Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Alberto Acosta
En medio de su tráfico enmarañado y su ritmo enloquecido de gran urbe,
Lima ha dado espacio para un debate necesario y hasta urgente: las condiciones
de crisis ambiental del mundo y la demanda de adoptar medidas para mitigar sus
efectos y adaptarse a ella.
Aunque hay miradas conciliadoras, otras recelosas –las más ambiguas–,
otras tantas apocalípticas y algunas revolucionarias, queda claro que los
intereses económicos y las posiciones ideológicas son casi irreconciliables.
Así, mientras en la sede de la COP20 desfilaron autoridades mundiales,
presidentes y expertos reconocidos mundialmente como Al Gore (que habló sobre
el rol de las tecnologías para la información y comunicación como componente
contribuyente no gubernamental hacia un acuerdo ambicioso sobre clima en la
cumbre de 2015 en París y se mostró optimista de lo que se logre en Lima), en
los pasillos de El Pentagonito y en las afueras del mismo, se dieron cita
activistas y expertos en temas ambientales que alimentaron un diálogo tanto o
más fecundo.
La marcha de la Cumbre de los Pueblos, por ejemplo, permitió distinguir
entre los indígenas y activistas de todo el mundo, a varios intelectuales
latinoamericanos que han tomado interesantes posiciones en torno al tema
ambiental en sus países y en la región. Uno de ellos es Alberto Acosta
Espinosa, economista y político ecuatoriano.
Acosta –intelectual de izquierda y más recientemente del movimiento
antiglobalización y antiminero– fue uno de los redactores del plan de gobierno
de Alianza PAIS, de Rafael Correa.
Fue ministro de Energía y Minas y luego presidente de la Asamblea
Nacional Constituyente antes de distanciarse del oficialismo y convertirse, en
2013, en candidato a presidente de Ecuador por la Unidad Plurinacional de las
Izquierdas, una coalición de partidos políticos y movimientos sociales de
extrema izquierda y socialistas.
Acosta también es conocido por ser uno de los ideólogos del concepto de
buen vivir –que en Ecuador se expresa sumaj kawsay, en quechua– y su
incorporación a la Constitución de ese país.
El anuncio del Gobierno ecuatoriano de empezar a explotar la reserva
hidrocarburífera de la región amazónica de Yasuní –y una de las áreas de mayor
biodiversidad en el mundo–desechando un inicial proyecto que buscaba
compensación económica internacional a cambio de dejar el petróleo de la región
bajo tierra, ha puesto a Acosta claramente en el bando contrario a Correa.
Afirma que esta explotación es anticonstitucional y atenta contra el proyecto
original de la Revolución Ciudadana.
Alentando la presencia de los grupos indígenas ecuatorianos y su pedido
de atención, encontramos a Alberto Acosta Espinosa.
¿Cuál es su evaluación de la COP20? Había mucha
expectativa…
Seamos honestos. Llegamos sin expectativas y nos vamos de la misma
forma, porque tanto los gobiernos de todos los países neoliberales, como los
pseudo progresistas, como los distintos grupos de los organismos
internacionales –empezando con las Naciones Unidas–, no están cumpliendo con su
obligación de buscar una vida digna para el planeta y eso significa cambiar el
sistema para proteger la naturaleza.
Pero, ¿cuán posible es en los hechos un cambio de
sistema?
Es difícil pero hay que hacerlo. Más difícil va a ser que el sistema
termine con la vida en el planeta. Y eso es inminente. No se trata de una
advertencia. Es ahora una realidad que comprobamos a diario.
En la COP20 se pensó en un acuerdo global, luego en
medidas obligatorias o voluntarias. ¿En qué va a quedar el diálogo global en
torno al cambio climático?
Es que bueno, entre compromisos obligatorios que no se cumplieron a
compromisos voluntarios que tampoco se cumplen. Yo creo que hay que
denunciarlo, hay que movilizarnos. Si las empresas trasnacionales, los
organismos internacionales están dispuestos a terminar con el mundo, algo habrá
que hacer desde la sociedad civil. Lo que no podemos es quedarnos de brazos
cruzados.
¿Qué opina de países como Bolivia o Ecuador, en
cuyas constituciones está el respeto a la Madre Tierra y también en el discurso
oficial, pero hay serias denuncias de organizaciones y pueblos indígenas,
especialmente por un modelo excesivamente extractivista?
Eso es trágico. En Ecuador, por ejemplo, tenemos en nuestra Constitución
los derechos de la Naturaleza pero el presidente Correa ni los defiende ni los
entiende y se da paso por ejemplo a una ampliación de la frontera petrolera, se
abre la puerta a la megaminería, se fomenta los agrocombustibles, los
monocultivos, se quiere permitir el ingreso y producir transgénicos, se está
echando abajo toda la Constitución. Ya los discursos son huecos, vacíos, sin
práctica y la gente está entendiendo y denunciando a estos gobiernos.
En la COP20, el presidente Evo Morales dijo que hay que acabar con el
capitalismo, cambiar el sistema y que los pueblos tienen que tomar las riendas
de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, como se ve en esta marcha,
hay protestas, por ejemplo, contra un proyecto de energía nuclear.
Esta es una de las grandes contradicciones. Evo Morales fue el presidente que levantó la tesis de los derechos de la Madre Tierra, en Tiquipaya, Cochabamba, en abril de 2010, y ahora abre la puerta a la energía nuclear… Yo creo que son de las cosas que nos llevan a una tremenda desazón. Pero más allá de eso tenemos que seguir luchando, caminando, defendiendo la vida de la tierra y de la Naturaleza.
Esta es una de las grandes contradicciones. Evo Morales fue el presidente que levantó la tesis de los derechos de la Madre Tierra, en Tiquipaya, Cochabamba, en abril de 2010, y ahora abre la puerta a la energía nuclear… Yo creo que son de las cosas que nos llevan a una tremenda desazón. Pero más allá de eso tenemos que seguir luchando, caminando, defendiendo la vida de la tierra y de la Naturaleza.
¿Qué importancia tiene en ese contexto la presencia
de indígenas y organizaciones sociales?
La sociedad se moviliza en el mundo entero porque ha empezado a
preocuparse por el cambio climático, pero éste no solo se refleja en el aumento
de la temperatura, sino en la destrucción de la biodiversidad, en la ruptura de
las entrañas de la tierra con la minería, la pérdida y contaminación de aguas
dulces… En suma, estamos viviendo un momento de gravedad donde la sociedad dice
basta, se moviliza, demanda respuestas. Y las hay.
Entrevista publicada en el periódico Página 7
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