Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
En la Escuela de Cóndores de
Sanandita (Tarija-Bolivia) han matado a costa de castigos físicos, mejor dicho
por torturas, al subteniente de caballería, Ceooly Espinal Prieto.
Un informe
de los jefes militares de ese centro de entrenamiento, entregado a los
familiares del fallecido, fue resumido así para el diario paceño Página Siete:
“’(En Sanandita) nos
dijeron que había muerto por insolación, después de un ejercicio de caminata de
seis kilómetros. Pero hemos visto su cuerpo con golpes en toda su espalda, en
su rostro. Uno de los testículos está reventado. Estamos indignados, pedimos
justicia. Nos dijeron que falleció por insolación, pero Ceooly era muy sano. El
informe de defunción habla de un golpe en la cabeza y derrame cerebral.
Quisimos hacer una autopsia pero no nos dejaron’”, relató Emilio Prieto, el tío
del finado”.
El director
de la Escuela
de Cóndores de Sanandita, Tcnl. Miguel Ángel del Castillo, según El
Chaqueño, periódico de Yacuiba, en una referencia al deceso del subteniente
Espinal, anotó: "El entrenamiento que brinda la Escuela al personal
militar es riguroso y especializado, es un orgullo para el Ejército y para el
Estado Boliviano, contar con esta institución cuya preparación está a la altura
de las mejores unidades de élite de la región".
El
Ministerio Público investiga el caso a partir de la hipótesis de que se trata
de un homicidio culposo.
Como en
otras ocasiones y respecto de casos similares, los jefes castrenses
desinforman, subinforman: censuran, se autocensuran, dicen medias verdades,
manipulan, mienten…
Apoyados
sobre todo en una vieja práctica y en anacrónicos reglamentos militares para
garantizar la impunidad guardan “secretos militares” bajo siete llaves.
Sólo se
llegan a conocer en forma parcial las causas reales de las torturas a las que
son sometidos oficiales del Ejército, especialmente, así como la muerte de
algunos de ellos, en la citada Escuela. Incluso a los familiares de esos
oficiales, víctimas de tales ultrajes, les imponen el silencio. Conocemos que
en una escuela de la
Armada Boliviana, que funciona a orillas del lago Titicaca,
se imponen castigos similares a los de la Escuela de Cóndores de Sanandita, pero en ese
centro de formación militar lacustre el silencio campea de una manera férrea.
En eso se destacan los miembros de esa fuerza.
En la Escuela de Cóndores de
Sanandita, creemos que para templar el carácter, es decir, para acrecentar el
“espíritu militar” de sus estudiantes se sabe que a los oficiales les obligaban
a llegar con un perro de corta edad con el que deben convivir y al que tienen
que darle un trato de “mascota” privilegiada, con la que se supone se
encariñan. En alguna fase del entrenamiento, los “amos” de las mascotas, esos militares
deben sacrificarlas. Entre otras crueldades les arrancan el corazón del animal
cuando agoniza y se lo comen crudo… Paramos ahí el relato que espanta, más
cuando se lo conoce completo.
Alguna
interpretación tendrían que hacer del estímulo a la criminalidad, con esa
práctica, a los efectivos de la
Escuela de Cóndores de Sanandita, los que parlotean sobre los
rasgos “simbólicos” del Estado (ahora, dicen, plurinacional).
Nosotros
leemos parte de la realidad de esa Escuela, a pesar de conocer poco, pero lo
suficiente como para elaborar juicios (y no prejuicios) sobre lo que se dice y
se hace en ese centro de entrenamiento “exigente”, como alardea su comandante
(ver notas en la edición virtual de Aquí 102).
La lucha
“cuerpo a cuerpo”, que deriva en torturas, es una materia en la Escuela de Cóndores de
Sanandita la que, hasta donde es posible conocer, se organiza a imagen y
semejanza de la Escuela
de las Américas que funcionó en la
Zona del Canal de Panamá y que sigue abierta en Estados
Unidos. Allí se han formado y se siguen formando oficiales y jefes militares
varios de los cuales se han desempeñado como dictadores en Nuestra América. A
esa Escuela yanqui se la denomina “Escuela de Asesinos”, entre otros adjetivos
que merecidamente le endilgan.
