Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Carta del Presidente Chávez
Prensa PSUV
El presidente de la República, Hugo Chávez Frías,
envió una carta al pueblo venezolano con motivo de la conmemoración del XXI
aniversario de la Rebelión Patriota Cívico Militar del 4 de febrero de 1992, la
cual fue leída por el vicepresidente ejecutivo Nicolás Maduro, durante el acto
multitudinario llevado a cabo frente a la iglesia Pagüita de la parroquia 23 de
Enero.
El
comandante Chávez lamentó estar ausente físicamente por primera vez en esta
fecha, pero así lo exige la batalla que está dando por su plena recuperación,
“en la Cuba revolucionaria y hermana. Sin embargo, mi espíritu y mi corazón
están entre ustedes en este día de la dignidad nacional”, dijo.
A
continuación la transcripción de la carta:
Compañeros y
compañeras,
Al
conmemorarse el XXI aniversario de la rebelión cívico militar del 4 de febrero
de 1992, quiero dirigir este mensaje fervorosamente bolivariano y
revolucionario al pueblo y a la Fuerza Armada como un todo indivisible.
Cuanto
lamento estar ausente físicamente del territorio patrio por primera vez en esta
luminosa fecha de parto, pero así lo exige esta batalla que estoy dando por la
plena recuperación, aquí en la Cuba revolucionaria y hermana. Sin embargo, mi
espíritu y mi corazón están entre ustedes en este día de la dignidad nacional.
Hay fechas
en las que todo el caudal de la historia se revela y marca el rumbo de nuevo de
los pueblos. Hay fechas que signan y despejan, que se convierten en compromiso
y señalamiento de un destino, que tiene que acontecer para calibrar el pasado y
ver con más claridad el horizonte libertario, así fue el glorioso 4 de febrero
de 1992.
En aquella
memorable jornada quedaron reivindicadas todas las luchas de nuestro pueblo. En
aquella memorable jornada nuestras libertadoras y nuestros libertadores
volvieron por todos los caminos; en aquella memorable jornada, Bolívar se hizo
razón de ser y entró en batalla por ahora y para siempre.
Quienes de
la mano de Bolívar, Robison y Zamora nos levantamos en armas, salimos aquella
madrugada a jugarnos la vida por la patria y por el pueblo. Tenemos plena
conciencia de que en Venezuela había tocado fondo tres años atrás con la
rebelión del 27 de febrero de 1989 que nos había marcado en camino. El pueblo
en esa fecha ofrendó su vida combatiendo en las calles el neoliberalismo
salvaje que Washington pretendía imponernos. Quienes estábamos en filas
militares no queríamos seguir cargando la ignominia de ser la guardia
pretoriana de una clase política tan opresora y corrupta como criminal. Nunca
más nos iban a utilizar para ahogar en sangre el justo clamor popular.
El Caracazo
señaló un fin y un comienzo; fin de un sistema ahogado en la desvergüenza,
comienzo de una época de cambio que exigía renacer en dignidad popular. Quienes
irrumpimos contra las tinieblas de la injusticia y de la indignidad que
abrumaban a Venezuela por aquel entonces, estábamos, como decía el Che Guevara,
guiados por grandes sentimientos de amor, un amor bolivariano, popular,
rebelde, combatiente, un infinito frenesí libertario que nos llevo, como quería
el padre Libertador, a echarnos el miedo a la espalda para salvar la patria.
Nuestro
poeta Gustavo Pereira nos dice con estremecedora simplicidad lo siguiente: “El
amor es la única cosa importante en el mundo”. Han trascurrido 21 años desde
aquel 4 de febrero, de angustia y madrugada, de valentía y sacrificio y la
marcha sigue siendo dura, pero con la fuerza irresistible del amor. Recordemos
a Bolívar, estamos avanzando a paso de vencedoras y de vencedores hacia la
independencia definitiva, hacia la patria socialista y liberada.
Yo quiero
exaltar hoy el papel de la mujer venezolana el 4 de febrero. Una Columba Rivas,
una Marisol Terán expresan el nutrido grupo de mujeres que acompañó la
rebelión. Ellas estuvieron en la hora del desprendimiento y del heroísmo, con
todo su fervor patria, con toda su abnegación.
Ahí está la
hora latiendo, ahí esta la historia latiendo, echa una con el pueblo que la
forja cada día. Ahí está el 4 de febrero como un grito sagrado que desde
nuestra memoria colectiva le dijo a Venezuela: ¡Levántate y anda!; y así ha
sido, gracias al Lázaro colectivo que es el pueblo de Bolívar. Todas y todos
somos artífices de la patria resurrecta, la patria que por fin tomó en sus
brazos la bandera bolivariana para renacer en la luz de la dignidad.
Desde lo más
hondo del corazón del pueblo, digo con Aquiles Nazoa, que gracias al 4 de
febrero, cada compatriota puede, con plena certeza, “tender una mañana la
mirada sobre el paisaje y decir esta es mi ciudad, esta es mi patria”.
Hermanas y
hermanos, hoy, después de 21 años de aquella rebelión cívico militar, de
aquella decisión tomada con el mayor amor a Venezuela, pensada y repensada como
única vía posible para tener patria, vivimos en un país real y verdaderamente
libre. El 4 de febrero nuestro pueblo vio el amanecer de su esperanza, gracias
al pueblo soldado, se sintió de nuevo acompañado por militares patriotas.
