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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

La Revolución y el nuevo ciclo de la transición al socialismo







Por: Hugo Chávez 

El 20 de octubre en el Palacio de Miraflores Hugo Chávez encabezó el consejo de ministros para abordar temas de índole económico y político. Foto: AVN

Autocrítica: en el primer consejo de ministros llevado a cabo tras la victoria electoral del 7 de octubre último, el Presidente urgió a multiplicar el nivel de eficiencia de la gestión, instalar definitivamente las comunas y desarrollar el sistema nacional de medios públicos, como ejes centrales para el período de gobierno 2013-2019. El documento que sintetiza las palabras pronunciadas por Chávez el 20 de octubre es un instrumento para el debate y un llamado a la participación activa de las masas en esta nueva fase de la Revolución Bolivariana, que tiene en la incorporación efectiva de mecanismos de autogestión productiva y poder popular el mayor desafío.

Estamos conversando sobre todo el tema económico, revisando papeles, documentos, planes, proyectos; el cierre de ciclo, la apertura del nuevo ciclo ante la victoria bolivariana del pasado 7 de octubre, que abrió el horizonte político; y, además, la victoria popular, la victoria bolivariana, que garantiza la estabilidad del país. 
Estaba leyendo por ahí que los bonos venezolanos se dispararon. El mundo sabe, Pdvsa aparece ahora como la segunda empresa dentro de las 500 más grandes de América Latina, una de las grandes del mundo, sólida; y Venezuela sigue ocupando el lugar que le corresponde. Eso es sólo posible, y seguirá siendo posible, por este rumbo, por estos horizontes, por estos andares, por estos caminos de la construcción del socialismo.

Aquí tengo a [libro de] István Mészáros (1), el capítulo 19, que se llama “El sistema comunal y la ley del valor”. Hay una frase que hace tiempo subrayé. La voy a leer, señores ministros, ministras, vicepresidente. Habla de la economía, del desarrollo económico, del impulso social de la revolución: “El patrón de medición –dice Mészáros– de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”.

Entonces, venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y de las élites capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico.
También lo dice nuestro querido ministro, amigo y maestro (Jorge) Giordani en su libro La transición venezolana al socialismo (2). Habla ahí de unos factores que son determinantes en la transición. Uno de ellos es la transformación de la base económica del país para hacerla esencial y sustancialmente democrática, porque la base económica de un país capitalista no es democrática, es antidemocrática, es excluyente y de allí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una élite: la gran burguesía, los grandes monopolios; y de allí también la generación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías. El problema es económico, no se puede separar lo social de lo económico. Siempre pongo el ejemplo del agua: hidrógeno y oxígeno, lo económico y lo social.

Aquí está el libro: La transición venezolana al socialismo, condiciones que orientan el tránsito, es decir, la transición. Cuando se trata de la revolución o transformación productiva, dice Giordani, en cuanto a la transformación productiva ligada al modelo de acumulación, estaría definida por cinco aspectos:

1. La modificación de la base productiva del país, buscando una mayor democratización del poder económico.
2. El cambio en el rol del Estado, para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la soberanía.        
3. La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.
4. La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.           
5. La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista.

Son elementos que ayudan a orientar el tránsito sobre la economía, y ahora, con el nuevo ciclo que se abre, debemos ser más eficientes en el tránsito, en la construcción del nuevo modelo político, económico, social, cultural: la revolución.
Este esfuerzo que hemos hecho y estamos haciendo, que es grande y debe ser mucho más grande, es eso que dice Giordani: modificar la base productiva del país de manera tal de asegurarnos una democracia económica. Por ejemplo, aquí en la Base Miranda, en La Carlota, ha venido naciendo un polo de desarrollo científico-tecnológico, y esa es una de las líneas estratégicas del tema que estamos hablando, la ciencia y la tecnología, la independencia, todo esto está relacionado. Recordemos los cinco grandes objetivos históricos del Programa de la Patria que ahora vamos a comenzar a aplicar.
Se trata de los pasos que hemos venido dando, por eso hablamos de tránsito, transición, etapa. Nada de esto existía en Venezuela y nada de esto existiría en Venezuela si se impusiera el capitalismo, que nos convertiría de nuevo en la colonia que éramos. Por eso la revolución política es previa a la económica. Siempre tiene que ser así: primero revolución política, liberación política, y luego viene la revolución económica. Hay que mantener la liberación política y de allí la batalla política, que es permanente, y la batalla cultural y la batalla social.

