Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Iván Bustillos
Cierto. A más de seis meses de las
elecciones generales del 20 de octubre, las encuestas de intención de voto no
pueden dejar de ser de atisbo, de mirada aproximada; pero sí son muy útiles
para ver la evolución que tendrá la preferencia electoral hasta la fecha de los
comicios. En este sentido, una cosa que destacan las encuestas efectuadas desde
el último trimestre de 2018 (especialmente después del fallo de La Haya sobre
la demanda marítima) son dos cosas: una, que el voto se está concentrando en
dos candidatos (Evo Morales y Carlos Mesa) con la existencia de un tercero
(Óscar Ortiz), que si bien está lejos de los dos primeros, puede ser factor
importante en caso de segunda vuelta; y, dos, la persistencia de un porcentaje
expectable del voto indeciso.
En efecto, mientras la encuesta de
Tal Cual efectuada para ATB en octubre da el 16% de indecisos, Ipsos para RTP
detecta 13% como “por ninguno”; en tanto que la indagación de Mercado y
Muestras para Página Siete (presentada en marzo) da hasta 25% de indecisos. De
aquí surgió la idea de que la pelea entre Morales, Mesa y Ortiz será por ese
voto que, por lo menos formalmente, todavía no estaría decidido.
El 27 de marzo, el Centro
Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), https://www.celag.org, hizo
público el trabajo Bolivia en el año electoral, “estudio cuantitativo de
opinión sobre la situación política, económica y preelectoral de Bolivia”,
basado en 2.000 “entrevistas presenciales” en todo el país (1.650 urbanas y 350
rurales); la encuesta tuvo lugar entre el 6 y 24 de marzo; lo peculiar es, como
se verá, que no se reduce a la intención del voto, sino que abarca más aspectos
que bien pueden entenderse como las condiciones o circunstancias del voto.
Como se puede apreciar en los
gráficos adjuntos, en la intención del voto, la encuesta del Celag coincide con
las indagaciones citadas en lo referido a la concentración de la preferencia en
Morales y Mesa, con Ortiz de tercero. En lo que difiere es en los indecisos,
que aquí apenas llegan al 5,3%, aunque revela un inusual elevado índice del
voto blanco o nulo: 9,3% (más que el tercer candidato), y 3,6% de quienes de
plano no votarían.
Con respecto a los indecisos, el
ministro de Comunicación, Manuel Canelas, y el asesor electoral de Comunidad
Ciudadana, Ricardo Paz, coinciden en que aún elevado, dicho índice “está absolutamente
dentro de lo normal” (Paz), “un comportamiento medio estándar, no llamativo ni
particular” (Canelas), incluso, para ambos, está relativamente bajo,
considerando los más de seis meses que faltan para la elección.
Para el politólogo Marcelo Silva,
“por mucho que las encuestas mencionen índices altos de indecisos”, en el país
tradicionalmente este voto, lo mismo que el blanco o nulo, se mantiene en un
porcentaje bajo. “Los votos indecisos jamás han llegado a la elección en más
del 6%. El electorado boliviano no es de los que votan en blanco
mayoritariamente”, afirma.
Es más, recuerda Silva, el voto
indeciso en buena medida puede ser voto oculto, aquel que ya está más o menos
decidido pero que ante el encuestador no quiere ser revelado. Cita el caso de
Condepa (Conciencia de Patria), movimiento estigmatizado por las élites
políticas en los 80-90, que no tenía apoyo en las encuestas, pero que luego
aparecía con importante votación; la gente temía decir que iba a votar
por éste. Acaso lo mismo se pueda decir del MAS, da a entender Canelas; en
2005, cuando todas las encuestas le daban no más del 40%, resultó ganando la
elección con 54%.
Pero con relación a la actual
coyuntura, añade Silva, acaso el porcentaje indeciso verdaderamente exprese a
los indecisos: “aquellos que todavía no optan por algo nuevo, porque tal vez no
hay dicha alternativa al MAS, pero que tampoco terminan de resolver un retorno
a Evo”.
Ahora, siendo relativamente bajo el
porcentaje de indecisos, que según Paz dentro de lo común incluso llega a
30-35%, esto se debe —afirma— a que de entrada el actual escenario electoral
está polarizado en dos fuerzas: “hay una clara definición, porque dos
candidatos se llevan casi el 80% de la intención de voto”.
