Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
¿Qué tan importante es para el gobierno boliviano la Agenda Patriótica 2025?
Bolivia tiene por primera vez en la historia una agenda estatal a largo plazo. Los gobiernos siempre veían hasta donde alcanzaba su barriga, o su mirada, o el patrimonio de la familia o la próxima elección. Ahora, sin embargo, estamos viendo una generación entera para adelante y la Agenda Patriótica 2025 nos está permitiendo planificar en función de los siguientes diez o doce años, y el Presidente está pidiendo a todos los ministros y a la sociedad entera planificar así, establecer sus metas para los siguientes años. Entonces por primera vez una generación se plantea su horizonte de vida, sus sueños, su destino de una manera práctica, realista y con medios económicos garantizados.
¿En todos estos retos, en una mirada corta hasta 2014, y en una mirada larga hasta 2025, qué importancia tiene el MAS como partido de gobierno?
El Movimiento al Socialismo, más que un partido, es una voluntad histórico- estatal; más que un planificador de gestión, es un planificador de Estado, y el Presidente Evo simboliza ese movimiento de época. No siempre es así; no siempre se dan este tipo de situaciones, sólo cuando se presentan las revoluciones, la historia permite mirar más allá del horizonte. Tendrá que pasar una década, o más, para que surjan contrapartes, miradas distintas diferenciadas que no sean simplemente maquillajes a lo que este movimiento colectivo de época ha logrado alumbrar. Por ello, lo que se está confrontando hoy en Bolivia, es una mirada histórica de Estado bajo la conducción de Evo, frente a miradas particulares de facciones de élite, de resentidos, de angustiados, de bien pensantes atribulados que no logran articular nada, y sólo ofrecen la nada como proyecto. Hoy no existe un proyecto político alternativo al del MAS. Sólo hay variantes más escritas o parcialidades mal digeridas de lo que la Constitución y el MAS ha propuesto a Bolivia y el mundo. Tan fuerte es esta mirada de economía, Estado y sociedad que tiene el MAS que es un programa de época, que alumbra sin competidor todo el escenario de la siguiente década. En ese sentido, hay una especie de fusión entre el horizonte del Estado boliviano y el proyecto del gobierno del MAS.
¿Cuál es la caracterización que haces del proceso de cambio, cómo se construye lo político en Bolivia?
Aunque Laclau tiene una bonita definición de populismo que quienes la usan aquí en Bolivia evidentemente no conocen en profundidad, no me gusta ese concepto porque entra todo ahí; es como una especie de muletilla para describir lo que no se conoce ni entiende. Nadie que haya usado la categoría de populismo aquí en Bolivia la ha sabido explicar bien. No va por ahí, no me resulta a mi útil en el debate contemporáneo. ¿Qué puede resultar útil?, el concepto de revolución democrática y cultural es bastante preciso, el más preciso en mi opinión. Una revolución política y descolonizadora, para mi sería la manera más académicamente precisa para definir lo que está en marcha actualmente en Bolivia. De hecho, el segundo componente, el de la descolonización, es el más fuerte: indígenas en el poder. Independientemente lo que pase después, ya en sí mismo, es una victoria histórica y una revolución cultural y simbólica tan poderosa, que nada va a ser igual en la vida cotidiana de indígenas y de no indígenas en Bolivia hacia futuro. Los indígenas han experimentado el poder y ni mil masacres podrán extirpar esa experiencia corporal de la victoria.
Es un cambio irreversible de la historia. Venga lo que venga para los siguientes siglos, los indios han tomado el poder, los indígenas se han vuelto poder y lo viven no solo en palacio, en los ministerios, el parlamento, la justicia y las leyes; lo experimentan también en cosas tan sencillas como caminar en la calle, que es un modo también de ciudadanía plena expansiva. El saber que tienes derechos, antes prohibidos por el color de tu piel o por tu pollera o por tu apellido. Ahora en cambio, la plebe empoderada se siente fuerte, reclama lo que cree que es suyo; y a veces sale a bloquear, pero es pues su lenguaje de multitud, su manera inicial de gestionar el poder del cual se sienten parte, por mucho que a veces caiga en el particularismo de la demanda corporativa. ¿Cómo exigir a cada instante universalismo después de más de quinientos años de aplastamiento absoluto? No me espanto de la conflictividad, tan previsible, tan necesaria y oxigenante de la vida; ni de los particularismos localistas. Luego viene y vendrá la pedagogía plebeya de lo universal. Pero es paradójico, que algunos les exijan comportamiento ético a quienes habían marginado de cualquier función ética en la sociedad, usando así la mirada kantiana de las cosas. Ese es el componente descolonizador de la revolución, revolución que, además, es política porque es un cambio en las estructuras de poder de nuestro país, en la composición de las clases sociales dirigentes del Estado y en la naturaleza social de la institucionalidad estatal.