La democracia socialista del siglo XXI

Estamos tocando puntos claves de este proyecto, que si no los entendemos bien y los asumimos bien, pudiéramos estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista y creando un nuevo modelo: el socialismo venezolano, bolivariano, del siglo XXI.

El nuevo ciclo de la transición, la construcción del socialismo, de nuestro modelo. Nosotros debemos territorializar los modelos. Me imagino, por ejemplo, un sector de Sarria (Caracas), la calle real de Sarria, el edificio y la panadería, el Pdval y la Farmapatria son elementos nuevos, como de un injerto. Ahora, compañeros, compañeras, camaradas, si este elemento no formara parte de un plan sistemático de creación de lo nuevo, como una red –esto sería A y esto sería B, esto sería C, D, E, etc.– y una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el territorio de lo nuevo, sino fuera así, esto estaría condenado al fracaso, sería absorbido por el sistema viejo, que se lo tragaría como una gigantesca amiba. Es un monstruo el capitalismo.

Esto lo digo no para que nos sintamos acogotados, amilanados. Todo lo contrario. Es para coger más fuerzas ante la complejidad del desafío. Recordemos la Unión Soviética, lo que el viento se llevó: en la Unión Soviética nunca hubo democracia, no hubo socialismo, y los líderes no se dieron cuenta, o si se dieron cuenta no pudieron hacerlo. La culpa no es sólo de la Unión Soviética, la culpa fue también de todas las agresiones externas, sabotajes económicos, guerras biológicas, bacteriológicas, bombardeos y explosiones en la industria petrolera soviética, y luego las contradicciones, las divisiones, la cultura.

Por eso el socialismo en el siglo XXI que aquí resurgió como de entre los muertos es algo novedoso. Tiene que ser verdaderamente nuevo. Y una de las cosas esencialmente nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático: una nueva hegemonía democrática. Eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a convencer, y de allí lo que estábamos hablando: el tema mediático, el tema comunicacional, el tema de los argumentos, el cómo lograrlo y cómo hacerlo.
El cambio cultural. Todo esto tiene que ir impactando en ese nivel cultural que es vital para el proceso revolucionario, para la construcción de la democracia socialista del siglo XXI en Venezuela. 

Autocrítica para rectificar        

Ahora, la autocrítica. En varias ocasiones he insistido en esto. Yo leo y leo, y esto está bien bonito y bien hecho, no tengo duda, pero ¿dónde está la comuna? ¿Acaso la comuna es sólo para el Ministerio de las Comunas? Voy a tener que eliminar el Ministerio de las Comunas, lo he pensado varias veces. ¿Por qué? Porque mucha gente cree que a ese ministerio es al que le toca las comunas. Eso es un gravísimo error que estamos cometiendo. No lo cometamos más. Revisemos. Firmé un decreto creando algo así como un ente superior de las comunas. ¿Dónde está? No ha funcionado.

Nicolás (Maduro), te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el estado social de derecho y de justicia. Hay una Ley de Comunas, de economía comunal. Lo pregunté en Ciudad Caribia: ¿Dónde están las comunas? ¿Dónde vamos a crear las nuevas comunas? Y allá en Ciudad Belén seguimos entregando las viviendas, pero las comunas no se ven por ningún lado, ni el espíritu de la comuna, que es mucho más importante en este momento que la misma comuna: la cultura comunal. ¿Me explico? ¿Será que yo seguiré clamando en el desierto por cosas como éstas? Todos aquí tenemos que ver con esto. Todos. Desde mi persona, la Presidencia de la República. Aquí en torno a Miraflores debería existir ya una comuna. Todos y todas tenemos que ver con eso, es parte del alma de este proyecto.

