Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Yuri Aguilar Dávalos*
Corría el 2002, meses
antes a las elecciones generales. Las campañas de las diferentes agrupaciones
políticas acaparaban el ámbito nacional, realidad que no era ajena a la Fundación
Ernesto Che Guevara, en la que se debatía el acontecer político.
En un acto en el coliseo
Don Bosco el Movimiento al socialismo (MAS) proclamó a Evo Morales como
candidato a la Presidencia y a José Antonio Quiroga como vicepresidente; sin embargo,
este último declinó la postulación en el mismo acto. Días después, se propuso a
Antonio Peredo como acompañante de Morales, fijándose así la candidatura del
MAS.
Mientras tanto los
miembros del comité de redacción del boletín Vive, de la Fundación
Ernesto Che Guevara, del Antonio Peredo era parte, seguíamos reuniéndonos
periódicamente para definir temas y para debatir los acontecimientos políticos.
En una de esa reuniones y ya próximos a las elecciones, Antonio, me convocó a
que votara por él. Le dije que si sólo fuera por él, lo haría, pero ya que en
ese frente había algunos personajes que no eran confiables por su controvertido
comportamiento político, no lo haría, además que no creía en la democracia
electoral; sin embargo, la campaña que desplegó días antes el representante
estadounidense, Rocha, contra el MAS, hizo que decidiera mi voto por esa
fórmula, y por supuesto por Antonio, posición que llevó a mucha gente a cambiar
el espectro nacional, ya que la candidatura de Morales alcanzó el segundo
lugar, desplazando al tercer lugar a Manfred Reyes Villa, quien daba por
descontado su triunfo. El primer lugar ocupó Gonzalo Sánchez de Lozada, aunque
hubo rumores de que ganó con fraude, pero su gestión no pudo soportar dos
grandes protestas populares, la de febrero y la de octubre del 2003, siendo la
última la que lo derrotó y provocó su caída.
Conocí a Antonio en el
edificio Cosmos, donde funcionaba el semanario Aquí, del que era Director. Fue
a fines de los 80. Su parentesco con los guerrilleros delChe, Inti y
Coco, no dejaba de ser cautivante. Al ingresar a las oficinas del semanario me
indicaron su escritorio, si mal no recuerdo, junto a las ventanas que daban a
El Prado. Me presenté y le solicité que un artículo sobre las luchas sociales
durante el período llamado Sexenio (1946-1952), fuera publicado. El encuentro
fue muy protocolar y me dijo que le dejara la nota. El artículo fue publicado,
aunque una parte fue cortada (me imagino por espacio) donde mencionaba a José
Antonio Arze, jefe del Partido de la Izquierda Revolucionario (PIR), cuya
participación en la caída del My. Gualberto Villarroel es un episodio
cuestionable en la historia del movimiento obrero; sin embargo, ese suceso fue
en parte “limpiado” cuando varios militantes del PIR renunciarían a éste para
fundar el Partido Comunista de Bolivia. Sobre el recorte de ese artículo nunca
tuve la oportunidad de preguntarle el porqué de esa omisión.
Poco tiempo después mi
colaboración con el semanario Aquí fue más continua, y por ende se puede decir que
con Antonio entonces éramos conocidos. Además, en ese tiempo la Coordinadora de
Solidaridad con los Pueblos Indígenas, aumentó sus actividades, las que
tuvieron relevancia con la Primera Marcha Indígena por el Territorio y la
Dignidad realizada en 1990.
Con ese suceso que
marcaría en la historia de Bolivia el inicio de la lucha organizada de los
indígenas de las tierras bajas (que hoy continúa con la IX Marcha de 34 pueblos
indígenas que están movilizados en defensa de sus territorios, de su dignidad,
del medio ambiente, la vida y la democracia) se acentuó la convergencia entre
la Coordinadora de Solidaridad y el semanario Aquí, logrando que en éste
se publique, mensualmente, la separata “Solidaridad”, de la que participé hasta
el cierre de ese periódico (en su primera etapa) en 1993. Con esa
actividad mi presencia en el Semanario fue más continua, aunque la
relación con Antonio era aún distante, más todavía porque en ese último tiempo
ya no ocupaba la Dirección.
Años después, en 1997,
durante la preparación del 30 aniversario de la caída del Che en
Bolivia, se formó la Fundación Ernesto Che Guevara, a cuyas
reuniones llegué no sé exactamente por invitación de quién. Lo cierto es que la
vida, los escritos e ideas del Che convocaron a varios compañeros con los que
aún tenemos contacto y, desde luego, Antonio Peredo allí estaba.
Las reuniones semanales de
la Fundación, con análisis político de la coyuntura y preparación de los actos
que se realizarían en octubre de ese año, motivaba debates y actividades. En
ese tiempo entablamos con Antonio más amistad, la que devino en confianza hasta
la última época de su caminar.
El lunes 28 de mayo lo
fuimos a visitar con Remberto Cárdenas a su domicilio. Lo vi fatigado pero
sereno y sobrio como siempre. Conversamos sobre el acontecer político y las
preocupaciones coincidentes que se reflejan en su artículo publicado en la
edición de Aquí N° 65, y que ahora se vuelve a publicar.
Un día antes de su
despedida comentaba a una querida amiga y compañera cómo se nos van muchos
luchadores que verdaderamente arriesgaron su vida para que hoy vivamos casi
distendidos y sin pensar en llevar bajo el brazo nuestro testamento, aunque no
deja de preocuparnos la suma de conflictos irresueltos, la división de sectores
y organizaciones populares, las actividades crecientes del narcotráfico, la
inseguridad ciudadana, las denuncias de corrupción… en fin, la crisis que
Antonio la calificó “como la más grave en la historia de este gobierno”.
Esperamos que esa
preocupación de Antonio sea escuchada por los gobernantes, al menos como un
reconocimiento a él y a muchos luchadores que quisieron y quieren que no se
sigan reproduciendo las viejas formas de gobernar, para que las oportunidades
de trabajo y bienestar sean para todos y más para los sectores empobrecidos,
para que la impunidad no campee y afirmemos con seguridad que transitamos
libres, en una sociedad con democracia popular que respeta nuestros derechos y
que cumple sus obligaciones.
Las últimas sentencias de
Antonio deben ser escuchadas: “Una sola es la salida favorable: la
rectificación del andar gubernamental y el retorno al proceso de cambio
(…) El proceso de cambio tiene posibilidades de salir de esta crisis y
fortalecerse. Para ello, cada uno de nosotros debe ser responsable, sentir que
tiene un papel que cumplir. La organización, la formación de una estructura
política orientadora, la toma de decisiones creando instituciones del Estado
Plurinacional es la ardua tarea que está por delante. Pero nadie dijo que este
proceso transitaba una carretera asfaltada”.
*Historiador y periodista.
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