Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Carla Espósito Guevara

Considero que
la misma pobreza de su agenda, no da la talla para remplazar un proyecto
regional mucho más amplio y ambiciosos como fue el de UNASUR, que suponía la
construcción de la comunidad de naciones del sur, una verdadera agenda de
integración regional, sin el tutelaje de los Estados Unidos, que incluía temas
como la ciudadanía UNASUR, la convergencia de las agendas en materia de
infraestructura y además, tenía un elemento central, que quizá era el que más
le molestaba a Estados Unidos, que era el Consejo Suramericano de Defensa en el
que por primera vez los ministros de defensa de la región tenían una agenda
concertada que trataba de mirar no la confrontación entre países, sino una
agenda común para la paz. Por otro lado, es también claro que este nuevo Foro,
carece de los mecanismos y fuerza necesarios para resolver problemas políticos
en la región como el conflicto venezolano, fuerza que otrora, si tuvo
UNASUR.
Al leer la
Declaración de Santiago uno debe hacer un ejercicio de contención para no reír,
pues el principal de sus puntos operativos literalmente dice que “los
requisitos esenciales para participar en este espacio serán la plena vigencia
de la democracia, de los respectivos órdenes constitucionales, el respeto del
principio de separación de los Poderes del Estado, y la promoción, protección,
respeto y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así
como la soberanía e integridad territorial de los Estados, con respeto al
derecho internacional”.
Es difícil
encontrar algo que haga gala de mayor cinismo. Tanto Macri, como Piñeira y
Bolsonaro, son hijos de los procesos dictatoriales acaecidos respectivamente en
cada uno de sus países durante los años setenta, el propio Bolsonaro,
regresando a Brasil luego de la firma de esa declaración, solicitó nada menos
que destinar un día a la celebración del golpe militar en Brasil, del cual él
formó parte. Ni qué decir del presidente Duque, que lidera el país con más
asesinatos de líderes indígenas en la región y es quien además activamente está
enterando los acuerdos de paz y el gobierno con más acusaciones de violaciones
a los derechos humanos, ante las que, por su puesto, PROSUR hará la vista
gorda. Entonces ¿de qué de qué clase de democracia nos hablan? ¿de qué respeto
a los derechos humanos?
Piñeria, en
el discurso formulado luego de la firma de la Declaración, dijo que éste será
un Foro “sin ideología, que va a respetar las diversidades y las diferencias
que cada pueblo decida al elegir a sus gobiernos”. Nada más difícil de creer,
ya que la primera diferencia que no respeta es la que tienen con Venezuela y el
deseo de ese pueblo a elegir su gobierno, por tanto, la selectividad, un
discurso vacío y eufemístico lo convierten, a pesar de lo que Piñeira diga, en
un foro absolutamente ideológico con el sello ideológico de la derecha.
El nacimiento
de PROSUR, las reuniones de Trump con el presidente Bolsonaro de Brasil y la
autoproclamación de Guaidó en Venezuela, son todos hechos que responden a una
misma agenda internacional. PROSUR es un eslabón de una cadena de hechos
políticos concertados que respaldan el regreso de Estados Unidos a
Latinoamérica para reordenar su patio trasero. Estamos ante un retroceso
político enorme, volvimos a los tiempos del intervencionismo, de los gobiernos
vendidos, de las bases militares, a la intervención de la soberanía regional,
proceso que de Pro-sur no tiene nada y, como alguien dijo, PROSUR es más
pro-norte que pro-sur.
Socióloga
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