Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julio C. Gambina
Constituye un gran acontecimiento la octava edición del Seminario “Marx
Vive” en Bogotá, Colombia, realizado en la sede de la Universidad Nacional de
ese país entre el 14 y el 16 de Mayo del 2014. El lema que presidía el
encuentro era sobre el “Proceso constituyente y contrarrevolución en Nuestra
América”, en lo que traduzco como consideraciones sobre el cambio político
nuestro americano en nuestro tiempo y la contraofensiva imperialista para
recuperar poder en nuestros territorios.
En mi exposición presenté una hipótesis sobre la lucha de clases
contemporánea con la pretensión de continuar en nuestro tiempo a Carlos Marx en
su crítica del capitalismo. La premisa de mi hipótesis es que el aporte del
teórico revolucionario nacido en Tréveris contribuyó a la sistematización de un
ciclo de lucha de clases que se extiende entre 1848, tiempo de constitución de
la “clase para sí”, hasta 1989/91, momento de desarticulación de la experiencia
socialista en el este de Europa.
Mi propósito en el texto presentado a la discusión pretende aportar a la
nueva síntesis del ciclo de lucha de clases que emerge hacia 1989, en el mismo
momento del auge de la política e ideas neoliberales. Este ciclo de la lucha de
clases aporta como novedad los cambios políticos en Nuestramérica, un
territorio laboratorio de ensayos de prácticas sociales, económicos y políticos
en la perspectiva de constituir sujeto, programa y fuerza política para la
revolución.
Sostengo en la argumentación que la dinámica de lucha y organización
popular de fines del Siglo XX e inicios del Siglo XXI generó las condiciones de
posibilidad para el “cambio político” en la región, y al mismo tiempo, la
iniciativa política de las clases dominantes, locales y externas a nuestros
países, habilitan la posibilidad de analizar críticamente estas experiencias,
considerar sus límites y proponer formas de superación para consolidar la
iniciativa política popular y revolucionaria, contra el colonialismo, el
capitalismo y el imperialismo, por el socialismo.
Marx Vive, tal como nos convoca a pensar el Seminario en tierra
bogotana, si contribuimos a desarrollar la crítica del capitalismo en nuestro
tiempo, y si somos capaces de aportar a constituir la síntesis teórica de la
revolución en nuestra época.
Nuestramérica en la lucha de clases
La dinámica de análisis que proponemos nos ubica en las cuatro décadas
transitadas desde el ensayo neoliberal gestadas con terrorismo de Estado en el
Cono Sur, que luego se generalizaría al mundo con la restauración conservadora
en los años ochenta de Thatcher y Reagan. El desquite civilizatorio vendría
también desde nuestros territorios y no hay duda que las novedades políticas de
confrontación al orden neoliberal y capitalista se sustentaron con intervención
política de los pueblos en nuestro continente, contra la liberalización de la
economía y el intento del ALCA; contra el endeudamiento deliberado de nuestros
países y denunciando la militarización de nuestro espacio como forma de
extensión del control militar imperialista en todo el mundo.
Los noventa del siglo pasado fueron momentos de emergencia de nuevos
sujetos en lucha, con enorme visibilidad de la lucha indígena, originaria y
campesina que otorgó carnadura a procesos de emancipación continental,
articulando una agenda obrera contra la precariedad, la flexibilización laboral
y salarial, el desempleo, la informalidad, la tercerización y la pérdida de
derechos de los trabajadores y su familia; con las demandas de mujeres, jóvenes
y el conjunto del pueblo sometido a la lógica liberalizadora del capital en
tiempos de transnacionalización.
Esa dinámica social, política y cultural en lucha es la que propició
novedades de cambio político e institucional como las reformas constitucionales
de Venezuela, Bolivia y Ecuador, con la incorporación de nuevas categorías
“programa” como la democracia participativa y comunitaria, el vivir bien o el
buen vivir, los derechos de la naturaleza, el carácter plurinacional del
gobierno y la sociedad o el carácter plural de la economía y la visualización e
institucionalización para el caso boliviano de la economía comunitaria. Son
categorías “programa” porque requieren ser llevadas a la práctica del
desarrollo cotidiano, son horizonte civilizatorio de nuevo tipo. Es la
recuperación de concepciones anteriores re-significadas en nuestro tiempo, con
la necesidad de avanzar en procesos anti coloniales, anti patriarcales, contra
el racismo y en sentido antiimperialista y anticapitalista por la construcción
de una nueva sociedad socialista.
Es que el derrotado socialismo en el imaginario popular, producto de la
debacle del este europeo, fue incorporado al debate teórico y político por el
proceso bolivariano hacia el 2004/5, en una crítica al socialismo real y una
propuesta renovada para construir la sociedad sin explotados. Claro que la
propuesta debe ser completada con la práctica revolucionaria, siendo ello el
desafío en nuestros días. Con ese bagaje asistimos a la renovación del modelo
económico del socialismo en Cuba, inspirado en la necesidad de adecuar las
políticas en la coyuntura para defender los logros de la revolución en materia
social y compartir experiencias productivas y de desarrollo integrado con la
región en momentos de disputas de proyectos civilizatorios, el de la liberación
social o el programa del capital con la liberalización de la economía.
