Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Joan Buades
Mientras que nunca había habido en el Planeta tantos humanos pasando hambre (uno de cada siete, ¡más de 1.000 millones de personas!), Jean Ziegler, uno de los pocos suizos honorables, actualmente asesor de los programas de alimentación y de derechos humanos de la ONU, no se cansa de recordarnos que “el hambre no es una fatalidad, es un asesinato” que tiene unos beneficiarios claros, como el Deustche Bank, Goldman Sachs y otros “carroñeros”neoliberales. Incluso, los alimentos básicos están en manos de una economía de casino como si las necesidades de nutrición de enormes masas humanas fueran irrelevantes.
Entre
los "detalles" que no aparecen en los medios de comunicación estándar
y que permiten explicar el porqué de las cosas está la balanza fiscal negativa
del Norte con el Sur. Quiero decir, la paradoja de que el Sur empobrecido
mayoritario del Planeta subvencione, cada vez más, la minoría rica del Norte. A
pesar del muro de obstáculos desinformativos que erige el cártel del régimen
neoliberal (desde el FMI al Banco Internacional de Pagos pasando por la Banca
Mundial o el G20) para que los principales perjudicados, los cientos de
millones de desposeídos en situación crítica en todo el mundo, no sepan nada,
comienzan a acumularse pruebas serias de cómo se perpetúa este terrorismo
económico que tiene como efectos colaterales permanentes el hambre y la
emigración de capital social básico del Sur.
Una
primera pregunta relevante es de cuánto estamos hablando. Según el Center for
International Policy, un prestigioso think tank independiente con sede en
Washington DC, los flujos de dinero ilícito que se van del Sur hacia el Norte
tendría un volumen anual entre siete y ocho veces superior a toda la ayuda
oficial al desarrollo. En 2008, el volumen de dinero negro que salía del Sur
para engordar el Norte oscilaba entre los 859.000 millones y 1,06 billones de
dólares. La ayuda oficial al desarrollo fue en 2011 de apenas 133.500 millones
de dólares. Visto de otro modo, supone perder ingresos equivalentes a tres
veces las remesas de dinero que los 215 millones de emigrantes en el Norte
envían a casa, 372.000 millones de dólares el año pasado. Para el caso de
África, el continente más empobrecido y con más personas hambrientas, entre
1970 y 2008 el Norte le habría extraído entre 854.000 millones y 1,8 billones
de dólares. Con esta suma fabulosa, los africanos no sólo habrían podido
cancelar su deuda externa total (de unos 250.000 millones de dólares en 2008)
sino que, en el cálculo más conservador, les habrían sobrado 600.000 millones
de dólares para erradicar el hambre, reducir pobreza y buscar sistemas de vida
ecológicamente sostenibles con bienestar social para todos. La tendencia, por
si fuera poco, es el incremento de esta rapiña: los flujos ilícitos hacia el
Norte pasaron de 57.000 millones de dólares la década de los 70 a los 437 mil
millones entre el 2000 y 2008.
¿Es la
ciudadanía corriente del Norte, sin embargo, la gran beneficiaria de ese dinero
robado en el Sur? En ningún caso, basta ver qué pasa en lugares como Grecia,
Portugal, Irlanda, Italia o España. Con la excusa de la crisis, su ciudadanía
se encuentra acosada con políticas de ajuste estructural neoliberal que hace
pocos años sólo parecían reservados a Corea del Sur, México o la Argentina del
corralito. La tendencia es que estos estados colapsen fiscalmente por la
imposibilidad de poder devolver la deuda que les han endosado, como avisa para
el caso griego la Ong Tax Research, sostenida por las Trade Unions británicas.
Entonces,
¿quién se lleva los millones perdidos del Sur? Se acumulan las evidencias que
quien hace caja son las grandes corporaciones transnacionales. Basta recordar
que las 10 primeras a nivel mundial mueven más dinero que la India y Brasil
juntos. Hace poco, desde Eurodad, una red independiente de vigilancia sobre la
deuda y el desarrollo, se detallaban los múltiples trucos que utilizan las
transnacionales para hacer ingeniería contable y evadir impuestos tanto en el
Sur como en el Norte. Una de los más productivos es el maquillaje de los
números a base de transferir artificialmente cantidades importantes a filiales
localizadas en estados o regiones con fiscalidad baja o casi inexistente. En
otro extremo, se pueden inventar facturas de compra-venta falsas para evitar
pagar impuestos. Así, se calcula que entre el 45 y el 50% de las transacciones
internacionales están hinchadas en más de un 10% para aumentar el provecho
gracias al diferencial fiscal entre unas regiones y otras del Planeta, siendo
África el área donde esta manipulación contable alcanza su cenit.
Este
desnivel de recaudación afecta muy especialmente del hemisferio sur. La razón
es que mientras los estados de la OCDE (el club de los más ricos) tienden a
mantener un nivel de impuestos equivalente al 35% del PIB, en los estados menos
desarrollados suele ser mucho más bajo. En África subsahariana, por ejemplo,
apenas representa el 18%. Así, al recaudar muchos menos impuestos de media que
el Norte, el Sur sufre mucho más acusadamente la evasión fiscal de las
corporaciones. Obviamente, el coste en desarrollo humano y en capacidad de
alimentación suficiente para toda la población de este robo es enorme.
El punto
clave, en este contexto, es que las corporaciones no actúan, en realidad, de
manera "pirata" sino que no hacen más que utilizar una "patente
de corso" otorgada por el régimen neoliberal. Como corsarios, pueden
sortear las haciendas públicas del Sur y del Norte domiciliando buena parte de
sus flujos financieros en un archipiélago de paraísos fiscales que tiene en la
City de Londres y en Wall Street sus zulos más letales. Así, el 21% de las
filiales de las 50 primeras transnacionales europeas están domiciliadas en
paraísos fiscales.
De las
100 primeras compañías en la Bolsa de Londres, 98 tienen sociedades localizadas
en el archipiélago corsario. Christian Chavagneux, redactor en jefe de la
revista Économie Politique, avisa que la crisis financiera global ha exacerbado
esta deriva parasitaria de las corporaciones hacia los paraísos fiscales.
Mientras los EEUU han visto reducir notablemente su atractivo como destinatario
del ahorro mundial, estados canallas como Luxemburgo acaparan activos
financieros equivalentes a 2.285 veces la riqueza nacional. Por tanto, si
realmente queremos ayudar a eliminar rápidamente el hambre en el mundo y hacer
que haya justicia social entre el Norte y el Sur, se impone poner en primer
lugar de la agenda social y política el fin de los paraísos fiscales.
Con el
fin de abolir los "derechos" neoliberales de corsarismo en favor de
corporaciones como UBS, Repsol o Sol Meliá, la prioridad es eliminar el
secretismo, exigir la transparencia financiera de las corporaciones, haciendo
que todo el mundo sepa qué declaran en todos los países en los que operan
directamente y a través de sus filiales. Entre las buenas noticias de los últimos
tiempos, sin duda está la vertebración de una cada vez más visible y poderosa
coalición mundial de organizaciones sociales independientes a favor de eliminar
los paraísos fiscales para ayudar a las poblaciones humanas más vulnerables. En
un contexto mundial tan potencialmente apocalíptico, establecer este tipo de
conexiones y coaliciones es la mejor semilla para la esperanza.
Joan Buades es investigador de Alba Sud
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