq Kamaña. Ojalá me equivoque.
El autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba
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