Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
La
nueva Constitución ha establecido la equivalencia y la igualdad de condiciones
entre hombres y mujeres en la formación, ejercicio y control del poder
político. De manera más específica, las nuevas normas de régimen electoral
prescriben la paridad y alternancia en la conformación de listas de
candidaturas para las instancias legislativas del Estado: el Senado, la Cámara
de Diputados, las asambleas legislativas departamentales y los concejos
municipales. La aplicación de estas normas en las elecciones nacionales (2009)
y sub-nacionales (2010) muestran un incremento sustantivo en la representación
de mujeres (titulares y suplentes) en dichos cuerpos legislativos. Aunque no se
ha producido una estricta paridad, se trata de una representación numérica que
no tiene precedentes en la historia política del país.
Estos
dispositivos forman parte de una política de acción afirmativa (de cuño
liberal-multicultural) cuya premisa es el reconocimiento de la diferencia y la
participación de identidades colectivas en la esfera pública estatal, bautizada
por Anne Phillips como la “Política de la presencia”. Una adecuada representación,
según este argumento, depende de que los grupos sociales excluidos tengan una
“presencia física” en la estructura estatal, el objetivo de las luchas
identitarias es la ocupación parcial del Estado y no la subversión del orden
simbólico patriarcal-capitalista.
No
obstante, el trabajo de las representantes mujeres a lo largo de la gestión
legislativa que termina demuestra que la presencia física de las mujeres no es
equivalente a la representación sustantiva, que implica actuar a nombre de
otros u otras, en este caso para defender una visión y una plataforma de
acciones emancipatorias y por definición radicalmente críticas tanto de la
instituciones públicas (la familia, la iglesia, la escuela y los medios de
comunicación) como de las estructuras que reproducen cotidianamente los
esquemas mentales de la ideología machista. En los hechos, la actuación
parlamentaria de las mujeres está modulada no por una visión de género, sino
por estrategias partidarias tanto oficialistas como opositoras. La presencia
física de las mujeres en esos escenarios tiene cierto valor simbólico, pero no
garantiza que ellas prioricen temas propios de una agenda feminista y/o de
género; una mujer, incluso una mayoría de mujeres, puede apoyar con su voz y su
voto una política patriarcal.
Los
“avances” que se han producido son innegables, pero en sí mismos solo tienen un
valor relativo. No importa la cantidad, sino el punto de vista, la perspectiva.
Mientras las asambleístas mujeres piensen, sientan y actúen conforme a las
categorías y valores dominantes, consagrados por el Estado y el sistema
político, seguirán reproduciendo el orden que dicen apasionadamente combatir.
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