Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julio C. Gambina
Hace
muy poco comentamos que la encíclica papal “Laudato Sí” habilitaba y legitimaba
un debate relativo al impacto del modelo productivo sobre el planeta tierra, y
sobre el metabolismo de la naturaleza, incluyendo por cierto a la producción y
reproducción de la vida humana.
Ahora,
en la reciente visita por la región, y especialmente en su discurso en Bolivia
ante miles de activistas de movimientos populares, el Papa Francisco hizo
formulaciones muy críticas al funcionamiento de la economía actual, destacando
en especial la dominación del mercado, del dinero y del capital. Al mismo
tiempo reivindicó las experiencias para producir y reproducir la cotidianeidad
y la vida por parte de los trabajadores, los campesinos, los pobres.
En la
encíclica y en el reciente discurso papal puede leerse una crítica a la
realidad contemporánea de la organización económica de la sociedad mundial. Los
receptores directos del mensaje trascendían a la comunidad católica o
cristiana. Quienes lo escuchaban de cuerpo presente era parte importante del
activo social militante que en este Siglo XXI construyó las condiciones de
cambio político en Nuestramérica, más allá de su condición religiosa, siendo
creyentes o no. Es cierto que la prédica trascendía a los presentes, incluso a
los religiosos del mundo, e interviene en el debate civilizatorio actual.
Por esa
razón, queremos insistir desde nuestra interpretación, sustentada en la crítica
al régimen del capital inaugurada con Carlos Marx en el Siglo XVIII, que el
problema es el capitalismo en sus más de cinco siglos de existencia, y por
ende, la producción capitalista, lo que supone las relaciones mercantiles
capitalistas, las relaciones de explotación del capital sobre los trabajadores
y el saqueo del inversor capitalista sobre los bienes comunes. El problema no
es el mercado o el dinero en sí, sino el mercado capitalista y el dinero en
tanto forma fetichizada del valor. No puede entenderse al mercado actual o a
las funciones del dinero en nuestro tiempo sin una crítica sustancial al capitalismo.
No se
trata de una cuestión moral, sino atribuible a las relaciones de explotación y
saqueo, a la acumulación por desposesión, lo que genera beneficiarios, pocos, y
perjudicados, muchos.
Tierra,
Techo y Trabajo como ejes centrales del discurso papal remiten como problemas
sociales al proceso de acumulación originario del capital, con la violencia
expropiadora de la Tierra a los pueblos originarios, que junto al perdón de los
expropiadores, demandan la reparación histórica y cuestionan la propiedad
privada.
Es la
expropiación y apropiación de la tierra lo que genera el problema de la
vivienda y la demanda por el Techo de los empobrecidos. No existen los sin
techo si no se explica la propiedad. El régimen del capital necesitó de la
expropiación de la Tierra y la condena a vivir sin Techo de parte importante de
la población, en simultáneo a la emergencia del Trabajador asalariado,
condición necesaria para la explotación capitalista. El mercado inmobiliario es
resultado de la acumulación capitalista y por ende, de la apropiación privada
de las tierras poseídas colectivamente. La especulación inmobiliaria es solo un
producto de la compra y venta de tierras históricamente apropiadas
privadamente.
Puede
seguirse a Marx en El Capital para entender la expropiación de la población
rural europea para constituir al mismo tiempo al obrero libre que demandaba la
relación capitalista de producción. Del mismo modo podemos remitir a la
historia de la Argentina que asocia la conquista de los territorios, el aniquilamiento
de la población originaria y el proceso de inmigración para ofrecer al mercado
capitalista en ciernes la fuerza de trabajo necesaria para la valorización de
los capitales locales y externos. No resulta distinto hoy la búsqueda de fuerza
de trabajo barata y abundante dotación de bienes comunes por parte de capitales
excedentes en el mercado mundial y que define el proceso de los países
emergentes como ideario deseable. El proceso de acumulación por desposesión que
describe David Harvey es consustancial al orden capitalista.
El
orden del capital requiere la subordinación de las condiciones materiales y
subjetivas de la producción para asegurar la valorización. Aun antes de los
clásicos de la Economía Política sabemos que la Tierra es la madre y el Trabajo
el padre de la producción de riqueza. La riqueza resultante del orden
capitalista recrea por siglos la expropiación de la tierra (propiedad privada
de la tierra y los medios de producción) y la expulsión de la población de sus
territorios, en un mecanismo que hoy definimos como acumulación por
desposesión. Esa es la historia de la conquista y colonización de nuestros
territorios, que se renueva bajo las condiciones de la dependencia al paquete
tecnológico de la producción hegemónica en nuestros países.
En el
mensaje papal se promueve la lucha de los movimientos sociales por la Tierra,
por el Techo y por el Trabajo. Para muchos de nosotros y desde hace mucho
tiempo es la crítica al capitalismo y la discusión por construir un nuevo orden
económico de la sociedad contra la creciente tendencia a la mercantilización de
la vida cotidiana. La apelación papal remite también a la integración y al
cuidado de la naturaleza. Aún está por verse la respuesta que generará el
mensaje crítico sobre el orden económico, pero sin lugar a dudas, el mismo fue
pronunciado en un territorio concreto, el boliviano, que hizo visible la lucha
del sujeto indígena, originario, campesino, que en alianza con los trabajadores
y trabajadoras protagoniza un proceso de cambio en la búsqueda de nuevas
relaciones sociales de producción en la perspectiva del socialismo comunitario
y el Vivir Bien.
Mucho
se discute y se discutirá sobre las motivaciones de los mensajes (encíclica,
discurso) del Jefe de la Iglesia, e incluso el impacto sobre las clases
dominantes y subalternas. Más allá de ese debate, lo que no tenemos duda es que
el protagonista del cambio político es el movimiento popular en lucha, sujeto
de la historia, que confrontó al programa liberalizador que el capital concentrado
transnacional propició en el último cuarto del Siglo XX en nuestra región. La
experiencia en el Siglo XXI recrea la discusión civilizatoria contra el
capitalismo, el imperialismo, el colonialismo, la discriminación, el racismo y
el patriarcado, y es un proceso que solo puede definirse si se afirma un rumbo
por la transformación profunda de las relaciones económicas, contra el saqueo y
la explotación. Por eso, no alcanza con integración, sino con integración por
la liberación social, y no es suficiente la prédica en defensa de la madre
tierra si no se confronta con el régimen capitalista.
San
Juan, 11 de julio de 2015
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Julio C. Gambina, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP.
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