La tesis que sostenemos es que el ciclo de lucha de clases contemporánea
encuentra a la ofensiva del capital por un lado, aprovechando la crisis mundial
para hacer avanzar sus objetivos de subsunción del trabajo, la naturaleza y la
sociedad en el capital; y por el otro a los pueblos de Nuestramérica en una
experiencia en proceso, que define el cambio político y que necesita
revolucionarse para otorgar viabilidad a una iniciativa política de los pueblos
por otro orden social y civilizatorio sin explotación y en armonía con la
Naturaleza.
Somos conscientes de los límites y dificultades de los procesos en
Nuestramérica, de la dinámica asociada y conflictiva en la dialéctica entre
movimientos de masas y liderazgos, como entre movimientos sociales y aparato
estatal, con los peligros de burocratización de la demanda social y sus
consecuencias en la despolitización e desideologización en aras de lo posible.
Del mismo modo ocurre cuando desde los gobiernos y asumiendo un rumbo “posible”
dentro del orden capitalista se consuma una política que no enfrenta la
reproducción de la lógica de la ganancia, de la acumulación y dominación
capitalista para sobrevivir en un mundo de consolidación de la
transnacionalización y la presión de los organismos internacionales y los
principales estados del capitalismo imperialista.
Estamos aludiendo a que así como existe una confrontación entre la
ofensiva imperialista y el proyecto revolucionario por el socialismo, con el
lenguaje que cada proceso determine, sea el Socialismo del Siglo XXI, el
Socialismo Comunitario, el Vivir Bien o el Buen Vivir; la realidad es que
existe una ilusión intermedia que sostiene el posibilismo de un “capitalismo
autónomo, nacional, neo-desarrollista” y que se expresa bajo las categorías
inventadas desde el poder para “países emergentes”, que son tales en tanto
territorios con gran extensión territorial y población numerosa con
potencialidad de ser contratada a bajos salarios.
El orden capitalista
Esta dinámica de lucha de clases que describimos se procesa en un
momento de crisis integral del capitalismo, con manifestaciones en la economía
y en las finanzas, pero también como crisis alimentaria, energética, medio
ambiental, para configurar una crisis estructural y del orden civilizatorio que
convoca a una confrontación entre dos iniciativas políticas, una para
restablecer el orden capitalista con mayor expresión del salvajismo
civilizatorio que supone la desigualdad de riqueza acumulada y de pobreza
extendida, o un nuevo orden para la sociedad mundial.
Estamos asistiendo a un momento de crisis capitalista en el marco de la
ofensiva del capital construida en los últimos 40 años. El ensayo general de
esta ofensiva comenzó en 1973 en el Cono Sur de América con regímenes sustentados
en el Terrorismo de Estado y se generalizó desde el propio centro imperialista
en la década del 80´, desde Gran Bretaña y EEUU. La militarización y la
especulación financiera son parte de este proceso, que supuso cambios en la
relación de explotación, entre los trabajadores y los patrones; una
exacerbación de la explotación de la Naturaleza; un cambio de la función del
Estado favorable a la mercantilización; y una tendencia del imperialismo a la
mundialización del poder y el gobierno, intentando constituir un poder
globalizado por encima de las soberanías nacionales.
Nuestro enfoque articula una visión de economía mundial, donde no es
posible pensar las realidades nacionales sin el contexto global, pero claro,
reconociendo que las especificidades locales intervienen decididamente en las
mutaciones del orden mundial. Es lo que nos anima desde Nuestramérica,
precisamente donde hace cuarenta años se inició el ensayo mundial del rumbo
neoliberal y no casualmente, donde se procesan la más importantes experiencias
de cambio político desde los albores del Siglo XXI.
Esta búsqueda Nuestramericana anima la agresión imperialista, reflejada
en el último tiempo con los golpes en Haití, Honduras y Paraguay; el
persistente bloqueo a Cuba y los intentos golpistas como el reciente desde
febrero en Venezuela; la extensión de las bases militares y la preocupación por
ponerle limite al proceso de cambio en la región. No se trata de una novedad,
pero queremos enfatizar en la renovada agresividad del imperialismo y las clases
dominantes locales ante el cambio político en curso en la región. Por ello es
que estamos desafiados a profundizar el proceso de cambio y transformarlo en
revolución.
Lucha teórica y política
En síntesis, sostenemos que luego de 25 años de la caída del Muro de
Berlín existe un nuevo ciclo teórico y político para el despliegue de la lucha
de clases, y en que en esos dos ámbitos se define el futuro de la izquierda y
la tradición marxista en todo el mundo.
