Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jorge Mansilla Torres
El 17 de marzo de 2013 envié una carta al papa Francisco sugiriéndole romper el pesado silencio vaticano frente el ejemplo que dio Luis Espinal en su vida y ante la muerte. “No impetro sus oficios para que la curia romana lo declare beato ni proclame santo”, escribí al ensalzar el valor civil y la solidaridad a quemarropa del irrepetible misionero.
En aquel texto de siete páginas, que la prensa mexicana tituló Al papa Francisco, espinalmente, hice un relato circunstanciado del asesinato de Luis Espinal dispuesto por el coronel Arce Gómez y ejecutado con extremo sadismo por sus áulicos del Alto Mando y los paramilitares.
Cuando el 22 de marzo de 1980 el jesuita Espinal fue torturado en el camal de Achachicala y rematado luego a balazos, el hoy papa Francisco era el superior provincial de los jesuitas en Argentina. Y nada dijo. Hoy se sabe que Bergoglio asistió en Cochabamba a un cónclave de jesuitas en 1974, época de las dictaduras de Banzer, Pinochet y Videla. Es de creer que al influjo del cardenal Maurer y sus acólitos franquistas aquellos jesuitas se alinearon con aquellas atroces tiranías.
Maurer equiparaba a Banzer con San Pablo “porque a donde va, siempre lleva la buena nueva…”. La iglesia conservadora de Ratzinger satanizaba la labor tercermundista de Mauricio Lefebvre (acribillado en 1971 por francotiradores del Ejército Cristiano Nacionalista) y de los tatas Prats, Negre, Aguiló, Tumiri, Grondin, Vassaige, Iriarte y otros de la llamada Teología de la Liberación que padecieron clandestinidad y destierro.
En esa carta también precisé que durante 33 años ni la Iglesia Católica ni la orden jesuita se querellaron formalmente contra los asesinos y que no hubo tribunal para prodigar justicia póstuma al misionero. Solo el pueblo laico y sus capas progresistas ondearon siempre la bandera de su ejemplar vida solidaria. Hay curas que bregan en el llano y otros que lo hacen desde terrazas.
En estos días en que el país está tan “empapado”, al conjuro de Francisco devenido progresista, el padre Espinal será cooptado por la alta curia que lo ninguneó por más de tres décadas. Lucraron demagógicamente con su imagen sin atreverse a imitar su ejemplo. Querrán sacralizar su memoria, hacerlo beato o santo, privatizar su sacrificio y ofertarlo en el mercado del culto dogmático.
Querrán empotrarlo en los altares, como un fetiche alumbrado por velas de cebo, ahumado de inciensos, pero no podrán quitarlo del sitio que tiene en el pueblo. Espinal está en el nivel de heroísmo terrestre de Julián Apaza, María Barzola, Benjo Cruz, Lefebvre, Marcelo Quiroga, el Che... Es una tea encendida sobre el pesar de las brumas, en las altivas columnas espinales de la vida.
y Twitter: @escuelanfp
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