La autocrítica es para rectificar, no para seguirla haciendo en el vacío, o lanzándola como al vacío. Es para actuar ya, señores ministros, señoras ministras. Manden a buscar la Ley de las Comunas, léanla, estúdienla. Mucha gente –estoy seguro, no digo que ustedes– ni la ha leído, porque creemos que no es con nosotros. La Ley de la Economía Comunal mucha gente ni la ha leído, porque cree que lo suyo es otra cosa, que “eso no es conmigo”.

Si tú preguntas, ¿cuáles son las que llaman comunas en construcción?, estoy seguro que en la mayoría de esos grandes o medianos o pequeños proyectos que estamos adelantando, desde viviendas, ciudades nuevas, polos de desarrollo científicos, polos de desarrollo agrícolas –como allá en la Planicie de Maracaibo, en el municipio Mara, hasta por el Estado Sucre donde está la gran planta procesadora de sardinas que inauguramos hace poco, una planta grandísima– hasta las empresas del vidrio que expropiamos, la Faja del Orinoco, no existen las comunas. ¿Dónde las vamos a buscar?, ¿en la Luna o en Júpiter?

Permítanme ser lo más duro que pueda, y que deba, en esta nueva autocrítica sobre este tema, compañeros y compañeras. Rafael Ramírez, por ejemplo, ya debería tener allá en la Faja del Orinoco unas 20 comunas con Pdvsa, pero Pdvsa cree que eso no es con ellos. El problema es cultural, compañeros. Y digo Pdvsa con todo el reconocimiento a esa gran industria.
Las comunas. Una vez mandé a sacar no sé cuántas copias, y quiero sacarle 30 copias –le voy a regalar una copia a cada ministro y a cada ministra– de un librito rojo de los tiempos de Mao Tse Tung sobre las comunas. Parece que nadie lo leyó porque de regreso no recibí ni siquiera una hojita de un comentario sobre el libro.

La autocrítica: independencia o nada, comuna o nada, ¿o qué es lo que hacemos aquí? Ahí tiene que estar la Misión Cultura, concentración de fuego, como la artillería.

Las micromisiones. El espíritu de las micromisiones es la concentración de fuego. Díganme ustedes cuántos ministros –ustedes, mis queridos compañeros- se han ido a dormir en un barrio tres días; dígame quién. No puedo dar el ejemplo. Cuánto quisiera yo hacerlo, pido perdón: no puedo. Pero ustedes sí pudieran irse para allá, para el Caño Cuibarro a ver cómo está el proyecto de los indios cuiba y quedarse tres días allá, o sembrarse allí en Sarria, estar allí, transitar allí, vivir allí unos días; o ir, recoger casa por casa, que eso no sea sólo para la campaña electoral, esquina por esquina. ¿Ustedes no vieron el bombardeo de papeles que caen en el camión donde yo ando? Ahora los tiran con piedras para que lleguen, o con flecha. La otra vez estaba una flecha con un papel en la punta: “Chávez ayúdame”… que no sé qué.

La comuna, el poder popular. No es desde Miraflores ni es desde la sede del ministerio tal o cual desde los que vamos a solucionar los problemas. No creamos que porque vamos a inaugurar la fábrica de Cemento Cerro Azul o la fábrica de fábricas en Guanare, o la fábrica de computadoras, o la fábrica de satélites, o la fábrica ésta y aquélla ya estamos listos. No.

Cuidado, si no nos damos cuenta de esto, estamos liquidados. Y no sólo eso, seríamos nosotros los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad ante la historia a los que aquí estamos. Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo cada vez que vayan al baño o a donde haya un espejo. Yo de primero.

El socialismo no se decreta       

“Las fábricas construidas con fines capitalistas llevan las marcas indelebles de su ‘sistema operativo’, la división social jerárquica del trabajo en conjunción con la cual fueron construidas. Un sistema productivo que quiere activar la participación plena de los productores asociados, los trabajadores, requiere de una multiplicidad de procesadores ‘paralelos’, coordinados de la manera adecuada, así como de un correspondiente sistema operativo que sea radicalmente diferente a la alternativa operada de manera central, trátese de la economía dirigida capitalista o de sus bien conocidas variedades poscapitalistas presentadas engañosamente como ‘planificación’” (3).

