Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Ernesto
Gómez Abascal
Considerada la
vanguardia de la OTAN dirigida hacia el
Cercano Oriente y Asia Central, Turquía, por su situación geográfica y su gran
población (unos 75 millones de habitantes), constituye una potencia regional de
primer orden. Posee el segundo ejército más numeroso de esta Organización. Los
gobernantes de Europa Occidental y los Estados Unidos están conscientes de esto, y a
pesar de no agradarles el carácter religioso islámico que profesa el 98% de su
población, la han admitido en su seno, aunque se niegan a concederle la
condición de miembro de la Unión Europea. Sería “pedirles demasiado a las
élites gobernantes de cristianos blancos” de la parte occidental y atlántica
del continente, que aceptaran a tal cantidad de musulmanes. (Ya tienen bastante
con los revoltosos inmigrantes ¿No?)
Pero Turquía si
les puede ser muy útil como “carne de cañón” en sus guerras, actuales, futuras
y planificadas para cambiar las fronteras en la rica (sobre todo en petróleo y
gas), pero levantisca región adyacente a su territorio. La han estado
utilizando como base principal para llevar a cabo la guerra sucia contra Siria,
entrenando, armando e infiltrando en el vecino país árabe, bandas de peligrosos
salafistas y terroristas, que tienden a convertirse en incontrolables. También
la utilizan para promover, por medios más enmascarados, la división de Iraq, a
cuyo gobierno central pretenden desgastar y derrocar por ser predominantemente
chiita y demasiado cercano a Teherán.
Turquía podría
aparecer igualmente en los planes dirigidos a imponer cambios en Líbano, para
lo que habría que liquidar el poder de Hizbulá, y después encarar el reto
mayor: la destrucción de Irán. Los cohetes que Estados Unidos ha instalado en
el sur de Anatolia, donde la OTAN ya dispone de la base de Incirlik, así como
el estacionamiento de una cantidad de “drones asesinos”, no son precisamente
medios de defensa, nadie podría creer que tengan el propósito de defenderse de
imposibles ataques de Siria, que es el país agredido.
Pero a pesar de
todo su poderío, Turquía es un país con muchas debilidades y problemas. El
principal: sus variadas divisiones.
El gobierno
religioso del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que llegó al poder
hace más de diez años, consciente de estas debilidades, lanzó un programa
populista-chovinista, calificado por algunos de la oposición como
“neo-otomanismo”, para atraer el respaldo de la mayoría de la población. Es
conocido que las encuestas de opinión que se realizan frecuentemente por
instituciones occidentales, entre ellas la BBC de Londres, tomando muestras en
un grupo grande de países, arrojan que los turcos aparecen en primer lugar en
la crítica y condena a la política de los Estados Unidos. Por ello el partido
AKP adoptó en un principio determinadas posiciones que generaron la crítica de
círculos conservadores y de la derecha estadounidense, algunos de cuyos voceros
llamaron a considerar la salida de la OTAN del país otomano. Para colmo, el
gobierno turco levantó la bandera de solidaridad con Palestina y aparentó
enemistarse con el gobierno de Israel. El primer ministro Erdogan fue recibido
como héroe en Estambul después de enfrentarse a Shimón Peres en Davos, a quien
calificó de asesino de niños en Gaza, ante las cámaras de televisión.
Otra estrategia
fue la de lanzar la política de “cero conflictos con sus vecinos” y dieron
pasos para mejorar sus relaciones con Grecia y Armenia. Erdogán intercambió
frecuentes y calurosas visitas con el mismo presidente sirio Bashar al Assad, a
quien no dudó, poco tiempo después, en acusar de violador de los derechos
humanos, tratando de justificar el hecho de convertirse en la principal base
para la guerra sucia contra Damasco. Con Irán, mejoró notablemente las
relaciones políticas y creció el intercambio económico y comercial, desoyendo
las quejas de Washington. Más aún, se opuso a las sanciones contra Teherán por
su desarrollo nuclear pacífico y patrocinó, junto con Brasil, una propuesta en la
ONU contraria a los intereses de EEUU e Israel.
No fueron pocos
los que llegaron a pensar, y con cierta razón, que los intereses nacionales
turcos una vez finalizada la guerra fría, llevarían a sus dirigentes a
practicar una política independiente y no sometida a Occidente.
Sin embargo,
hoy todo eso ha ido cambiando y el gobierno de Ankara ha demostrado su
verdadero rostro y condición de obediente subordinado a los dictados de
Washington, para recibir a cambio, promesas de privilegios o preferencias cuando
se acabe de implementar el nuevo plan de división y dominación de la región,
así como la promoción del “modelo turco de gobierno islámico moderado y
moderno”. Esto le fue reiterado a Erdogán en su reciente visita a la capital
estadounidense. Ya el presidente Obama, el pasado mes de marzo, cuando concluía
su visita a Israel, hizo que Natanyahu llamara a Erdogán en su presencia, para
pedirle disculpas por la muerte de nueve turcos, cuando tropas sionistas
asaltaron un barco de ese país que llevaba ayuda humanitaria a la población
palestina en Gaza.