La Escuela de
Cóndores de Sanandita es una especie de centro de formación castrense de
postgrado. Allí son enviados, por orden regular, los llamados oficiales de
élite, los mejores, según los jefes militares. Los que culminan estudios y
prácticas en esa Escuela, como toda élite que es o que cree ser, se sobreponen,
en los hechos, ante los otros oficiales y jefes castrenses. Ese comportamiento
no es poca cosa para ellos.
Añadimos
que en la Escuela
de Cóndores de Sanandita no se respetan varios derechos humanos de sus efectivos,
en particular, está en riesgo permanente el máximo de los derechos humanos, el
de la vida de esos uniformados bajo banderas.
Derechos
humanos que ni se promocionan, ni se difunden, ni se defienden con el rutinario
pedido de investigación, proceso y castigo, ante el “homicidio culposo” de
alguno de ellos.
Es que es
insuficiente que las organizaciones de militantes de los derechos humanos se
limiten a exigir el respeto de los derechos de los integrantes de la Escuela de Cóndores de
Sanandita, luego de la muerte de alguno de ellos. (En menos de dos años han
perdido la vida dos oficiales y una de las limitadas medidas conseguidas es que
a los supuestos responsables de la muerte del teniente Poma se los juzgue en la
justicia ordinaria y no en la castrense en la que se teme que consigan
impunidad o penas menores, como ya sucedió en otros casos.
Ahora son
más las voces, incluido el Colegio de Abogados de Chuquisaca, que piden
(nosotros sumamos la nuestra) el cierre de la Escuela de Cóndores de
Sanandita, como una medida drástica, es cierto, para garantizar la vida de los
uniformados que allí dicen que se forman o refuerzan su formación profesional.
La
exigencia es el cierre de ese centro castrense porque ninguna investigación
será consentida en sus recintos. Los llamados secretos militares son un cerrojo
infranqueable que impide una investigación que tenga validez legal. Sin
embargo, otro tipo de averiguación, como la investigación periodística, es una
posibilidad, a pesar de los riesgos y de los impedimentos probables.
Los
pronunciamiento aislados, ante los despojos de otro joven oficial, no
conducirán ni siquiera a conseguir tranquilidad ante algún cargo de conciencia
que podría surgir. Es urgente impulsar una campaña destinada a conseguir la
clausura de la Escuela
de Cóndores de Sanandita en la que, se ve claro, hay quienes tratan de formar
criminales, como en la Escuela
de las Américas, el modelo fatídico respecto del que, estadounidenses
convencidos, siguen acciones para que sea clausurada en su país. Entre los
activistas de la campaña en EE.UU., por el cierre de la Escuela de las Américas,
está el cura Roy que, en Bolivia, apoyó la formación de niños, adolescentes y
jóvenes, que lo recuerdan con gratitud, especialmente en barrios populares
paceños como Tembladerani.
Los
argumentos que se difunden para el cierre de la Escuela de las Américas de
Georgia (EE.UU.) son, básicamente, los que debemos sostener y también propagar
nosotros, con un añadido: en la
Escuela de Cóndores de Sanandita está en riesgo la vida de
cualquiera de sus efectivos.
El nuevo
Estado plurinacional de este tiempo (el que para nosotros sólo existe como
planteamiento inconcluso), no será tal con oficiales formados en la Escuela de Cóndores de
Sanandita que, además, tiene las condiciones para modelar asesinos en sus
ambientes.
La Escuela de
Cóndores de Sanandita sólo merece ser cerrada, lo que se conseguirá con la
lucha del pueblo, de los que nos convenzamos de que esa “Escuela” que nunca
debió abrirse y que, por tanto, debe ser cerrada ya.
Publicado
en el Semanario Aqui
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