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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

“Habrá un cambio, y no será negativo para la democracia, sino todo lo contrario”



Entrevista a Fernando Mayorga

Fernando Mayorga nunca da la impresión de tener prisa, pero, paradójicamente, siempre está ocupado. Gracias a ello es uno de los académicos más prolíficos del país. Sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor en Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Sociales de América Latina -también de CDMX-, catedrático, director del Centro Estudios Superiores Universitarios de la San Simón, publica una investigación por año. La última se acaba de editar y aborda el Antes y después del Referendo, Política y Democracia en el Estado Plurinacional. Se trata de una serie de artículos, un repaso de los vaivenes de la concepción de la democracia en la historia reciente del país y de las estrategias políticas para la disputa del poder.

Hay otra advertencia antes de comenzar a leer la entrevista. Mayorga es un tipo sereno que odia el término analista político. Cree que los académicos son obligados -por los periodistas, obvio- a ser una especie de comentaristas de fútbol que describen todas las opciones posibles por miedo a errar. Por lo general, prefiere ver la historia completa antes de sacar conclusiones, por lo que sus opiniones suelen ser menos incendiarias que las de sus colegas.

Mayorga no cree que la idea de democracia haya evolucionado durante los 13 años de Evo Morales en el poder, aunque sí ve que han cambio los sentidos. Ve que después de la sentencia de noviembre de 2017 del TCP, que establece la reelección indefinida en Bolivia, surge una disputa del significado de la democracia. Hasta el 10 de octubre de 2018, la oposición logró articular su discurso en torno a una democracia vista y pensada como respeto al Estado de Derecho, la soberanía popular y el referendo del 21-F. Por nueve meses, el MAS quedó despojado de su discurso democrático y solo recuperó la iniciativa con la aprobación de la Ley de Organizaciones Políticas y la marcha del 10 de octubre, cuando Evo Morales encabezó a las organizaciones sociales por La Paz y redefinió el significado de democracia en su proyecto -hasta antes del fallo, Mayorga sostiene que democracia en el MAS significaba inclusión y participación-. Desde ese momento, democracia pasó a ser un sinónimo de igualdad y toda la estrategia del MAS gira alrededor de eso: reducción de la extrema pobreza, énfasis en el crecimiento económico, la estabilidad económica, el acceso universal de servicios. Mientras tanto, la oposición se queda con la definición que democracia es libertad.


Sin embargo, para la gente de Carlos Mesa, el nuevo clivaje es democracia versus autoritarismo...

Pero el tema es que no es un clivaje. Clivajes eran, durante el proceso constituyente, lo étnico, lo regional-central y el estado-mercado. Esos sí dividían a la sociedad estructuralmente. Decir que ahora existe clivaje entre autoritarismo o democracia es falso.

¿Porque nadie estaría de acuerdo con una dictadura?

No solo eso, hay un microclima en las redes sociales y una línea editorial en varios medios que insisten mucho en este clivaje y que tiene además como soporte al supuesto espejo venezolano, pero en realidad esto no divide a la sociedad, porque ni siquiera en el referendo del 21 de febrero hubo polarización. Se dividió la sociedad porque un referendo divide el voto en dos, pero polarización nunca hubo. No hay clivaje democracia-dictadura. Ese no va a ser el centro del debate político en estas elecciones y, si ese va a ser el discurso de la oposición, va a obtener escaso rédito.

¿Por qué?

Porque lo que está en juego en esta elección es el votante medio. Sabemos que hay un tercio de lealtad a Evo Morales y a la red organizativa que conforma el MAS y hay un 30% de voto antievo. Siempre fue una disputa del votante medio que siempre fue un votante moderado y más que entre democracia y dictadura, elegirá entre incertidumbre y estabilidad.

Bueno, dicen que las clases medias son conservadoras...

Las clases medias y toda persona que haga un cálculo racional…

Lo mismo se pensaba en el 21-F y ganó el No. La población dio una especie de salto al vacío, dijo No a Morales pero no se fue a los brazos de nadie. El acto de votar no es racional, sino visceral.