¿Cuántas horas le dedicamos al estudio nosotros cada día, a la lectura, a la reflexión? Es necesario que le dediquemos varias horas al día, por encima de todos nuestros compromisos, porque estamos hablando de los elementos vitales de este proyecto. A veces creemos que todo debe controlarse desde Caracas. No. Se trata de crear, como dice Mészáros, un conjunto de sistemas paralelos coordinados y de ahí la regionalización, los distritos motores, y dentro de los distritos motores las comunas. Pero no hemos creado ni uno todavía y tenemos la ley. Decretamos uno, pero lo decretamos y ya.
A veces podemos caer en la ilusión de nombrar; yo soy enemigo de que le pongamos a todo “socialista”, estadio socialista, avenida socialista. ¡Qué avenida socialista, chico!, ya eso es sospechoso. Por allá alguien le quería poner a una avenida “socialista”, panadería socialista, Miraflores socialista. Eso es sospechoso, porque el que lo hace puede creer que con eso listo, que ya cumplió: “ya le puse socialista, listo”; “le cambié el nombre, listo”.

Eso es como el chiste del chigüire y los indios. Llega un cura español –hace muchos años, en Semana Santa– recorriendo los campos indios de los llanos a un pueblo indígena. Los indios están allí, bailando –ellos tienen sus formas de festejar, sus dioses, sus códigos, su gastronomía. Entonces el cura les dice: “Ustedes no pueden estar comiendo cochino en Semana Santa. El jueves santo tienen que comer pescado o chigüire”, porque ya había un cochino gordo ahí y él intuyó que lo estaban esperando. “¿Entendieron?”. “Sí, entendimos”. “No pueden comer cochino ni carne de ganado”. Entonces el cura antes de irse los lleva al río a bautizarlos y les pregunta: “¿Usted cómo se llama?”. “Caribay”, nombre indio. “No, qué Caribay, usted se llama Juana. Nombres cristianos hay que ponerle a la gente”. “Y ¿usted cómo se llama?” Otro nombre indio, “Guaicaipuro”. “No, qué Guaicaipuro ni qué nada, usted se llama Nicolás”. Se fue y regresó el jueves santo y vio que estaban los indios bailando y asando el cochino: “¿Cómo es posible que ustedes se van a comer ese cochino? Yo les dije que no podían comer cochino”. Entonces, le dice el cacique: “No, nosotros solucionamos el problema: ese cochino lo bautizamos y le pusimos chigüire”. Le cambiaron el nombre, lo llevaron al río y lo metieron en el agua: “Cochino, tú te llamas chigüire”, y se comieron el cochino.

Así estamos nosotros con el socialismo: “Tú te llamas socialismo, chico”, pero sigues siendo en el fondo cochino. Yo hago estos comentarios, producto de reflexiones, algunos estudios y comparando con la realidad.

Injertar la propiedad social, el espíritu socialista

Vean esta vista. Esta es la planta Mene Grande (procesadora de frutos y tubérculos). Aquí cabe otra planta. Habrá que ver, por ejemplo, qué produce esta tierra aquí al lado, que pareciera ociosa. Cada planta que nosotros instalemos debería tener el mismo día de la inauguración producción propia, de guayaba, por ejemplo, en este caso. La planta ya debería tener terrenos que están improductivos y que, seguramente, son terrenos nacionales, mil hectáreas de propiedad social que conviva con la pequeña propiedad.

Tenemos que asociarnos con los pequeños productores, pero tenemos que injertar la propiedad social, el espíritu socialista, a lo largo de toda la cadena: desde el trabajo de la tierra, donde se produce el mango, la guayaba, la fresa, hasta el sistema de distribución y consumo de los productos que de ahí salen.
Todo eso hemos hecho en aras de la transición, pero no debemos perder de vista, compañeros y compañeras, la parte medular de este proyecto: no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo, porque éste se las traga.

