Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rafael Puente*
Los resultados del referendo, realmente sorprendentes,
han provocado reacciones más bien viscerales, tanto de parte de nuestros
gobernantes como de parte de la oposición. Quisiera intentar un análisis
sereno, porque un evento que ha consumido tanto presupuesto por lo menos
debiera servir para que saquemos alguna lección política.
Hipótesis A: La población conocía
y entendía el contenido de los proyectos de estatutos autonómicos
Si fuera así, podríamos sacar dos posibles conclusiones:
Una, la de nuestro Vicepresidente en el sentido de que
la población votó en contra porque prefiere un "Estado vertical y
centralista”. No parece muy coherente, ya que la población del país en su
conjunto viene luchando contra el centralismo desde hace decenios (en Cochabamba,
por ejemplo, a principios de los años 90, hubo ya una fuerte movilización
convocada por el Comité Cívico, huelga de hambre incluida, en la que
participaron las diferentes fuerzas políticas). Pero además, si fuera como
piensa el Vicepresidente, habría que concluir que las cinco asambleas
departamentales -todas con mayoría del MAS- no fueron capaces de percibir esa
tendencia en cinco años de supuesta consulta para los estatutos… Muy grave ¿no
creen?
La otra, que la población votó en contra porque los
proyectos de estatutos no cambiaban nada, porque se enmarcaban en la Ley Marco
de Autonomías (lamentablemente centralista) y también en la Constitución, donde
las autonomías aparecen como meramente declarativas y como una mala copia del
sistema español (Rafael Bautista dixit). Así que el voto en contra estaría
expresando por el contrario un rechazo al viejo y decadente centralismo. Compañero Vicepresidente ¿no le parecería más coherente?
Lo que
pasa es que esta hipótesis -que parece muchos asumen- es inverosímil.
Veamos la otra.
Hipótesis B: La población no sabía
por qué ni para qué votaba
Ésta es mucho más verosímil. Había gente que no sabía
siquiera de qué trataba el referendo (confundida incluso con el debate sobre el
referendo constitucional sobre la reelección del actual binomio presidencial).
En todo caso, la gran mayoría no conocía el respectivo proyecto de Estatuto y
los pocos que sí lo conocían en realidad sólo habían tenido acceso a un resumen
(más o menos engañoso, y en todo caso insuficiente).
Si es así, podemos concluir que la población -en los
cinco departamentos- votó contra el modo de hacer de sus respectivos gobiernos
departamentales (y probablemente también del Gobierno central); es decir, votó
contra la falta de información, contra la falta de participación, contra el
autoritarismo barato de sus gobiernos (y también de sus dirigentes sociales,
que están resultando más autoritarios/as que los/as gobernantes).
¿No les parece sugerente el hecho de que el peor
rechazo se dio precisamente en Potosí, el departamento que acaba de ser
escenario de un duro y absurdo enfrentamiento entre sociedad civil y Estado?
¿No nos está mostrando este dato que el voto del referendo tiene nomás que ver
con una determinada actitud de cansancio de nuestra población respecto de las
nuevas maneras de nuestros gobernantes (tanto "autonómicos” como
centrales)?
¿La conclusión correcta no será por tanto que urge
volver al estilo de los primeros cinco años de este "proceso de cambio”;
es decir, recuperar el debate abierto, la participación social sin exclusiones,
la voluntad de convencer y no de vencer? Y puestos a pensar en un referendo
constitucional ¿no habría que pensar más bien en uno que consulte la opinión
plurinacional respecto de volver íntegramente a la Constitución aprobada en
Oruro y anular las concesiones hechas a la derecha congresal? ¿Y tal vez
también para cambiar lo relativo al régimen autonómico de manera que responda
realmente a un nuevo estado plurinacional y deje de ser una mala copia de
España?
Y, por supuesto, la oposición no tiene de qué
vanagloriarse, ya que todos sus gobiernos -incluidos aquellos cuyos principales
personeros eran cruceños- fueron dramática y burocráticamente centralistas. Que
no vengan ahora a hacerse los devotos del régimen autonómico ni se atribuyan
mérito alguno en el resultado del referendo. Los que tenemos algo que aprender
somos nosotros (y nosotras).
*El autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio
(CUECA) de Cochabamba
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