Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Daniel Araújo Valença
El
Brasil sufrió cambios radicales desde 2003: el Estado comenzó a intervenir en
la economía; políticas públicas garantizaron la salida de la pobreza y el
hambre de decenas de millones de brasileños; se crearon varias universidades y
cientos de institutos de educación tecnológica y más de 14 millones de nuevos
puestos de trabajo. También hubo una inserción internacional soberana - el
Brasil se volvió política y comercialmente para las relaciones Sur-Sur.
Sin
embargo, a diferencia de países como Bolivia, en Brasil el agotamiento del
neoliberalismo no se produjo concomitante con el crecimiento de los movimientos
y organización de masas. De hecho, desde 1995, el Partido de los Trabajadores,
reemplazó la estrategia popular democrática y socialista - la lucha conjunta en
la sociedad civil y el Estado, a fin de superar el capitalismo - por una
estrategia progresista - la inclusión social y económica posible por una
alianza de clases y políticas gubernamentales.
Por lo
tanto, la izquierda no priorizó la educación política, la comunicación y la
organización de las masas, lo que contribuyó a la pérdida de identidad de la
clase obrera. Cada organización se volvió a su demanda política específica a
ser garantizada por una política pública, a diferencia de experiencias de
unidad de las clases subalternas alrededor de demandas ético-políticas como la "Constituyente
Ya" en Bolívia. No se desarrolló, también, los medios de comunicación
populares y estatales. No se llevó a cabo una reforma política para poner fin a
la injerencia directa del poder económico y establecer una democracia
participativa real. La tributación persistió en el consumo y no avanzó sobre la
riqueza y la renta - gravar las grandes fortunas, herencias.
Por esa
estrategia abstenerse de la dirección política y moral de la sociedad, ya que
la política pública y el buen gobierno resolverían todo el proceso de
emancipación, los valores y pilares neoliberales y capitalistas persistieron.
Los que ascendieron económicamente si percibieron como "clase media" y
no "clase trabajadora".
Con la renuncia
a la política, la coyuntura empezó a cambiar con los nuevos vientos de la
economía: la crisis internacional de 2008 y la caída de los precios de las
materias primas, el gran capital que "aceitaba" un gobierno dirigido
por el PT, ha exigido la reducción del estado, de los derechos sociales y
laborales. En paralelo, sectores medios
y altos de las grandes ciudades, al ver la depreciación de su poder adquisitivo
frente el ascenso económico de las personas pobres, constituyeron un polo
reaccionario, anti-izquierda, antipopular, conservador en la moral - contrario
a los derechos de los homosexuales, los negros, las mujeres - y liberal en la
economía.Por último, el imperialismo, después de interferir en el Oriente Medio
a principios del siglo XXI, se volvió a América Latina y sus gobiernos
progresistas.
Se inauguró entonces una ofensiva de las clases dominantes con diversos
métodos de desestabilización, incluyendo la disputa de la calle desde la derecha
(algo inédito desde 1964), desde las manifestaciones de Junio de 2013.
En 2014, el proceso electoral de nuevo reveló el agotamiento de aquella
estrategia. En la primera vuelta, una mayoría conservadora fue elegida al
legislativo. En el segundo, la presidenta Dilma señaló la profundización de las transformaciones
y recuperó el apoyo de la clase media progresista. La victoria se dio bajo una
fuerte polarización política.
Los siguientes pasos, sin embargo, se los dio con el fin de enfriar el
clima político en el país y ajustar las cuentas públicas desde una perspectiva
conservadora. Para tanto, Dilma compuso un gabinete discordante con el programa que le llevó a su reelección: en Economía, un nombre del neoliberalismo; en la Agricultura,
una latifundista enemiga del MST; en Ministerio de las Ciudades, el ex alcalde
de São Paulo, que inauguró la política higienista del Siglo XXI.
El gobierno, en lugar de aprovechar la recuperación de sus bases
sociales y cohesionarlas para la aprobación de medidas democrático-populares,
promovió un ajuste fiscal con aumento de las tasas de interés, reducción del
acceso a los derechos laborales y tomó cerca de 150 000 trabajadores al
desempleo en estos últimos meses.
La derecha, con el reculo del gobierno y la
fuerte caída en su popularidad, decidió imponer una agenda conservadora en el
Parlamento - el desmantelamiento de los derechos sociales y laborales - y actos
masivos en las calles contra la "corrupción", cuyo objetivo final es la creación de
condiciones para un golpe de estado. Exigen la caída de Dilma y prisión de Lula,
cuando el denunciante del “caso Petrobras” los libró y acusó al líder de la oposición.
En el campo de izquierda, todavía hay una
tremenda confusión. Una oposición trotskista anuncia la muerte del PT y del
gobierno y cree que puede ocupar ese espacio político. Una gran sección
defiende la posición de mera defensa de las políticas gubernamentales y cree
que las mejoras en la economía conducirán a la superación de la crisis.
Por
último, la CUT, decenas de movimientos sociales, la izquierda del PT advocan
una táctica que defienda las libertades democráticas en conjunto con la lucha
por cambios en la política económica y las reformas democrático-populares. Llevaron
a cientos de miles a las calles el 20 de agosto y fueron capaces de detener
momentáneamente el golpe que parecía en camino. Ahora lanzarán el Frente Brasil -
amplio frente de los movimientos sociales, partidos, intelectuales, para una
acción política conjunta que conduzca a modificar el equilibrio de fuerzas en el país.
Si es posible aún detener la tendencia a la derrota
de la experiencia principal de izquierda en la historia de Brasil, es difícil
saber. Pero, sin duda, es uno de los intentos de la clase trabajadora en
América Latina para decidir su propio destino, así como de un ataque frontal de
los que quieren perpetuar la sociedad colonial.
Profesor de la
Universidad Federal Rural do Semiárido y militante del PT.
texto elaborado para Bolivia
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