Lo mismo pasa con las viviendas. ¿Dónde están las zonas productivas de Ciudad Caribia? Ya hemos entregado bastantes viviendas ahí, pero la zona industrial no la veo. Y recuerdo haberlo dicho hace años, cuando empezamos ahí, fuimos y caminamos: allá está El Junquito, allá está el mar, aquí es bueno el frío de la noche para el turismo, hacer unas posadas, que ya deberían estar hechas.

Decía Simón Bolívar: “No nos va a llegar lo que queremos por prodigios divinos”. Ya debería haber ahí un sistema de posadas, restaurantes con vista al mar. Hay una montaña mágica que yo la llamo la muralla, es el Camino de los Indios. ¿Cómo es que dijo Cipriano Castro? “La huella insolente del extranjero, la huella insolente del español invasor, ¡jamás pudo pasar por esa trocha! (por ese camino)”.

Creo que hasta restos humanos se consiguieron por ahí, o fueron restos de artesanía indígena, por eso se llama el Camino de los Indios, y el otro el Camino de los Españoles. Pero este era el camino de Guaicaipuro, por ahí no pasaba español alguno o, más bien, por respeto a la España de hoy, debemos decir imperialista alguno. Por ahí no pasó imperialista alguno. Eran los caminos de Guaicaipuro, el camino del cielo.

Entonces, recuerdo que hablamos: “esto está bien bueno para la siembra de cítricos, las flores”, y hasta una terraza dije que hicieran para la zona industrial. ¿Dónde está la zona industrial? ¿Tú viste la terraza? ¿Dónde están las industrias? No hay. Eso es en Ciudad Caribia. Seré feliz el día que lo vea.

Desde el primer día que empezamos a entregar viviendas ahí ha debido comenzar. Incluso una vez pregunté por qué tenemos que esperar a que estén las viviendas, que es un proceso más largo. Estamos haciendo el distribuidor, la vialidad, eso es un esfuerzo ciclópeo, eso de Ciudad Caribia, pero por qué esperar a que termine todo eso antes de empezar a sembrar los arbolitos, los viveros para los cítricos, para las flores, agricultura urbana, tubérculos.
Una vez que no andaba muy apurado me metí por la autopista Caracas-La Guaira: entradas, caminos a ambos lados. Métanse por ahí para ver. Yo me metí y conseguí siembras de tomate, y a un hombre manejando una motobomba le pregunté: “¿De dónde sacas tú el agua?”. “De allá abajo de la quebrada, a mano derecha viniendo”, y vi siembras de mangos de esos grandotes, injerto y cría de pollos en un pedacito de tierra, pimentones, etc. Le pregunto al hombre: “¿Y quién es el dueño de esto?”. “El señor tal”; ¿y cuánto te paga? “Bueno, a veces sí, a veces no”. Explotado. Ven, son pequeñas granjas.

Inauguramos hace poco la carretera Mamera-El Junquito. Díganme si han visto la primera granja colectiva ahí. Recuerdo que hace como tres años fui por ahí y la primera imagen que tuve fue qué potencial tan grande, qué territorios tan bonitos, qué colinas tan hermosas, qué clima tan hermoso. Terminamos la carretera y no hay una sola unidad productiva que hayamos creado nosotros.

Creemos que la carretera es el objetivo, ¿será el ferrocarril el objetivo?, ¿será la carretera el objetivo? ¿O cambiar toda la relación geográfica-humano socioterritorial y cultural de sus inmediaciones a lo largo de un eje? Este último sí es, pero a veces no lo queremos entender; a veces no, casi nunca lo entendemos.

