Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por José Pimentel Castillo
Cuando los mineros en 1952 nacionalizaron las minas de Patiño, Hoschild y Aramayo, consideraron que era una conquista de liberación nacional, sin embargo, no dejaron de expresar un gesto de espanto cuando los concentrados de estaño seguían alimentando a las fundiciones Capper Pass y Williams Harvey ligadas a los intereses de Patiño.
La lección era clara: sin fundiciones no hay nacionalización
Las décadas de 1950 y 1960 se caracterizaron por un debate nacional sobre la viabilidad de las fundiciones de estaño en el país, en ese momento el principal rubro de exportación.
Temas como su viabilidad técnica, la elección de la tecnología, la oferta soviética de hornos de fundición y las implicancias en medio de la guerra fría, su ubicación geográfica, el combustible a utilizarse, la capacidad, etc. eran pan de cada día del mundo académico, político y sindical. El gobierno del MNR sucumbió ante la presión imperialista, sin embargo, el debate llegó a oídos receptivos; a puertas cerradas y con candado, el gabinete del Gral. Alfredo Ovando Candia decidió crear la Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF) y autorizar la negociación para la instalación de los hornos de fundición. Estos hornos serían encendidos por el Gral. J.J. Torres el 19 de enero de 1971.
Para ejemplo bastaba una muestra, la carrera por las fundiciones se había iniciado. Luego vinieron las de bismuto en Telamayu y antimonio en Vinto; naturalmente surgió la necesidad de plantearse la fundición de plata, mineral precioso que en sus versiones de óxidos y sulfuros era imposible de fundir como antes lo hicieran en la colonia con el metal noble: el rosicler (o plata pura). La producción del concentrado de plomo-plata se concentraba en el Cerro Rico de Potosí, y correspondía al pueblo potosino el emprender la lucha para lograrlo. Fue en el gobierno del Gral. Padilla, en 1979, que se concluyeron las negociaciones para la instalación del Complejo Karachipampa: el contrato se firmó el 9 de septiembre en el gobierno de Wálter Guevara Arce con el consorcio Alemán-Belga Klockner-Sidech/Mechin. No deja de llamar la atención la dimensión del proyecto (50.000 toneladas métricas brutas - TMB), dado que la producción de concentrados de plomo y plata en ese momento no pasaba de las 20.000 TMB al año. Las explicaciones de la envergadura del proyecto abundan: desde el negociado en función de la dimensión del proyecto —se hizo popular el endilgar como ‘Karachipampas’ a un grupo de ciudadanos civiles y militares— o la“visión” de un ministro.
La planta fue concluida en 1984. En enero de 1985 se entregó a Comibol-ENAF el complejo y se inició el proceso de acumulación de carga para su encendido. Se llegó a acumular 9.000 TMB de concentrados y se tenía adjudicado el proyecto Bolívar como principal fuente de abastecimiento, más allá de encarar proyectos con las cooperativas y la minería mediana para garantizar la provisión de materia prima.
El proceso de industrialización de las materias primas es propio de un proceso patriótico con el control estatal de los recursos naturales. Por eso, cuando se dicta el DS 21060 (agosto 1985) se condenaba a muerte a los procesos de industrialización como era el caso de la fundición de Karachipampa. En efecto, la libre comercialización de los minerales, que liberaba a los productores mineros de entregar su producción a las fundiciones nacionales y la decisión de quitar la capacidad productiva al Estado y en particular a la Comibol, hundió las esperanzas de que Karachipampa pudiera funcionar mientras persistiera el modelo neoliberal.
La lucha del pueblo potosino por más de 20 años tenía como demanda central la reactivación de Karachipampa. La respuesta siempre era la misma, la contratación de una consultora para ver su viabilidad. Los argumentos que se agitaron para inviabilizarla fueron de los más variados: la crisis de la minería, la inexistencia de concentrados, la inviabilidad de la tecnología soviética y finalmente la obsolescencia de la planta. En las postrimerías del modelo neoliberal (2005) se dio en arriendo a una empresa norteamericana Atlas Precious, la que no cumplió con el contrato. Esto dio paso a que Comibol rompiera el contrato y asumiera el control de la planta en 2011.
La industrialización de los recursos naturales y en particular de los minerales es un objetivo del Proceso de Cambio y de la Agenda 2025, por eso la reactivación de Karachipampa está en el programa de gobierno del MAS-IPSP, desde la campaña de 2002.
Su postergación no se debió a que se olvidó la consigna, sino a todo el andamiaje que dejó el modelo neoliberal para postrar a la minería en un apéndice de la explotación imperial.
Sólo el Estado Plurinacional de Bolivia y sus empresas estatales, en este caso la Comibol, podrán cumplir con el sueño del pueblo boliviano de darle valor agregado a las materias primas, objetivo claro pero no fácil de lograr. En el próximo artículo explicaremos el proceso de se llevó a cabo para lograr este objetivo.
Con el inicio de operaciones del complejo polimetalúrgico de Karachipampa, Bolivia logrará importantes avances en el desempeño del sector minero.
Encontrar una máquina de escribir, aunque sea eléctrica, en cualquier oficina es una rareza. En una inspección a Karachipampa de pronto me encontré con una máquina Olimpia —made in Germany— flamante; resguardada con plastoformo, mostraba un perfecto estado, la máquina es de 1985. Su funcionamiento lo conocemos, tipos intercambiables, cinta de plástico en estuche plástico, algún sistema de formateado automático. Esa máquina es nueva, pero obsoleta. Ya no se venden las cintas y la eficiencia deja mucho que desear ante cualquier computadora. Era la imagen de la planta, el transcurrir de los años, el eterno debate sobre si va o no va dejó una aureola de incertidumbre. Era lo primero que había que combatir, si vas a una batalla tienes que tener la certeza de la seguridad de ganarla, con sacrificio sí, pero ganarla.
