Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Javier Heraud (1941-1963) nació en Lima,
Perú. En 1960 publica su primer poemario, El río, y recibe,
compartido con César Calvo, el Primer Premio de literatura en el concurso
"El joven poeta del Perú". Al año siguiente publica El viaje. El resto de sus poemas fueron editados
póstumamente en sus Obras completas (1964). El año de su muerte se alzó en
armas contra el Estado peruano y cayó en combate cuando el grupo guevarista que
integraba fue emboscado mientras vadeaba el río Madre de Dios, frente a Puerto
Maldonado, en la frontera con Bolivia. Tenía 21 años. Premonitoriamente, en uno
de sus poemas había escrito: “Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo
miedo de morir entre pájaros y árboles”.
Po e m a e s P e c i a l
(Fragmentos)
Se trata ahora de escribir
algo original, nuevo, sorprendente.
Mañana salgo de viaje.
Iré a México, como peruano,
(turista que recorre las antiguas ruinas)
y luego Bolivia
riéndome de perros policías
y canes presurosos.
Entraré junto con 30 compañeros
furtivamente a mi patria.
Armados con palabras y fusiles,
sembraremos en las sierras de los Andes
semillas subversivas.
El final lo conocerán todos.
(me aburro y no termino este poema)
Pero voy al combate y a la guerra,
por amor a mi suelo, a mis paisajes,
por amor a los pobres de mi tierra,
por amor a mi madre, a sus cariños,
por amor a mi padre, a sus durezas,
por amor a mis hermanos y amigos,
por amor a la vida y a la muerte,
por amor a las cosas de los días,
por amor a los días del otoño,
por amor a los fríos del invierno.
No sé qué pasará conmigo y mis
hermanos en la lucha,
pero supe vivir y morir como
hombre digno,
queriendo respetar y salvar al que
todo lo sufre,
queriendo abrir nuevos soles salvadores.
«El final de la historia, lo dirán
mis compañeros,
arriba, abajo, encima de la historia,
y contarán a mis hijos
historias verdaderas,
y para siempre vivirá la esperanza.»
(1962)
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Extraordinario y elocuente poema de un hombre predestinado sacrificar, aún, lo más preciado de todo ser humano, la vida.
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