Nosotros salimos a empuñar nuestras espadas en defensa de las garantías
sociales, de los derechos de la gran humanidad venezolana. No nos movía otra
ambición que la de convertirnos en herederos y continuadores del Ejercito
libertador. Queríamos volver a nuestra esencia bolivariana, ser de verdad
verdad el pueblo en armas forjador de la libertad.
Ya era
historia conocida las insurgencias militares de signo patriótico y
revolucionario, El Carupanazo, El Porteñazo, en la sexta década del siglo
pasado abrieron una brecha histórica y, a pesar de que ambas rebeliones fueron
sofocadas brutalmente por la democracia burguesa, había quedado el surco para
la semilla. De allí venimos nosotras y nosotros y desde más atrás, desde la
resistencia indígena, desde las rebeliones de los esclavos, desde Chirinos,
Gual y España, Miranda, Bolívar, Sucre, Zamora, Cipriano Castro.
Recuerdo esa
gran reflexión memorable de ese gran pensador revolucionario llamado Walter
Benjamín: “El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda
remitido a la redención, existe una cita secreta entre las generaciones que
fueron y la nuestra”. Bien podemos decir que esta cita secreta tuvo lugar el 4
de febrero de 1992, y el pasado y el presente y el porvenir quedaron remitidos
a esa redención.
El 4 de
febrero ha quedado plenamente justificado por la historia, quienes nos
rebelamos contra el pacto de Punto Fijo hemos sido bendecido por un pueblo que
hoy va en la vanguardia de la lucha por la paz y la justicia y que es vivo
ejemplo para los pueblos del mundo.
¡Honor y
Gloria a los soldados y estudiantes caídos!
En 1928
nuestro libertador escribió: “El patriotismo es un fuego sagrado que no puede
estar oculto y que tanto cuanto se sienta en un sentido verdaderamente puro,
tanto más habrá ganado la felicidad del país”. Cuanto he meditado sobre estas
palabra de nuestro Comandante Infinito; y mientras más lo hago, más me convenzo
de que tal fue la razón fundamental que nos llevó a realizar aquella gesta
heroica del 4 de febrero. Ese fuego sagrado que nos atizaba por dentro no podía
seguir oculto.
A los
valientes soldados bolivarianos, yo entre ellos, nos tocó desatar aquel
libertario incendio de justicia que durará siglos y siglos, mientras tengamos
patria como ahora por fin la tenemos.
Dice nuestro
Luis Alberto Crespo sobre este servidor: “De aquel 4 de febrero proviene su
ardimiento. Hoy enciende a Venezuela y a los pueblos de América y más lejos”.
Ahora bien, tal ardimiento no es solo mío, porque Chávez no soy yo, Chávez es
un pueblo; y en realidad y en verdad, mientras más se extienda el fuego sagrado
en un sentido verdaderamente puro, tanto habrá ganado la suprema felicidad del
país, de nuestra América y de esa patria inmensa que se llama humanidad.
No estábamos
equivocados, aquella certeza que nos alentaba a los soldados bolivarianos es
idéntica a la que en este tiempo encarnan millones de compatriotas, y anda en
cada rincón de la patria haciendo realidad lo que fue el sentir de aquel acto
de rebeldía
Voy a
decirlo con mis palabras de hace 21 años: “Si nuestro movimiento resulta
triunfante, le entregaremos el poder a nuestro pueblo para que vivamente lo
ejerza”. Y vaya, que hoy el pueblo ejerce el poder viva y plenamente.
El 4 de
febrero fue un día que generó fuerzas que todavía están en expansión. El 4 de
febrero no ha terminado. Su espíritu insumiso debe acompañarnos cada día,
porque los poderes que enfrentamos desde hace más de dos décadas persisten aun
en su intento de detener el curso de la historia en Venezuela, en nuestra
América y en el mundo. Son los poderes que amenazan con destruir a la humanidad
y al planeta.
El espíritu
de rebeldía debe vivir en cada uno de nosotros, para seguir avanzando, para no
estancarnos. Recordemos esta sentencia del Comandante en Jefe eterno: “Nada se
hace cuando aun falta que hacer”. Por ello, el por ahora de hace 21 años es hoy
un para siempre del pueblo bolivariano.
Mantengamos siempre
en alto la divisa del padre Libertador: “Unidad, Unidad, Unidad”. Proclamemos
sin vacilaciones la Unidad y construyámosla cada día. Impidamos que el imperio
y sus lacayos, en su reiterado intento de dividirnos, se salgan con la suya.
Hagamos que florezca el bien inestimable de la unión. Todavía tenemos mucha
patria que libertar y, por eso mismo, necesitamos estar cada vez más unidos
como pueblo.
Desde mi
corazón de soldado, vaya un abrazo infinito para mi Pueblo, para mi Fuerza
Armada Nacional Bolivariana. Siéntanme entre ustedes, en este Día de la
Dignidad Nacional; estoy con ustedes, llevando la boina roja y el brazalete
tricolor, multiplicado en el amor popular, en el amor que me llena y me da
vida.
4 de
febrero: ¡Bendito seas por ahora y para siempre!
¡¡¡Hasta la
victoria siempre!!!
¡¡¡Independencia
y Patria Socialista!!!
¡¡¡Viviremos
y venceremos!!!
Hugo Chávez
Frías
Comandante
en jefe de la Revolución Bolivariana
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