No solamente el cálculo racional interviene, pero estamos hablando de un segmento del electorado que no sabe por quién va a votar porque no tiene lealtades, no es visceral ni está emocionalmente identificado con alguien. El oficialismo ha reconocido que el referendo del 21F fue un error, lo cual es normal, porque cuando pierdes tienes que aceptar que cometiste un error. El tema es la estrategia posterior que despliega y a eso se acompaña las respuestas episódicas de una oposición que se fragmenta y se complejiza. Más que en la monotonía discursiva del MAS, cuya única consigna era Evo candidato, lo que tienes en la oposición es una polifonía discursiva, porque además de los tres partidos en el parlamento, de repente tienes a otras voces haciendo campaña por el No, como Sol.bo, Patzi y el surgimiento de las plataformas, que cambian el escenario político, politizan a grupos que no estaban politizados, pisan la calle y aparece esta influencia mayor de las redes sociales. Ese nuevo escenario es enfrentado por el MAS con la Ley de organizaciones políticas, que obliga que los candidatos se definan seis meses antes de lo previsto e impida que las nuevas formas políticas puedan hacer el trámite para volverse una nueva organización. Por tanto, la renovación de la política en la oposición se difiere cinco años y los nuevos de la política de oposición terminan detrás de candidatos tradicionales, excepto Ortiz.

¿Existe esa nueva clase media que dice el vicepresidente?

Lo que veo es que existe una enorme confusión en torno al objeto de estudio que quieren designar con el término como nueva clase media. Difícilmente vas a encontrar en la literatura socilógica una buena definición de qué es clase media. Es un término gelatinoso, elástico, como decía Sartori, donde entra todo pero no designa a nadie.

¿Tal vez García Linera se refiere a los hijos de los que votaron por el MAS a los que ese discurso identitario ya no les llega? Los votantes nuevos tienen una sensibilidad distinta, están más globalizado y tienen más información y son más vulnerables a las mentiras de redes sociales. Además, siempre en una elección está presente el enfrentamiento y la confrontación de las estrategias electorales, con un elemento que va a ser novedoso, como no hay clivajes, no habrá polarización. A diferencia de Brasil, Argentina y Colombia, frente a Evo Morales, las opciones son moderadas. Carlos Mesa y Óscar Ortiz son candidatos moderados. Cárdenas está ahí, aferrándose a un nicho de 10% que votó por Tuto en la anterior elección y por tanto tengo la intuición, que habrá una campaña que, utilizando la caricatura o la imagen venezolana, intenterá que se polarice la elección.

Nada que no haya sucedido en 2005, 2009 y 2014...

Sí, pero esta vez será desde afuera. La guerra sucia estará impulsada por actores no partidistas.

Algo de eso ya sucedió en 2016, ¿cuál crees que será la diferencia ahora?

Ahora será más sofisticada, con mayores posibilidades, mucho más científica. Pero eso funcionó muy bien en los casos de Brasil, EEUU, Colombia, el Brexit porque eran esquemas polarizados, porque estas campañas apuntaban a asentarse en los prejuicios de la gente. Esto de la posverdad es muy simple, Ortega y Gasset hace la distinción entre realidades y creencias. Creemos que actuamos racionalmente, pero lo hacemos sobre la influencia de nuestras creencias y prejuicios, aquello que nos da certezas y certidumbre, como las religiones. Los que hacen estas campañas apelan a eso, te dan certidumbre, te reducen la complejidad de la realidad y te ponen en un sistema maniqueísta y te refuerzan eso.

Si no se polariza la elección, ¿octubre será el embrión de un nuevo sistema de partidos?

Va a haber nuevo sistema de partidos. Institucionalmente, lo define la ley de organizaciones políticas: solo los partidos políticos pueden tener participación nacional, ya no las agrupaciones ciudadanas que se quedan en el nivel departamental. Ahora hay, de hecho, un sistema de partidos, pero es un sistema con partido predominante. Vamos a llegar a un sistema de partidos pluralista moderado, con tres o cuatro fuerzas, Hay que saber si el MAS tendrá un esquema como el actual o va a ser, como apunto en mi hipótesis, un esquema de Gobierno dividido, como en 2006 y 2009, que gana y no tiene control de las dos cámaras y menos tendrá mayoría calificada. Esa es una buena noticia para la democracia, porque vas a tener varias fuerzas políticas y necesidades de pactos. De ganar Evo Morales, adoptará una retórica radical con decisiones moderadas. Eso está lejos del discurso nacionalista, del indigenismo y del estatismo a ultranza. Además, tendrás a Mesa que durante su Gobierno hizo coalición con Evo Morales y luego fue llamado como vocero de la demanda marítima, a Ortiz que fue parte de la negociación de la Constitución y tal vez a Patzi, que fue masista. Entonces, tienes pistas para suponer que entramos a una nueva fase del sistema de partidos, luego de una década con sistema de partido predominante que técnicamente se caracteriza por un partido que gana elecciones sucesivas, le saca 20 o 30 puntos al segundo y hay competencia pero no competitividad. Ahora hay competitividad. Habrá un cambio y no será negativo para la democracia, sino al contrario.

Entrevista realizada por Pablo Ortiz para el periódico El Deber

Foto: Rolando Villegas


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