El objetivo es el pueblo   

Tú te acuerdas, Jacqueline (Farías, jefa del Gobierno del Distrito Capital), hace como 100 años tú eras presidenta de Hidrocapital y yo, viendo televisión, vi que estabas en la Cota 905 lanzando una tubería de agua. Te llamé, no te conocía casi, y te dije: “doctora, ingeniera Jacqueline, ¿cuál es el proyecto de acompañamiento del eje del tubo?, ¿es sólo el tubo? Y ese poco de ranchos que están ahí, ¿nadie los ve? ¿Es el objetivo el tubo?, ¿es el objetivo el oleoducto, o es un instrumento? ¿Es el objetivo la carretera? Insisto.

Una vez veníamos con Carrizales, recuerdo, él era ministro de Transporte e Infraestructura, veníamos de Elorza rumbo a Mantecal en unos helicópteros y yo veo que están trabajando las carreteras. Le dije, vamos a aterrizar ahí, entre Mantecal y Elorza. Le pregunto a los trabajadores: ¿dónde viven ustedes? En Mantecal y Elorza. ¿Cuántos tienen casa propia? Casi ninguno. ¿Qué tipo de vivienda ocupan? Un rancho, arrimao. Kilómetros, miles y miles de hectáreas cruza esa carretera y resulta que los mismos trabajadores que laboran en la carretera no tenían vivienda.
Preguntaba yo a unos ingenieros que estaban ahí: ¿en una hectárea caben cuántas casas? En 10 hectáreas unas 800 viviendas, de esas sencillas. Entonces, aprovechando el impulso de la maquinaria que va por la carretera, millones de bolívares, técnicos, ingenieros, los mismos trabajadores que no tienen vivienda hubieran hecho aquí una urbanización para los trabajadores que laboraron en la carretera.

No es lo mismo. Terminamos la carretera y qué esperarán esos trabajadores. La mayoría, que se vuelva a dañar la carretera para volver a trabajar; y así les pasa la vida, rodeados de tierra por todas partes, terminan sin vivienda para dejar a sus hijos. Y no sólo vivienda. Yo agarraría este pueblito aquí de 10 hectáreas y a lo mejor aquí al lado 100 hectáreas más para ganadería, agricultura. Ustedes saben, la carretera vista desde el punto de vista del capitalismo ¿a quién beneficia más? Al latifundista que ahora va a sacar más ganado y va a bajar los costos. El pata en el suelo a lo mejor se beneficiará porque quizás, si tiene bicicleta, va a poder andar por la carretera en pedacitos para ir al otro pueblo, o caminar por la carretera. Ese es el beneficio que le trae al explotado. En cambio, al que tiene un hato, una hacienda y unos camiones, le beneficia un millón de veces más que al pata en el suelo. Entonces, con la carretera, desde el punto de vista tradicional, lo que estamos haciendo es ampliar la brecha y no nos damos cuenta muchas veces cuál debe ser la fórmula.

Lo que estoy dando con las reflexiones es una orden, para que ustedes ajusten las cosas con los que trabajan, trabajen de verdad en equipo y se comuniquen, trabajemos en equipo y le demos el máximo valor agregado a todo, por más pequeño que sea un proyectico por allá, en un pueblito de Mérida. Por más pequeño que sea, tenemos que darle este carácter.

Creo que en estos años hemos acumulado experiencia, hemos creado entes que no existían. Creo que hemos venido acumulando e inyectando recursos, y seguiremos haciéndolo. Creo que tenemos unos nuevos códigos, una nueva arquitectura legal, jurídica, empezando por la Constitución; tenemos leyes de consejos comunales, de comunas, economía comunal, de los distritos motores de desarrollo. Pero no le hacemos caso a ninguna de esas leyes; nosotros, que somos los primeros responsables de su cumplimiento. Yo espero ver respuestas a estas reflexiones y a esta autocrítica pública que estoy haciendo.

Mayor eficiencia para mejores resultados   

Y usted, mi querido amigo, ministro, ministra, que no quiera, que le guste trabajar solo o sola, usted me dice, yo tengo el poder de hacer lo que manda la ley, y en eso no tengo contemplación. No debo tenerla absolutamente con nadie, porque también hay a veces celos. Yo me he topado con ministros que se ponen celosos, o viceministros.