La izquierda debe retomar lo único invariante en Carlos Marx: la crítica
del capitalismo en cada época, lo que supone profundizar en las novedosas
formas que asume la explotación del trabajo humano y la subordinación de la
naturaleza y la sociedad a los designios contemporáneos del capital. No es otra
cuestión que estudiar la subsunción real del trabajo, la sociedad y la
naturaleza, al capital, en las condiciones actuales del proceso de valorización
y acumulación transnacional del capital.
El capitalismo es una relación social en lucha, que merece considerarse
históricamente. Carlos Marx se propuso una obra gigantesca, parcialmente
realizada, es decir, inconclusa. Su estudio abarcaba seis enfoques de lo mismo.
El eje de estudio era el capitalismo, que estudió parcialmente desde el
“capital” (obra inacabada), desde el “salario”, desde la “renta”, desde el
“Estado”, desde las “relaciones internacionales”, y desde el “mercado mundial”.
Con mucha más razón hoy se necesita continuar ese plan de trabajo,
especialmente por las nuevas formas de explotación laboral, el papel de los
bienes comunes naturales y su extensión en Nuestramérica, como el rumbo de la
mundialización y el papel que se le asigna al Estado. Pero ya no solo con
enfoque crítico, sino asumiendo nuevas proposiciones que aparecen, tales como las
recogidas en el nuevo constitucionalismo regional, casos de Bolivia y Ecuador
con el Vivir Bien o el Buen Vivir; o formulaciones programáticas más generales
del estilo del Socialismo del Siglo XXI, del Socialismo Comunitario, o la
propia renovación del modelo económico cubano para defender lo logrado,
enfrentar el bloqueo estadounidense e intentar satisfacer las demandas de la
sociedad cubana en la perspectiva del socialismo.
El desafío teórico a que nos convoca la máxima de “Marx Vive” supone
abordar los nuevos problemas del capitalismo, la cuestión medio ambiental y
ecológica, abordada desde el eco marxismo y el eco socialismo (aunque a algunos
no les satisfaga esta denominación), entre otras denominaciones de quienes
acuden a la tradición de Marx para pensar los nuevos temas del impacto sobre la
naturaleza del modelo productivo y de desarrollo del capitalismo, Supone
superar el machismo histórico en la izquierda y abordar los temas de la mujer y
la igualdad de género, la liberación femenina y social en términos más
generales, lo que supone también la cuestión de las minorías sexuales y todo
tipo de derechos sociales y al libre uso de los cuerpos. La cuestión juvenil y
el derecho al deporte y la recreación, a la participación en la toma de
decisiones, que nos lleva al tema de la democracia participativa a todo nivel,
que pasa a ser una cuestión crucial.
La cuestión del trabajo sigue siendo esencial, por lo que describir las
formas contemporáneas de la explotación, constituyen una necesidad histórica en
el proceso de construcción del sujeto popular ampliado por la revolución.
Sustentamos un desafío teórico para fundamentar la revolución socialista
en el presente. Fue la tarea asumida en su momento por Marx y sus varios
continuadores hasta nuestros días, con Lenin, Trotsky, Gramsci, Mella,
Mariátegui, el Che, entre muchos que contribuyeron y aún lo hacen pensando
críticamente nuestro tiempo, caso de Fidel.
El gran desafío es la construcción de sujeto popular consciente por la
revolución; con un programa de transformación contra el racismo y el
patriarcado, de carácter anticolonialista, anticapitalista, antiimperialista y
por el socialismo; desplegando la construcción de una fuerza social y política
para el cambio, organizada en la forma que surja según las especificidades
históricas nacionales: partido, frente, movimiento, o instrumento.
En definitiva, nuestra reflexión apunta a destacar la complejidad de la
época, donde existen variadas iniciativas políticas y surge el interrogante de
quién vence a quién.
Uno de los ejes principales de la disputa es el modelo productivo y de
desarrollo, una cuestión que diferencia los procesos de cambio en curso en
Nuestramérica y que condiciona el éxito de la revolución anti-racista,
anti-patriarcal, anticolonial, anticapitalista, antiimperialista y socialista.
Es el marco del accionar de los organismos internacionales por retrasar el
cambio y restablecer el orden capitalista y la hegemonía en el desarrollo de
nuestras sociedades.
Sostenemos que la utopía es la que sustenta el imaginario de soluciones
en el capitalismo, aun bajo el manto neo desarrollista, y que ese horizonte nos
lleva, no solo al “no lugar” sino al destino de los ideólogos del régimen del
capital. Lo que pretendemos, si se quiere, es la utopía del socialismo, el
horizonte que nos permite caminar, al decir de Eduardo Galeano. Sostenemos que
la lucha por el socialismo, propuesta por Mariátegui hace un siglo en
Nuestramérica, tiene absoluta validez en nuestro tiempo, siendo la tarea en la
etapa para nuestra izquierda y que otorga validez al propósito de la
convocatoria “Marx Vive”.
Bogotá, 15 de mayo de 2014
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