Ahora la pregunta es si esta revolución política y descolonizadora puede dar lugar a una revolución económica. Sí puede, y hay elementos para tal afirmación. No es que no haya una nueva economía; quizás no hay un nuevo modo de producción todavía, pero sí hay un nuevo modelo económico, que no es el neoliberal y que tampoco es el capitalismo de Estado como tontamente balbucean algunos remanentes del pseudo-izquierdismo sobornado por el gonismo. La nueva economía plurinacional trabaja con las reglas de la economía del mercado (que existen desde tiempos babilónicos) e introduce otras reglas de la economía comunitaria, e introduce reglas de valor de uso en la distribución de los excedentes y en la priorización de inversiones. Entonces ahí existen tendencias de no-capitalismo, sin ser todavía un nuevo modelo de producción. Por eso en uno de mis últimos textos escribía que el socialismo es un espacio de guerra y no un nuevo modelo de producción; es un espacio histórico de lucha entre la predominancia de la lógica del capital, de la acumulación privada, y espacios nuevos que van emergiendo de una economía no-capitalista de la mano de las comunidades agrarias en cuestiones como la gestión de recursos comunitarios o en temas de aguas y bosques, y de la mano del Estado que impulsa la redistribución del excedente económico entre la población o a través de las subvenciones que priorizan el valor de uso en determinadas políticas. Un escenario de guerra, en el que en medio de un predominio planetario del capitalismo, van surgiendo en sus intersticios, tendencias, actividades no-capitalistas, post-capitalistas, que se expanden, que retroceden, que dan un viraje, se caen y vuelven a levantarse a la espera de su articulación planetaria con otras experiencias post-capitalistas. La nuestra es una revolución política que quisiéramos que deviniera en una revolución económica.
Pero lo importante en todo ese proceso es que se mantenga el poder estatal por parte del nuevo bloque social popular-indígena-obrero. Recurriendo a Lenin se puede decir que el poder estatal de los movimientos sociales puede dar más o menos concesiones a otros sectores según las necesidades, pero con la condición de que el poder estatal lo retengan los movimientos sociales. Para todo revolucionario del mundo en cualquier época, el tema del poder es el tema fundamental de toda revolución verdadera.
¿Qué propuestas emergentes pueden plantear Latinoamérica y Bolivia frente a la crisis mundial del capitalismo? Es decir, ¿cómo pueden el país y el continente mirar hacia el mundo actualmente?
El capitalismo mundial está atravesando una crisis estructural que no significa que sea terminal; puede devenir en terminal si la voluntad política de la sociedad planetaria así lo asume o puede ser un momento de su renovación, pero es estructural porque pone en juego sus cimientos. Y eso es así porque la principal manera de acumular capital, de generar dinero lo está haciendo por la vía de la especulación, de los bancos de los fondos de pensiones, pero no por la vía de la producción real, no mediante su capacidad industriosa. Y ¿por qué está pasando eso?, porque el actual soporte material de la producción, que es un tipo de tecnología , no ha sido sustituida por un nuevo soporte material capaz de garantizar un tasa de ganancia media a las empresas fundamentales del capitalismo. Los actuales descubrimientos no han logrado generar un soporte tecnológico capaz de universalizarse en las principales ramas de la economía capitalista dominante y de relanzar a la producción nuevamente a un liderazgo con tasas de ganancia que hagan regresar de la especulación a los capitales.
La economía crece del lado de la especulación y no por el lado de la producción; se forman estas burbujas financieras que hacen sentir bienestar y mejora a la economía por uno, dos, tres, cuatro, cinco años; luego se derrumba y, con ello, arrastra a miles de millones de pobres y privatiza recursos del Estado a favor de los ricos. Es lo que Europa está viviendo recientemente. Pero este escenario tiene una virtud, que es que las economías emergentes como China, India, Corea, y América Latina por ejemplo, sí pueden aun expandir su actividad productiva industriosa con el viejo patrón tecnológico, entonces, tienes un continente con mayor capacidad de integración, con mayor capacidad de definición de políticas soberanas en torno a su horizonte económico, y que le está permitiendo escoger de mejor manera sus mercados. Si a eso se suma a alianza con el Pacífico, con Corea y ante todo con China y con la India, de alguna manera se está generando un bloque regional económicamente muy importante que va a influir en el conjunto de la economía mundial en las siguientes décadas. Y como continente se reafirma la base material de la soberanía de cada país, al tiempo que la integración regional ya deja de asumirse como solo un deseo voluntarioso de nuestros protomártires y se convierte en una necesidad práctica para salvarse como región, para aprovechar lo mejor que se pueda de esa crisis, y para poder definir de mejor manera sus alianzas y sus relaciones internacionales para las siguientes décadas.
como siempre enseñando a la derecha como deben hacerse las cosas..lastima que la derecha sea alumno reprobado para el crecimiento y excelente alumno del imperialismo..!
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