Cuando el periodista Fernando
Molina (en este mismo suplemento, página 11) sugiere que buena parte de los
indecisos muy probablemente sea de los desencantados del MAS, Canelas y Paz
insisten en que no hay suficiente evidencia para decir esto: “los indecisos son
tan heterogéneos como el conjunto mismo del electorado” (Paz); además, por
ejemplo, no se sabe si son jóvenes o de clase media; en todo caso, la
indecisión es transversal y una actitud transitoria: “El voto en general se
termina de definir cuando se está más cerca de la elección”, destaca Canelas.
Pero el estudio del Celag también
ofrece información de contexto que de uno u otro modo son condicionantes del
voto: la imagen que se tiene del candidato, por ejemplo.
Según el cuadro adjunto, la
encuesta además de la imagen positiva y negativa, añade si el entrevistado
conoce o no al candidato (“Si no lo conoce o no tiene una opinión formada de la
persona, por favor, dígamelo”). Y no son menores los hallazgos: solo Morales
tiene un saldo positivo, 13% (lo que se consigue restando la imagen negativa de
la positiva, 53,9 - 40,9); los demás, como se ve, tienen saldos negativos. Esto
también puede ser abordado por el grado de conocimiento general: destaca, por
ejemplo, que en el caso de Félix Patzi solo 56,5% dice conocerlo; 60,2 a Víctor
Hugo Cárdenas, 48,2 a Ortiz.
En elecciones, sobre todo
nacionales, nada más apropiado que la máxima de la comunicación moderna, señala
Ricardo Paz: el mensajero es el mensaje, “hace mucho tiempo que las campañas se
centran en el candidato; no en el programa o la propuesta. Lo que pasa es que
los candidatos son los que interpretan el mensaje, el mensajero es el mensaje.
Y como esto es así, el elemento fundamental en una campaña electoral es la
credibilidad; el candidato más creíble es el que gana”.
Por la negativa, añade Manuel
Canelas, la importancia del candidato se ve en lo que pasó con Jair Bolsonaro
en Brasil, o Donald Trump en Estados Unidos: “¿quién recuerda al partido de
Bolsonaro?, o Trump, que antes de ser Presidente prácticamente barrió con el
partido republicano”.
También hace al voto condicionado
al candidato lo que se espera de él. En la encuesta del Celag destacan sus
promotores, “más de la mitad de los encuestados (56%) sostiene que los
atributos que deben caracterizar al próximo presidente son la honradez y la humildad.
En segundo y tercer lugar en cuanto a rasgos distintivos se sitúan la capacidad
de negociar con todos los sectores (35%) y el conocimiento en profundidad de
los problemas de Bolivia (también 35%)”. (NdE) Por razones de espacio no
incluimos el cuadro correspondiente.
Antecedente del voto también es
cómo la gente evalúa la gestión del Gobierno. Como se ve en el gráfico adjunto,
si bien el 64,9% respalda la gestión de Morales, 32,2% lo hace en el rango
“regular bien”; y, del lado de quienes la ven negativa (33%), 15,4% están en el
tramo “regular mal”.
Asimismo, una de las más
interesantes construcciones que hace la encuesta es el “Mapa de sensaciones
ante la realidad nacional” (ver gráfico adjunto). Del 50,1% de las sensaciones
positivas, no deja de llamar la atención que el 23% sea de “esperanza”, y
apenas el 4,2% signifique “orgullo”. En la acera de enfrente, las sensaciones
negativas, es peculiar que la mayoría se ubique en la “incertidumbre” (14%), el
miedo en 9,7, enojo en 8,5, y la resignación en 4,9.
Este es el ámbito del llamado “voto
económico”, que nuestros entrevistados reconocen de gran importancia; en
específico, se trata del valor electoral que tendrá la estabilidad y el
crecimiento de la economía del país. Si bien para el MAS éste será un plus,
dice Canelas, no hay que confiarse pues cualquier evento que genere una crisis
naturalmente que incidirá en la preferencia electoral. Para Paz, en cambio, la
estabilidad, a lo que hoy juega mucho el MAS, “no deja de ser un chantaje a la
población, diciéndole que solo ellos pueden garantizar estabilidad y la paz
social”.
Tales, pues, algunos elementos de
la decisión electoral que se viene.
y Twitter: @escuelanfp
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