Ustedes están obligados a informármelo, no a quedarse callados. Si algunos de ustedes ve que se han venido conformando en algún ente, en algún ministerio, esos cotos cerrados, díganmelo que yo tengo el poder que me da la Constitución, que ninguno de ustedes tiene, y yo les mando un misil; ustedes no pueden hacerlo, yo sí, y lo hago con gusto, créanme que lo hago con gusto.

Triste es quedarse callado, para que a uno no lo llamen piedrero. Aquí no estamos de niños de segundo grado ni de la escuelita primaria, este es el gobierno revolucionario de Venezuela, ratificado por un pueblo hace dos semanas, pero también muy criticado por un pueblo, y con razones. Y éstas son algunas de las razones, sobre todo la falta de eficiencia.
Por ahí en alguna parte leí, lo he comentado también, pero como ya son varios consejos de ministros, varias etapas, a lo mejor alguno de ustedes no me ha oído decir esto: un equipo que no se comunique o un equipo que se comunique en un nivel muy bajo, no va a dar más. Necesitamos un nivel de interacción, de comunicación, de coordinación, de cruzamiento o cruce de planes, de diagnósticos, de problemas, de acción conjunta. Es como una guerra: ¿qué va a hacer la Infantería sola sin nosotros, los tanques? ¿Y qué hacemos los blindados sin la Infantería o la Marina sin el Ejército? ¿Qué hace el macho solo o la hembra sola o la noche sola o el día solo, o la raíz sola o las ramas solas? No somos nada. Sin integración en la visión, en el trabajo, en todo esto, difícilmente lo lograríamos.

Por eso les pido, a Nicolás (Maduro) ahora que llegó a asumir la vicepresidencia y a los ministros y ministras que están llegando y a los que se quedan, un esfuerzo más grandecito, un poquito más grande en este sentido. Voy a poner también de mi parte mayor relacionamiento en todos los órdenes.

Reforzamiento del Sistema Nacional de Medios Públicos          

Otra crítica. Espero que nadie se sienta mal. En estos días he estado viendo, como siempre, televisión. Veo algunos programas de nuestro canal (VTV), el canal de todos los venezolanos, y seguimos aferrados a aquello que ya pasó, incluso dándole vocería a quienes casi no tienen nada que decirle al país: poniendo videos, que esta persona dijo tal cosa… ¿Será eso lo más importante en este momento? ¿Y la gestión de gobierno? ¿Por qué no hacer programas con los trabajadores, donde salga la autocrítica? No le tengamos miedo a la crítica ni a la autocrítica. Eso nos alimenta, nos hace falta.
Me imagino, por ejemplo, a mi querida Vanessa (Davies, periodista) en la fábrica Copelia, hablando con más tiempo, con unos expertos, dedicándole una hora. Me imagino a mi querido Mario (Silva, periodista) allá en la planta Cerro Azul. Que sea a las 11 de la noche, qué importa, entrevistando trabajadores, oyendo, caminando por la planta, viendo el cemento, mostrándolo.

No basta estas cuatro horas aquí, un sábado. Eso tiene que ser un plan sistemático, permanente, continuo. Y no sólo el canal 8, todos los canales. Yo veo muy de cuando en cuando Tves –hay buenos documentales– y Vive; pero me da la impresión de que cada uno anda por su lado. No tenemos en verdad, aunque hablamos de ello, un Sistema Nacional de Medios Públicos. No lo tenemos.

Ernesto (Villegas, ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información), conviértete tú en el líder de ese sistema. Créalo, vamos a crearlo. Que incluya, como sistema al fin, su interconexión con otros sistemas o subsistemas, medios comunitarios, medios populares de comunicación, las televisoras regionales, los periódicos regionales, internacionales, Telesur. Cada uno anda por su lado, esa es la verdad.

Estoy seguro que es así: no hay un Sistema Nacional de Medios Públicos, no lo tenemos. Vamos a crearlo, tenemos los instrumentos. Lo que nos falta es más voluntad y, a lo mejor, seguramente, más capacidad. Atrevámonos, hagámoslo. Es necesario.

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