Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Verónica Córdova
Dicen que las mujeres son “complicadas” y por eso deben ser puestas en su lugar. Dicen que son masoquistas y por eso se “hacen pegar”. Dicen que no saben comportarse, usan cierto tipo de vestimenta y tienen cierto tipo de actitudes que las hacen “objeto de los conflictos que se producen”. Los conflictos que se producen (hemos de llamarlos por su verdadero nombre) son lapos, puñetazos, insultos y patadas; son nalgadas, metidas de mano, humillaciones y violaciones; son asfixias, cuchilladas, disparos y traumatismos craneoencefálicos.
Para evitar ser golpeada, manoseada o violada, la mujer debe, entonces, “aprender a comportarse”. Debe evitar “cierto tipo de actitudes”: no acercarse al Alcalde cruceño, no demandar por violencia doméstica o asistencia familiar al exmarido diputado, no beber jamás en un evento social en una repartición pública en Sucre, no pretender ejercer la función de concejala, no estacionar su vehículo en un parqueo público de Santa Cruz, no pedir un vaso de agua en una estación policial, no vestir nada que pueda resultar provocativo, no denunciar los golpes ni las humillaciones, no tomar un minibús de madrugada (tampoco un taxi, y menos caminar ¿a quién se le ocurre?)... Para mayor seguridad: no salir nunca de casa. Y ya que está en la casa todo el día y por tanto “no hace nada”, la mujercita debe entonces ocuparse de lavar, planchar, cocinar, criar a los niños y así cumplir con su única y sacrosanta función verdadera.
La mujer “complicada” es aquella que no acepta esta pedagogía, se defiende y no se calla; la que intenta salir del círculo de la violencia física, sexual, psicológica y económica; la que reclama y, por tanto, se convierte en una amenaza no solamente para su marido violento, sino también para el patrón de ambos: señor de vidas y haciendas, con derecho a intervenir en la vida privada de sus empleados al punto de ordenarles los términos de su divorcio. La mujer complicada no se deja callar, humillar, manipular ni doblegar por la amenaza de muerte, la amenaza de despido o la amenaza de “amistad”. Por eso, las mujeres complicadas son las que más peligro corren y las que se merecen toda nuestra solidaridad. Así de claro.
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