El proceso Kivcet en 1985 era nuevo y era la primera vez que se lo utilizaba en el mundo, había escepticismo, pero las pruebas de laboratorio, el pilotaje, no daban margen a la duda como para hacer una inversión de cerca de 150 millones de dólares. Todos esperaban el resultado, no tuvimos la satisfacción de hacerlo, sin embargo su utilización tomó otros caminos por el mundo. Actualmente, hay plantas que funcionan y se siguen construyendo. Era la verificación de nuestra certeza.
En esta línea se buscó una opción técnica para la evaluación de la planta, contratándose a una empresa española belga Zinc-Cobre, que entre sus ejecutivos tenía técnicos que habían participado en la construcción de Karachipampa y desarrollado su experiencia en otros proyectos Kivcet. Esta consultoría, que preveía una etapa de evaluación de tres meses y seis de reparación, nos dio como resultado una recomendación: cambiar el diseño del horno, lo que significaba poner otro horno con un costo de 40 millones de dólares y su implementación en cuatro años. Naturalmente lo rechazamos, ya que no respondía a nuestros intereses, sino a los de los mercaderes de tecnología, a un propósito deliberado de frustrar el proceso de industrialización.
Estaba claro que había intereses transnacionales que se opondrían a nuestros deseos, que iban en contra de sus intereses, la dominación imperial está basada en la utilización de la tecnología como un arma de dominación y no es fácil que renuncien a ésta. Este monopolio tecnológico les permite enormes ganancias y a nosotros enormes gastos. Una de las novedades del complejo Karachipampa es que recuperará otros metales a los declarados oficialmente (plomo y plata), entre ellos estaño, bismuto, antimonio, cobre, oro, arsénico, y abre el camino de recuperar otros como el indio, que antes se perdían para el país.
Ante esto recurrimos al amor propio de los bolivianos que participaron en su construcción, cuyo prestigio profesional se encontraba en cuestionamiento con el elefante blanco de Karachipampa. Ellos tenían confianza en el proceso, habían hecho un seguimiento del desarrollo de la tecnología Kivcet, y los cambios introducidos, automatización y eficiencia medioambiental. No ponían en cuestionamiento la esencia del proceso, que consiste en la utilización del oxígeno y su combustión con el azufre de los concentrados enriquecidos con carbón, en un proceso continuo de fusión.
Desde principios de año (2012) se fueron revisando y reparando todos los equipos y componentes de la planta, cada nave que era completada en su revisión y prueba era entregada a la parte operativa con un protocolo de calidad. Se diseñó su forma organizativa y el manual de funciones de cada trabajador, se fue capacitando a cada uno de los mandos, en agosto se completó esta etapa.
Paralelamente, se habían encarado la solución de problemas externos a la planta, la provisión de energía eléctrica a través de Sepsa. Esta provisión estaba condicionada a la certificación externa de una empresa calificada, lo propio el gas requería la revisión de las instalaciones y su adecuación a las nuevas normas después de 20 años de haberse instalado. Otro elemento es el medio ambiental, se sacó la ficha ambiental, tenemos el permiso para operar pero estamos obligados a realizar tareas complementarias como el lavado de los gases. En el caso del agua —utilizada para la refrigeración—, se contrató una empresa para tener agua propia, ésta no cumplió su compromiso y ahora Sepsa garantizará este producto, mientras se busca una fuente propia.
Otro elemento que tuvo que ser solucionado fue el de la propiedad de los terrenos. Si bien Comibol los tenía legalizados, el proceso de saneamiento abrió la posibilidad de que se presentaran nuevos intereses particulares y de los comunarios de Karachipampa. Después de muchas reuniones de negociación se logró que el municipio de Potosí declarara zona industrial a Karachipampa y se reconocieran las necesidades de la planta de terreno que en el futuro le permitiera ampliar sus operaciones. La Comibol ha adquirido el compromiso de incorporar como su personal a comunarios según sus necesidades y de acuerdo al perfil profesional de éstos, además de recompensar las obras que la comunidad tiene en las áreas cedidas.
Un elemento esencial para el funcionamiento de la planta es el aprovisionamiento de oxígeno, un tema delicado, pues el mercado de oxígeno en Latinoamérica tiene un oligopolio, Praxair y Airproducto. Se recurrió a ambas empresas, una planteó cambiar la planta y la otra, si bien adquirió un compromiso con nosotros, las trabas burocráticas dieron paso a una dilación de las negociaciones. En el proceso se encontró una empresa boliviana que en procesos metalúrgicos utiliza el oxígeno y tiene la capacidad de poner en marcha la planta, que es de sumo cuidado, pues trabaja con presiones de más de 6 bares y menos 200 grados de temperatura. El cronograma está formulado de tal manera que cuando el horno Kivcet haya obtenido una temperatura de 1000 °C funcionará la planta de oxígeno, dado que el enorme consumo de energía eléctrica no permite un funcionamiento previo.
Otro problema encarado es la provisión de concentrados. Los concentrados acumulados en la década de 1980 se han oxidado, por lo cual no tienen la capacidad combustible necesaria. Entonces se ha debido comprar concentrados frescos, los que serán dosificados con los viejos concentrados. Así se ha dispuesto un fideicomiso para que la planta de Karachipampa pueda comprar estos concentrados.
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios