Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Silvio Rodríguez
Hoy, 18 de febrero de 2013, hace 45 años de que
Noel Nicola, Pablo Milanés y yo hicimos nuestro primer concierto en la sala Che
Guevara de Casa de las Américas. Fue Pablo quien me comunicó que esa importante
institución nos lo solicitaba. Nunca me quedó claro quién se lo dijo a él.
En el verano
anterior la Casa
de las Américas había patrocinado un encuentro internacional de cantores y
había quedado inaugurado un Centro de la Canción Protesta.
El pretexto de nuestra presentación era darle continuidad a aquel departamento
que, dentro de la dirección de Música, dirigía la norteamericana Estela Bravo.
La idea
inicial fue que lo hiciéramos Pablo y yo, pero entre los dos teníamos muy pocas
canciones que pudieran considerarse “de protesta”. Sin embargo yo acababa de
conocer a Noel Nicola, sabía que él también había escrito algunas canciones de
ese tipo, y propuse sumarlo. Después vimos que ni los tres juntos teníamos las
suficientes para completar al menos una hora. Por eso nuestro repertorio acabó
siendo el habitual: muchas canciones de amor, alguna que otra “filosófica” y
unas pocas con contenidos explícitamente políticos. La suerte fue que en el
público estaban Vicente Feliú, Martín Rojas, Eduardo Ramos y Belinda Romeu, y
entre todos sí que pudimos armar algo parecido a un concierto de “canciones de
contenido”, que era como se les decía por entonces.
De los tres
concertantes, Pablo Milanés era el único que contaba con cierta trayectoria
reconocible, por haber integrado un par de agrupaciones vocales y tener algunas
canciones muy celebradas en el ambiente musical. Noel Nicola, hijo de Isaac
Nicola –el más prestigioso maestro de la guitarra en Cuba–, era, sin embargo,
autodidacta. Yo sólo era un muchachito salido del Servicio Militar, que había
sido presentador de un programa de televisión desaparecido.
No tengo
noticias de que nuestro concierto haya quedado registrado. Mucho menos filmado,
aunque no dudo que alguna cámara del Noticiero ICAIC tomara imágenes. Por ahí
hay una foto en que los tres nos vemos juntos y muy jóvenes, en Casa de las
Américas. Pudo ser de aquella noche, pero también de muchas otras parecidas que
a partir de entonces sucedieron.
Nadie se
engañe: no éramos muy importantes; apenas unos jóvenes autores que aparecían
entre contradicciones más o menos sonadas. Pablo había estado en las UMAP; a mi
me habían botado del ICR. Éramos bebedores, fumadores, adictos a tocar
guitarras y chicas inolvidables.
Sólo unos
días antes yo había entrado a la
Casa de las Américas por primera vez y había estrechado la
mano de Haydee Santamaría, la heroína del Moncada. Adita, su hermana, todavía
trabajaba allí, bajo una enorme foto del Che que tiempo después me regaló –y
todavía conservo. Aún no conocía a Aida, otra amiga en la eternidad.
Nos faltaba
mucho por hacer, no sabíamos cuánto, pero lo presentíamos. Ser invitados a
cantar en Casa de las Américas fue una señal de que el porvenir podía ser mejor
de lo que parecía.
Fue un 18 de
febrero, como hoy.
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