Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Eduardo Maldonado
Conocí a Marcelo Quiroga Santa Cruz y el PS-1, a través del espacio que
les dieron en canal 7 para las elecciones de 1978, fue entonces que a mi muy
temprana edad, la fuerza y la claridad del mensaje socialista de Marcelo me
convenció.
Dos años después de ese hecho que marcó mi vida, tendría el mayor
sentimiento de desazón y ausencia, cuando en la sala de espera de un
consultorio dental, comprendí de la charla de otros pacientes, en medio del
miedo que se sentía por la dictadura, que Marcelo había sido victimado horas
antes en la ciudad de La Paz.
Desde entonces, volqué con más ahínco buena parte de mi tiempo en el colegio y la universidad a la dirigencia estudiantil, llegando a ser activista a tiempo completo en el frente universitario T-SUR y aunque no llegué a inscribirme formalmente al PS-1–es una historia aparte-, puedo decir que ejercí la militancia de convicción y participé del efímero intento de unidad de los socialistas en las elecciones de 1989, donde sorpresivamente fui postulado a diputado, pero claro, fui inhabilitado correctamente por la autoridad electoral porque no reunía el requisito de la edad mínima –anécdota familiar de yapa-.
Desde entonces, volqué con más ahínco buena parte de mi tiempo en el colegio y la universidad a la dirigencia estudiantil, llegando a ser activista a tiempo completo en el frente universitario T-SUR y aunque no llegué a inscribirme formalmente al PS-1–es una historia aparte-, puedo decir que ejercí la militancia de convicción y participé del efímero intento de unidad de los socialistas en las elecciones de 1989, donde sorpresivamente fui postulado a diputado, pero claro, fui inhabilitado correctamente por la autoridad electoral porque no reunía el requisito de la edad mínima –anécdota familiar de yapa-.
Entre el estudio y la lucha estudiantil y con el paso del tiempo acabé
comprendiendo de mejor manera esta íntima relación existencial entre el PS-1 y
la figura de Marcelo.
Nació en las calles
El Partido Socialista nació empezando la década de los 70s en las calles
de La Paz un Primero de Mayo, porque la cita fundacional en el cine México tuvo
que interrumpirse debido a que había gasificación. Qué duda cabe, eran tiempos
difíciles.
Posteriormente, al calor de las circunstancias propias del debate
ideológico y político, se produjo una escisión fundamental, cuando una facción
optó por diferenciarse del Partido Socialista al añadir una variante especial y
entonces muy original en la denominación y la sigla: el símbolo del guion y el
número uno.
Rápidamente el Partido Socialista Uno (PS-1), en las elecciones de 1978,
1979 y 1980, fue ascendiendo exponencialmente en su votación, pero sobre todo,
lo que sería inalcanzable para propios y extraños, sería el innegable liderazgo
ético e intelectual de su líder, Marcelo Quiroga Santa Cruz.
Marcelo y su legado
Marcelo era alguien al que como muchos señalarían luego, un hombre con
el que solo cabían dos posibilidades extremas y excluyentes: el odio hasta la
muerte o la admiración traducida en un amor incondicional.
En cierto modo, ambas opciones se corroboraron con la realidad. La
opción del odio se tradujo en su eliminación física y la desaparición de sus
restos mortales hasta el día de hoy, mientras que, el camino de la admiración
condujo a que su memoria quede grabada en la razón y el corazón del pueblo
boliviano.
Sin duda, pudo más el amor que el odio, pues éste se extasió en el momento
de su eliminación, en cambio aquél, crece con el paso del tiempo hasta
convertir en una leyenda inigualable, el testimonio, la lucha y el ejemplo del
eterno líder socialista boliviano.
Los socialistas
Desde la desaparición física de Marcelo, fueron varias y duras las
pugnas internas en la estructura partidaria, lo que llevó a que se den
facciones socialistas con diferentes formas de entender la coyuntura política y
actuar en ella, presumiendo cada una de ser la más auténtica y consecuente con
los postulados socialistas.
Hoy, al calor de las próximas elecciones generales, no parece haber
cambiado mucho esta triste realidad. Un grupo ha mostrado su adhesión con la
gestión del presidente Evo Morales; otro grupo se sumó a la candidatura de
Samuel Doria Medina; y en horas pasadas, un tercer grupo apostó a la
candidatura de Jorge Quiroga.
En cada caso, no han puesto ningún reparo por utilizar la sigla y los
símbolos partidarios y haciendo denodados esfuerzos por mostrarse como la línea
política correcta, de consecuencia y coherencia con el pensamiento de Marcelo.
No tenemos ningún derecho
A pocos meses de concluir una gestión senatorial a la que llegué como
invitado en las listas del partido gobernante, debo señalar que tengo la íntima
satisfacción de haber impulsado la ley que lleva el nombre de Marcelo para
luchar contra la corrupción y también, de no haber dudado en la crítica y
disidencia con lo que pensaba que no era correcto en el accionar gubernamental.
Así como he ejercido y ejerzo la acción política, considero que cada
compañero y compatriota socialista tiene todo el derecho de ejercer la suya y
seguramente también, entre aciertos y desaciertos. No soy quién para erigirme
en su juez, sin embargo, considero que tengo todo el derecho de pedirles que
respetemos el legado de Marcelo y lo que significó el Partido Socialista Uno en
la historia política del país. No es justo utilizar este patrimonio del pueblo
boliviano.
Si cada socialista considera que desea y debe contribuir en el accionar
político del país, está en todo su derecho, pero no es justo hacerlo utilizando
al PS-1, después de todo, cada hombre que incursiona en la vida política será
juzgado más por sus actos que por sus palabras. Solo Marcelo tuvo la virtud de
ser tan pertinente como coherente en el discurso y la acción.
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