El gobierno del
partido AKP, ─llegó a estar impugnado por considerarse este una organización religiosa,
lo cual está prohibido por las leyes turcas─ inicialmente solo controlaba una
mayoría en el Parlamento y por esa vía nombraba el primer ministro y su
gabinete. Sin embargo ha ido maniobrando para dominar otras posiciones
importantes en la estructura tradicional de poder político en ese país. Así,
ahora dispone del presidente de la república y ha limitando el poder de las
fuerzas armadas, consideradas durante muchos años como garantes del carácter
secular del estado turco moderno fundado por Kemal Ataturk. Un grupo
considerable de generales y altos oficiales se encuentran presos o acusados de
conspiración para derrocar el gobierno.
El Poder
Judicial, cuya acción también se guiaba por principios seculares, ha sido
objeto de reformas, mientras que la Policía y los aparatos de seguridad, se
consideran infiltrados por militantes islámicos que responden a la poderosa organización
de Fetula Gülen, contradictorio y poderoso personaje, que maneja enormes sumas
de dinero y es considerado por algunos como ideólogo de la actual política
turca. Significativamente, vive exilado desde hace muchos años en los Estados
Unidos. Otras reformas constitucionales se encuentran en camino para consolidar
un mayor control y poder del AKP, aunque este partido es de una composición no
absolutamente homogénea y podría verse amenazado por divisiones internas.
Sin embargo,
como mencionábamos más arriba, Turquía está sometida a grandes problemas y
divisiones. La primera y más amplia es la división entre seculares y
religiosos. Una parte importante de la población, fundamentalmente la que vive
en las grandes zonas urbanas del oeste del país, es más educada y está influida
por costumbres y hábitos modernos y aunque islámica, concibe la práctica
religiosa de forma muy liberal. Se opone al gobierno del AKP y lo acusa de
querer establecer una dictadura con normas islámicas ortodoxas, inaceptables
para ellos.
En el este del
territorio turco, predomina la población kurda, (alrededor de un 15% de la
población total del país), que por su atraso y condiciones económicas, mantiene
niveles de vida similares a los de un país del Tercer Mundo. Una parte de ella
ha emigrado al exterior o a los suburbios de las grandes ciudades del oeste;
muchas aldeas también han sido despobladas a la fuerza por las autoridades,
enfrascada en una guerra irregular con las guerrillas del Partido del Trabajo
del Kurdistán (PKK), desde hace treinta años.
Dentro de la
propia población musulmana, mayoritariamente sunnita, existen varios millones
que practican los ritos de la secta aleví, más cercanos a los chiitas y
considerados parientes religiosos de los alawitas sirios. Estos se consideran
discriminados por las autoridades a las cuales acusan de querer convertirlos en
sunnitas por la fuerza y prohibirles la libre práctica de sus creencias, mucho
más flexibles que las de aquellos.
El hecho de que
la economía turca, al parecer no sufra la crisis económica tal como se ha
manifestado en Grecia, España y otros países europeos, no se debe precisamente
a que no padezca los mismos males que han provocado estas. Incluso desde antes,
ya existía un alto desempleo, un profundo y creciente desnivel entre una élite
cada vez más rica y una gran masa de la población de muy bajos ingresos. El
neoliberalismo ya venía siendo practicado, por lo que no eran necesarias
imposiciones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial o de las
instituciones financieras europeas. En general, el pueblo turco está muy lejos
de poder disfrutar de las prestaciones sociales, que disfrutan aunque sea
precariamente, otros pueblos de Europa.
Existe una
tradición de trabajo y militancia política de izquierda, que aunque muy
dividida en partidos y pequeñas organizaciones, comparten muchos puntos de
vista y coinciden en no pocas ideas, y son capaces de promover grandes
movilizaciones de masas. Dominan las autoridades locales en cierta cantidad de
comunidades, pueblos y aldeas. Los sindicatos también tienen tradición de lucha
y buena organización. Son muchos los líderes políticos y sindicales que han
sufrido prisión y represión.
Las masivas y
enérgicas protestas que se vienen manifestando en la última semana en las
principales ciudades turcas, aunque estallaron debido al propósito del gobierno
de destruir un parque en Estambul, está claro que tienen como contenido la ira
e indignación, hasta ahora contenida, de una buena parte del pueblo, que se
siente engañado y despreciado por la élite proimperialista que se ha instaurado
en el poder. Ello ha sido solo la chispa que ha servido para iniciar una nueva
etapa de luchas que debe producir cambios importantes en el país.
El noble y
patriótico pueblo turco, no está dispuesto a aceptar que conviertan a sus hijos
en ejército mercenario al servicio del imperialismo. Tampoco acepta que los
conviertan en súbditos de las atrasadas y despóticas, multimillonarias
petromonarquías del Golfo. Por ello ya algunos gritan: ¡Erdogán, exíliate en
Qatar!
fuente: cubadebate.cu
Twitter https://twitter.com/escuelanfp
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